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Alessandro Vanoli: “El mar no nos necesita, pero nosotros lo necesitamos desesperadamente”

El historiador italiano cuenta en la monumental ‘Historia del mar’ un relato sobre nosotros y el agua que nos rodea. “Lo contaminaremos, lo depredaremos, lo violentaremos de todas las maneras y, sin embargo, al final, el mar sobrevivirá. nosotros no”, asegura.

Alessandro Vanoli
El historiador Alessandro Vanoli.Alessandro Grassani (Contacto)
Margaryta Yakovenko

Alessandro Vanoli (Bolonia, 59 años) vive con su esposa, su hija adolescente y sus tres gatos en un ático del centro histórico de la ciudad en la que nació. Uno de los gatos, al que la hija ha bautizado como Timotheechalamiau (“todo junto”, advierte Vanoli), no se aparta de su dueño en toda la entrevista. Vanoli, historiador, medievalista y autor de libros como Invierno: el relato de la espera y coautor de La Ruta de la Seda: una historia milenaria entre Oriente y Occidente, ha publicado esta primavera en España Historia del mar (Ático de Libros, 2024), una obra monumental que funciona como enciclopedia, relato de aventuras y biografía de los océanos que descubrimos, conquistamos y destruimos y que nos hace ver como una bola azul desde el espacio. Aunque el libro se escribió en año y medio, el historiador asegura que lleva escribiéndolo toda la vida, desde que de pequeño escuchaba las historias de viaje que le contaba su abuelo Humberto. Vanoli, que ejerció durante más de una década como profesor de Historia en Bolonia y Ámsterdam, dejó la universidad hace 10 años para dedicarse a la escritura. También trabaja como guionista y actor de teatro y da clases de oratoria. El resto del tiempo, lo dedica a viajar y navegar. “Tengo una nostalgia de mar que ningún marinero puede imaginar porque tengo el mar lejos”, confiesa.

Además de historiador, ¿también es patrón de barco?

No, la verdad es que solo soy un buen marinero. Pero he pasado mucho tiempo en el mar, sobre todo en los puertos. En Estambul, en Túnez, en Egipto, en Valencia, en Sevilla, en Nápoles… Todo el Mediterráneo es mi hogar.

El Mediterráneo es un mar muy especial…

Tiene una característica geográfica particular, una historia de conexión de tres continentes, Asia, África y Europa. En tiempos de los romanos esa conexión era muy clara con el comercio de las especias que se compraban en la India. Era un viaje de un año, y a mitad, cuando se llegaba al cuerno de África, también se compraban esclavos. El Mediterráneo no ha tenido siempre una historia de paz, también es violencia, una historia triste. Pero había una ruta anual dictada por la geografía, el clima y los monzones.

¿Empezó con los griegos o con los fenicios?

No lo sabemos con certeza, pero yo creo que los fenicios ya utilizaban estas rutas y llegaron hasta el Atlántico.

Comienza el libro escribiendo: “En el principio ya estaba el agua. Y ya estaba la vida”. ¿Cuándo aparecemos nosotros?

Imaginemos que toda la historia del mundo pudiera ser resumida en un año de calendario. Las primeras formas de vida, carbono agregado, aparecerían más o menos en marzo. Hay que esperar un poco para que surjan los trilobites. Para ver algo más sustancial, un pez con espinas, tendríamos que esperar a noviembre. Los dinosaurios, que para nosotros representan la idea de lo antiguo, llegarían solo a mediados de diciembre. El momento en el que bajamos de los árboles estaría concentrado en los últimos minutos del 31 de diciembre. Nuestra civilización, de las pirámides a Napoleón invadiendo España, todo eso estaría en los últimos segundos del 31 de diciembre.

Somos muy poca cosa.

Hacer una historia del mar sirve para esto: para recordarnos que somos muy poca cosa.

Y aun así…

Es lo que más impresiona, que esta pequeña cosa que somos ha producido el mayor y más rápido cambio que la naturaleza ha visto en su historia.

¿Cómo aprendimos a usarlo?

No fue fácil, la pesca nunca fue vista como un recurso real. Se comía pescado, pero no era suficiente. Cuando querías comer, ibas a cazar. Las técnicas de pesca eran tan rudimentarias que se podía obtener muy poco. El agua ha sido un medio de conexión, pero primero lo fueron los ríos: todas las grandes civilizaciones surgieron cerca de ríos. Es lo que aprendimos a navegar primero.

