Teo Planell, músico: “No se nos quiere atentos ni culturizados. Y se está consiguiendo”
Con apenas 21 años, este músico, además de actor y director de cine, se ha convertido en una figura singular en la escena creativa gracias a su aspecto de poeta romántico y a un discurso en el que mezcla a Mark Fisher y Serrat

No hay nada más revolucionario que unos chavales tocando instrumentos de forma orgánica”, defiende a capa y espada Teo Planell (Madrid, 21 años). En esa declaración cabalga su contradicción constante entre lo viejo, lo nuevo y lo universal. Su apariencia no es la más común para un chaval de su edad. Viste con una camisa de manga larga con volantes, pantalones de traje antiguos y zapatos. Su estilo clásico y señorial contrasta al verlo interactuar con sus compañeros de piso en El Escorial.
El Royal, su casa y estudio, es una especie de chalet con un pequeño jardín y piscina donde convive con quienes son también sus músicos. El salón está ocupado por todo tipo de instrumentos y por restos de la comida del día anterior, una pila enorme de platos sin lavar —que Teo intenta rebajar en cuanto entramos— y un cenicero que rebosa colillas. Teo Planell acaba de presentar su primer disco, Demian. La celebración era obligatoria
El álbum lo ha compuesto a fuego lento. Ha tardado cuatro años en publicarlo. Su nombre honra al libro escrito por Hermann Hesse en 1919. Como la novela, el disco tiene un claro tono filosófico y existencial. Ambos tratan del crecimiento personal y emocional de un joven que pasa de la niñez a la madurez en busca de su identidad. “Me di cuenta de lo traumático que era empezar a ser adulto, y quise hacer un disco sobre ello. Va sobre dejar un mundo seguro como es el de la infancia y de estar protegido por tus padres y de repente darte cuenta de que no hay nada que te prepare para la hostia de realidad que es crecer”, apunta Planell, que es también director de cine y actor.
La música de Planell ha deslumbrado tanto que ha llamado la atención del sello estadounidense Interscope Records, para el que graban Lady Gaga o Karol G. “En un mundo ideal te imaginas estando más libre. Por desgracia, todas las grandes plataformas de streaming le dan la mano al mal”. ¿Qué es el mal para él? “La financiación armamentística a Israel, la precariedad de muchos artistas y el capitalismo más extremo. En cuanto tiras de los hilos de cualquier plataforma, mete miedo”.
A pesar de haber visto cómo se viralizaba alguna de sus canciones en TikTok, le aterra la adicción que generan las redes sociales. “Atrofian nuestras mentes sin darnos cuenta de que se nos da como un analgésico frente a la hostilidad del mundo”. Y no lo dice con superioridad moral, sino como víctima: “He llegado a pasar dos horas viendo vídeos y al acabar me siento muy poco lúcido”. Para él, hay una intención política clara. “Tienen nuestros datos y nos hipervigilan. Es un arma fascista que sirve para joder cabezas. No se nos quiere atentos, ni culturizados. Se nos quiere alienados y se está consiguiendo. No hay nada que te fría el cerebro tan fuerte como lo hace el algoritmo. Nos está quitando personalidad”.
¿Qué podemos hacer? “Leer, reflexionar, compartir… Hacernos responsables de nuestras acciones, inflarnos a amor de unos a otros y organizar una resistencia a lo que se viene. Quiero ayudar a generar una comunidad así con mi música”. El joven se confiesa seguidor de autores como Mark Fisher y adelanta que el año que viene sacará un disco en sintonía con su pensamiento más político.
En la estancia en que tiene lugar la entrevista se ven varios vinilos de Serrat. Al lado, el videojuego NBA 2K18. De nuevo, contrastes. “Tenemos a Serrat como alguien viejo, pero es profundamente progresista. Fue cool y hot en su momento”, destaca. Como el cantautor catalán, Planell busca la libertad a través de la música. “Admiro a la gente que explora lo digital para romper barreras, pero quiero que todo el mundo pueda entender mi música. Revolucionar desde el contenido más que desde la forma”
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