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Manchester United fans protest
Hinchas del United protestan contra la gestión de los Glazer, dueños del club (2022).Andy Barton (SOPA Images / LightRocket / Getty Images)

La gran batalla por hacerse con el club de fútbol más valioso del mundo

El dueño del Manchester United será un millonario cuyas empresas contaminan el medio ambiente u otro de la realeza catarí

Hay una conmoción en el corazón del hincha del Manchester United, el club de fútbol más valorado del mundo según la revista Forbes y sólo por detrás de los Dallas Cowboys (fútbol americano) y New York Yankees (béisbol) si se tiene en cuenta cualquier deporte. Después de años de batallar, dentro y fuera de su histórico estadio de Old Trafford, contra los dueños Avram y Joel Glazer (que sustituyó a Malcolm, fallecido en 2014), se ven abocados a que estos acepten una de las dos ofertas de compra que tienen sobre la mesa y que vienen a ser una muy mala y la otra mucho peor. No hay consenso sobre cuál es una y cuál la otra, no obstante, y ese es parte del desgarro.

Los Glazer, empresarios estadounidenses dueños de la franquicia de fútbol americano Tampa Bay Buccaneers y dueños también desde 2005 del Manchester United, revelaron a finales de 2022 su intención de vender el 69% de las acciones del club británico. Han pedido una tercera ronda de ofertas cuyo límite sin especificar es el final del mes de abril, y los rumores o filtraciones interesadas en los medios económicos británicos sugieren la cifra de seis mil millones de euros como la deseada para dar su aprobación. Sería un récord en el mundo del deporte.

En rondas previas ya se han presentado los dos contendientes que se presumen definitivos. (Un tercero en discordia, el millonario finés Thomas Zilliacus, apareció y desapareció del mapa entre acusaciones de “farsa” para el proceso). El primero es Sir Jim Ratcliffe, el hombre más rico del Reino Unido. Es el favorito de Michael Crick, socio abonado (’season ticket holder’ lo llaman en Inglaterra y lo dicen con pompa) del United desde hace 40 años, histórico periodista que estuvo en el equipo fundador de Channel 4 y que, mientras ejercía de corresponsal político del famoso programa Newsnight de la BBC, creó el movimiento Shareholders United Against Murdoch (Accionistas Unidos contra Murdoch) para paralizar, con éxito pero no sin sufrimiento, la compra de su club por parte del millonario Rupert Murdoch en la temporada 1998-99.

Pero es su favorito de la manera en la que se prefiere un veneno a otro. “Estoy nervioso”, dice ahora. “Supongo que prefiero que gane Ratcliffe. Nació a un par de kilómetros de Newton Heath, donde se fundó el club [en 1878, como Newton Heath LYR Football Club] y sé por un amigo que trabajaba muy próximo a él que siempre está hablando del Manchester United. Pero después tiene todo este historial de lucha contra los sindicatos, de malas prácticas empresariales, de estar contra los impuestos ecológicos, a favor del Brexit, de hacerse con empresas y recortarles dinero y sacar beneficio de ellas, que es lo que hacen los hombres de negocio. El capitalismo, vaya. Eso me pone muy nervioso, porque los Glazer ya se han llevado mucho dinero del United”.

Jim Ratcliffe durante una conferencia de prensa en Yorkshire en mayo de 2019.
Jim Ratcliffe durante una conferencia de prensa en Yorkshire en mayo de 2019. Martin Rickett (Getty)

Lo de que hable en la intimidad del Manchester United no es detalle menor y tranquiliza a buena parte de los seguidores de los red devils. Desde que se conoció el interés de Ratcliffe por comprar el club no cesaron las críticas, alarmas y presiones de todo tipo en su contra, no siendo la menor el hecho de que el millonario inglés sea abonado del Chelsea e intentara comprar el club el año pasado, cuando, tras la invasión rusa a Ucrania, Roman Abramovich se vio obligado a venderlo. Por otra parte, los activistas medioambientales llevan años denunciando el papel de liderazgo de su empresa, INEOS, el gigante petroquímico, en la producción de plástico, combustibles fósiles y pesticidas tóxicos. Y, por fin, se duda de su inversión en el United desde el momento en el que sólo quiere hacerse con el 69% de las acciones del club, que son las que tienen los Glazer, y no se compromete a hacerse cargo de la inmensa deuda acumulada.

Lo explica Scott Patterson, natural de Manchester abonado desde pequeño, uno de los tuiteros más reputados de la actualidad del club y autor de la página de debate TheRepublikofMancunia.com: “El United debe 969,6 millones de libras en una combinación de deuda bruta, préstamos bancarios y porcentajes de traspasos sin pagar. Así que no nos podemos permitir ponernos muy quisquillosos con la elección de los nuevos dueños”.

Hacerse cargo de esa deuda es el principal reclamo del otro postulante: Sheikh Jassim, presidente del Qatar Islamic Bank, uno de los más grandes de Oriente Medio, miembro de la familia real qatarí que ya gestiona el Paris Saint Germain y acaba de hacerse con una parte importante del Sporting de Braga portugués, y hombre de riqueza ilimitada. Esta última parte resulta más atractiva para una parte de la hinchada del Manchester United, que en los últimos años ha visto como su vecino Manchester City, antaño apenas rival, les ha adelantado como principal equipo de la ciudad y del país gracias a las inversiones de Abu Dhabi. Pero, claro, se trata de Qatar y todo lo que eso implica en materia de derechos humanos, sólo por señalar lo más obvio.

