¿Cuánto hay de suerte en el éxito?
Detrás de cada historia exitosa, hay poco de azar y mucho de práctica y saber aprovechar las oportunidades. Estos son los tres factores de los que dependen los golpes de suerte
Uno de los libros más influyentes de los últimos años ha sido La psicología del dinero, publicado por primera vez en 2021 por el analista económico Morgan Housel. De los dos sustantivos que componen el título, el primero tiene más peso en las tesis del libro ya que, como afirma el propio autor, “el dinero depende más de la psicología que de las finanzas”. Y por extensión podemos decir lo mismo del éxito o de lo que algunos consideran “tener suerte”.
Hace dos milenios, Séneca afirmaba que “la suerte es lo que sucede cuando la preparación se encuentra con la oportunidad”. Al filósofo estoico nacido en Córdoba podríamos argumentarle que hay gente muy preparada que asegura carecer de oportunidades, mientras que a otras personas la suerte les brinda el acceso a lugares a los que de otro modo no habrían llegado.
¿Hasta qué punto interviene el azar en la fortuna?
A eso dedica Housel el segundo capítulo de su libro, titulado ‘Suerte y riesgo’, donde pone de ejemplo lo sucedido a Bill Gates cuando era solo un estudiante del instituto de Lakeside, al norte de Seattle. Por gracia del azar, en 1968 aquel era uno de los pocos institutos de bachillerato que poseían un ordenador. Llegó hasta allí gracias a Bill Dougall, que propuso que la asociación de madres de la escuela utilizara el dinero recaudado con la venta de viejos objetos para alquilar un ordenador. Se trataba de un Teletype Modelo 30 conectado a la unidad central de General Electric. La mayoría de las universidades carecían de aquella máquina entonces desconocida, y el profesor Dougall tuvo suficiente oratoria para convencer a aquellas madres de que ese aparato sería bueno para el futuro de sus hijos.
Haciendo cálculos de los ordenadores que existían entonces en el mundo, Housel estima que uno entre un millón de estudiantes de instituto tenía acceso a un ordenador en su escuela. El Bill Gates de 13 años era ese niño del millón. Se trataba de una ventaja única, sin duda, pero había que saber verla y aprovecharla.
La inmensa mayoría de los estudiantes de Lakeside prestaron poca o ninguna atención a aquel trasto, parecido a una máquina de escribir eléctrica y que hacía bien pocas cosas. Un trío de frikis formado por Bill Gates, Kent Evans y Paul Allen eran los que se pasaban las tardes dándole al ordenador y aprendiendo sobre la marcha. En su ensayo Fuera de serie, el periodista canadiense Malcolm Gladwell calculó que Bill había invertido 10.000 horas de práctica informática cuando fundó Microsoft.
Por lo tanto, para que la suerte pueda darse en un caso como este habría tres factores:
1. La llegada de la oportunidad.
2. Saber reconocerla como tal.
3. Dedicar el tiempo necesario para que dé resultados óptimos.
En la regla de Gladwell son 10.000 horas lo que hay que invertir para llegar a la excelencia en cualquier cosa que el destino nos ponga por delante.
Y lo cierto es que vivimos en una constante lotería de oportunidades. A Lakeside llegó aquel ordenador, pero en todo tiempo y lugar hay mil cosas que están sucediendo a la vez y que muy pocas personas llegan a captar. También hoy es más difícil que nunca, puesto que el número de distractores que enturbian nuestra atención ha aumentado exponencialmente.
Aunque se den toda clase de oportunidades todo el tiempo, hay que ser un visionario para separar el grano de la paja y dar importancia a algo en especial. Y, además de eso, se requiere pensamiento a largo plazo para picar piedra con mentalidad kaizen —el progreso continuo de los japoneses— hasta que el fruto cae del árbol.
La segunda y tercera condiciones de esta tríada es lo que hace que los grandes afortunados sean una minoría ínfima. Quizás somos ya en algún aspecto el niño del millón, pero no sabemos verlo ni tenemos la paciencia para desarrollarlo.
Housel argumenta que el error que se comete muchas veces es atribuir todo el éxito al talento y el trabajo, como un pianista dotado de forma extraordinaria para su arte, o bien a las circunstancias externas, como quien es favorecido por una gran suma en la lotería.
En la inmensa mayoría de las vidas, afirma, es un baile entre ambos: hay cosas que dependen de nosotros y factores externos muy relevantes. Volviendo a los estoicos, sin embargo, si además de estar atentos ponemos nuestro tiempo y energía en lo que está bajo nuestro control, será más fácil que la suerte nos favorezca.
Golpes de suerte que rozan lo imposible
— Hay eventos que escapan a toda lógica, como el de Vishwash Kumar Ramesh, único superviviente de los 242 ocupantes del avión que se estrelló el 12 de junio de este año. Logró salir por su propio pie y caminar hasta la ambulancia.
— En 1972, Vesna Vulović sobrevivió a la explosión del vuelo 367. Es la única persona conocida que ha salvado la vida tras caer más de 10.000 metros sin paracaídas.
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