¿Cuándo nos aventuramos mar adentro?

No sabemos exactamente cuándo comenzó la navegación, pero sí que el ser humano llegó hace 40.000 años a Australia. El nivel del mar era más bajo por el efecto de la última glaciación.

¿Había menos distancia?

La distancia era la misma, pero había más tierra visible, más islas que ahora están sumergidas. Al principio el mar era como una barrera, pero después, curiosamente, fue visto como algo más seguro que la tierra. La tierra entonces era todo bosque y los bosques no ofrecían seguridad porque o había animales en su interior u otros seres humanos que no siempre eran amigables. Puede que, como siempre, los humanos fueran más peligrosos que los animales.

El escritor e historiador Alessandro Vanoli, fotografiado entre libros, discos e instrumentos musicales en su casa de Bolonia.
El escritor e historiador Alessandro Vanoli, fotografiado entre libros, discos e instrumentos musicales en su casa de Bolonia. Alessandro Grassani (Contacto)

En el libro explica que el mar ha inspirado una gran cantidad de historias, de literatura, de sueños. Pero en cuanto empezamos a cartografiarlo, todo eso desaparece.

Es una de las cosas que más me interesa como historiador y como escritor. Estoy seguro de que el mar nos ha despertado muchos sueños. ¿Cuándo empieza eso? No lo sabemos, pero sí que deja de sentirse en los siglos XVII y XVIII, cuando los viajes marítimos se tecnologizan más.

La ciencia mata la imaginación.

Por supuesto, en cierto sentido, mata la imaginación. Y cuando empiezas a tener un mapa, que no es un mapa mental sino un mapa matemático del mar, lo que hizo James Cook en el siglo XVIII, cuando comienzas a cartografiar y a ver que no hay un rincón del mar que no sea conocido, el espacio para los monstruos y las sirenas comienza a hacerse más pequeño.

¿Cuándo aparecen las primeras historias de monstruos?

Los responsables son los marineros, los primeros hombres que llegan al mar, que tiene una gran fuerza para producir sueños y miedos. El Leviatán y las sirenas están entre los primeros. Es curioso porque al principio los seres y monstruos que hay en el mar son seres terrestres. Los primeros animales que se asocian a Poseidón no son caballitos marinos, sino toros. Las sirenas no tienen cola de pez, sino alas. Es una cuestión de dificultad de pensar el mar. Como siempre, soñamos lo que podemos. No soñamos con lo que no existe en nuestro vocabulario, soñamos solo con lo que conocemos.

Y entonces llegó la Odisea, el primer gran relato del mar…

Es el producto de la capacidad que tenían los griegos de vivir el mar. La Odisea es el relato del retorno y es peligroso por una razón: los aqueos habían ganado, pero la sangre que habían derramado debía ser pagada. Es una hermosa ley griega y humana: la sangre debe ser vengada de alguna manera.

Pero Ulises no muere.

Ulises viajaba con los dioses en contra. Poseidón no quiere que regrese. Y en esa dificultad hay un relato sobre el mar, es el relato de un pueblo con deidades que ya dominaba el mar, que sabe usar el mar como instrumento. Se navegaba sintiendo el mar. Aprendías a leer el cielo, el viento, las corrientes y todo conectado nos convertía en GPS naturales.

¿Comienza con los griegos también la historia de la globalización del mar?

También con los fenicios, pero el momento de cambio profundo llega en la Edad Media y tiene como protagonistas a España y Portugal. El gran salto de esta historia con las nuevas embarcaciones, las carabelas y las naos. Los portugueses descubren las Azores, Madeira y luego redescubren las Canarias, y en ese momento todo cambia porque se descubren los vientos alisios, regulares todo el año y que te empujan sistemáticamente al suroeste. Son una autopista del mar.

Y todo se acelera.

En 1492 Colón llega a América; en 1498 Vasco da Gama logra circunnavegar África gracias a los alisios y en 1519-1522 Magallanes da la vuelta al mundo. Ese es el verdadero comienzo de la globalización porque ya no se está atado a la tierra. A partir de ese momento el mar puede ser conquistado y poseído. No hay imperio en el mundo, con la excepción de Rusia, que pueda serlo sin mar.

