Bebés sintéticos
Los microplásticos que comemos, bebemos y respiramos ya invaden las células humanas y forman parte de nosotros


Podría tomarse por un cuadro abstracto, pero se trata de una imagen realista en la que aparecen células humanas colonizadas por microplásticos (los puntos en rojo). El plástico, al degradarse, se convierte en una suerte de polvo de harina que lo inunda todo, de modo que respiramos plástico, comemos plástico y bebemos un plástico que, de tan atomizado, es capaz de atravesar las barreras defensivas de los órganos. El asunto viene preocupando desde hace algún tiempo a la ciencia porque tal ingestión implica que acumulamos plástico en el sistema digestivo, en los pulmones, en la placenta, en la sangre y en el corazón, además de en el cerebro.
En fin, en fin, que, si expulsamos plástico al toser y al defecar y al orinar, no sería raro que lo expeliéramos asimismo al pensar. Tal vez estamos construyendo una realidad de plástico. Novelas de plástico, muñecas de plástico, discursos políticos de plástico, monarquías de plástico, dioses de plástico, noticias de plástico, vegetales de plástico, fantasías de plástico, delirios de plástico y hasta bilis de plástico (también lo tenemos en el hígado). Se me ocurre esto en el supermercado, donde acabo de meter en el carrito un par de paquetes de carne envasada al vacío en sendos recipientes de plástico. Parece mentira que una invención tan reciente (la baquelita apareció hacia 1907) haya desarrollado esta capacidad invasora.
Entonces, me cruzo en el pasillo de las legumbres con una mujer embarazada, a la que cedo el paso, y pienso en su placenta, repoblada por microplásticos. ¿Alumbrará un bebé del mismo material?
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