¿Quién controla ahora el mar?

Técnicamente, Estados Unidos.

Pero…

Estados Unidos se hace con el control después de la Segunda Guerra Mundial porque hereda el control británico. Pero la situación está cambiando fuertemente. La nueva Ruta de la Seda china es una idea de control del mar.

Pensaba que eran vías de tren y estaciones.

No solo, también son barcos. Para China es capital ahora tener puertos que vayan desde su país hasta el Mediterráneo. Y la verdad es que el Mediterráneo, nuestro Mediterráneo, entre comillas, es bastante chino ahora. El puerto del Pireo, el mayor puerto griego y mediterráneo, es 100% chino desde la crisis económica.

¿Es el único puerto que tiene China?

No, también tiene participaciones en puertos españoles, en los italianos, en los africanos. África ha sido colonizada y en muchos sentidos destruida por China en los últimos años. Es una colonia china.

¿En qué medida sigue siendo el mar importante comercialmente?

Un 80% de las mercancías viaja por mar. Así era en el pasado y ahora tampoco tenemos nuevas posibilidades. Hace siglos, una embarcación tardaba unos meses en llegar de China a Francia. Ahora tarda unos 48 días, no ha cambiado tanto.

Podríamos resumir la historia del mar como algo que descubrimos, conquistamos y destruimos.

Sí, sí. La devastación del mar, además, está íntimamente ligada a nuestra tecnología. El aprovechamiento ha alcanzado dimensiones devastadoras. Empieza a verse ya en 1800 con el bacalao, que comienza a ser pescado con el sistema de arrastre moderno, espantoso y destructivo. Y los bancos de bacalao de Terranova simplemente desaparecen y nadie comprende por qué, porque pensábamos que lo que daba el mar era infinito.

¿Es una cualidad humana, la de pensar que todo lo que nos rodea es infinito?

Se puede hacer una lista de cosas dramáticas a las que hemos llegado así. Por ejemplo, la contaminación tiene mucho que ver con el calentamiento del mar y la creación de huracanes. Es difícil decir que no sean un fenómeno antropogénico porque todos los datos nos dicen que desde que ha aumentado la producción de carbono, la temperatura ha subido. El mar, de alguna manera, se ha sacrificado por nosotros porque ha absorbido una gran parte del calentamiento de la atmósfera.

Y no solo ha aumentado la temperatura. Estoy pensando en los plásticos que también acaban en el agua.

Cada año son ocho millones de toneladas que acaban en el mar. Es como vaciar un camión de basura al minuto al agua. Esa es la dimensión de lo que estamos haciendo y es devastador porque por primera vez hemos logrado introducir en el mar algo que no puede digerir. Se queda allí y vuelve a nosotros a través de microplásticos. Pero quizá eso no sea ni lo peor porque lo peor es el declive estructural: estamos cogiendo demasiado del mar. Es un agotamiento perpetuo.

La historia del bacalao pero global.

En el Mediterráneo se desperdicia entre un 20% y un 70% de la pesca. Animales demasiado jóvenes que no deberían estar en las redes y que cuando son pescados, naturalmente, mueren. No es como en las películas de Disney, que los devuelves al agua y ellos lo agradecen y se van nadando. Están ya muertos.

¿Qué acabará antes, el hombre o el mar?

El hombre, por supuesto.

¿El mar seguirá existiendo?

Se adaptará, lo soportará todo. Es demasiado grande y antiguo. Nosotros no. Estoy absolutamente seguro de que el mar no necesita de nosotros, pero nosotros lo necesitamos desesperadamente. Lo contaminaremos, lo depredaremos, lo violentaremos de todas las maneras y, sin embargo, al final, él sobrevivirá. Habrá otras especies en el agua, algunas morirán, algunas se transformarán. Pero nosotros no.

¿Volveremos atrás, a cuando solo había agua?

Si somos afortunados, volveremos al principio. Hay agua y, poco a poco…

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Sobre la firma

Margaryta Yakovenko
Periodista y escritora, antes de llegar a EL PAÍS fue editora en la revista PlayGround y redactora en El Periódico de Cataluña y La Opinión. Estudió periodismo en la Universidad de Murcia y realizó el máster de Periodismo Político Internacional de la Universitat Pompeu Fabra. Es autora de la novela 'Desencajada' y varios relatos.
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