Jassim, además, querría el 100% de las acciones del club. Algo que no es sencillo ni sería rápido. Los Glazer, que compraron la parte mayoritaria del club en 2005, disponen ahora del 69% de las acciones, que son las que venden. Para conseguir el 31% restante, Sheikh Jassim necesitaría tiempo para convencer al resto de pequeños accionistas, si es que lo logra, lo que podría provocar que el proceso de compra se dilatara mucho en el tiempo o que, incluso, nunca llegara a término.

Pero la importancia de la cuestión económica, que obviamente ocupa y preocupa mucho al seguidor del conjunto inglés, corre el riesgo de opacar las implicaciones éticas y morales de una operación que sucedería 25 años después de que los hinchas del United se organizaran para que Rupert Murdoch no se hiciera con su club. ¿Qué ha cambiado? Entre otras cosas, que los éxitos deportivos, entonces habituales (esa misma temporada el United terminó ganando la Premier League, la FA Cup y la Champions League), ahora escasean, y que además es el vecino Manchester City el que los protagoniza.

Sheikh Hamad bin Jassim al-Thani, en junio de 2013.
Sheikh Hamad bin Jassim al-Thani, en junio de 2013.REUTERS

Samuel Luckhurst, corresponsal para el Manchester United en el rotativo Manchester Evening News opina que “el éxito del Manchester City es difícil de asimilar para el hincha del United, pero, desde su punto de vista, es un éxito sucio y un caso de sportswashing [lavado de imagen a través de la inversión deportiva]. Muchos seguidores del United preferirían mantener el estandarte moral antes que convertirse en un club-estado”.

Pero ¿quiénes son los hinchas del United? ¿Los 75.000 que caben en Old Trafford? ¿El resto de seguidores del club en Greater Manchester? ¿Todos los británicos? ¿O los cientos de millones que, con avatares de Eric Cantona, diablos rojos o variaciones del escudo se conectan a las redes sociales desde Buenos Aires, Rabat, El Cairo o, claro, Qatar? ¿Cuáles son los que importan?

“Hay una enorme diferencia entre el punto de vista de los seguidores que acuden a Old Trafford y aquellos que están online”, afirma Scott Patterson, que tiene un pie en ambos mundos y sabe de lo que habla. “Un ejemplo: la temporada pasada de Michael Rashford [la estrella local] fue muy pobre, pero en el estadio no encontré ni una sola persona que no le apoyara o que no esperara que recuperara su forma anterior. En cambio, en redes sociales había muchísimos fans que pedían su venta, lo que me voló la cabeza”.

Para Patterson, esto tiene que ver con el motivo por el cual cada uno se convirtió en seguidor del United. “Es mi equipo local, toda mi familia apoya al United y lo ha hecho a lo largo de generaciones. Mi padre iba a Old Trafford cuando el equipo estaba en la División 2 en los años setenta, y el suyo vivió la época dorada de los Busby Babes y el desastre aéreo de Múnich. Para la gente que llegó al United por los éxitos únicamente, tiene más sentido aceptar cualquier dueño que pueda traerlos de vuelta, mientras que a los seguidores locales nos importan muchas otras cosas además de ganar trofeos. Aunque eso también nos encanta, obviamente”.

Samuel Luckhurst da la razón a Patterson: “Los seguidores online a los que principalmente les preocupan los fichajes y son más impresionables asocian Qatar con un pozo sin fondo repleto de dinero. En cambio, la mayoría de los seguidores que van a Old Trafford, usan sus instalaciones y se preocupan por conservar las raíces de clase obrera del United preferirían que fuera Sir Jim Ratcliffe quien comprara el club”.

Aunque es cierto que la falta de idoneidad ética de que el Manchester United se convierta en un club-estado qatarí ha ocupado una cantidad respetable de páginas en los medios británicos, sobre todo en aquellos de orientación ideológica más a la izquierda, es igual de cierto que no existe unanimidad y que hay demasiados grises, demasiados mensajes en favor de Qatar entre líneas, en ocasiones sin ningún disimulo.

Luckhurst explica cómo “algunos periodistas que viajaron a Qatar a cubrir el Mundial establecieron contactos con personas que ahora les van dando noticias o actualizaciones respecto al interés de Sheikh Jassim en comprar el United, y ellos reproducen fielmente lo que les cuentan en sus artículos. La percepción está sesgada también debido al considerable contingente de seguidores online que están a favor del control qatarí. Hay medios de comunicación que publican actualizaciones sobre Qatar sólo porque saben que les va a dar rédito online”.

Valgan un par de ejemplos recientes. En la última semana de marzo, cuando tanto Sir Jim Ratcliffe como Sheikh Jassim no lograron entregar sus nuevas propuestas en plazo a los Glazer (asunto que más tarde se solucionó), el presentador de un medio de noticias sobre el Manchester United de enorme seguimiento online aseguró, con evidente preocupación, que si Qatar no lograba comprar el Manchester United compraría otro club de la Premier League, con un doble efecto negativo: el United se quedaría sin los millones y, además, los perdería en favor de un rival. Son noticias fabricadas directamente en redes sociales que cumplen su papel de correr como la pólvora y orientar la opinión. En la misma semana, aparecieron dos pancartas en el campo de entrenamiento de Carrington. Una decía “Glazers out”, lo que no es nada nuevo; pero, al lado, la otra decía “Welcome Qatar”. La imagen fue también viral en redes sociales de manera instantánea, generando miles de interacciones positivas.

La familia real qatarí, que ha gobernado su país durante más de 150 años, invierte en el Reino Unido a través del fondo soberano Qatar Investment Authority (QIA) y posee, según una auditoría llevada a cabo por The Observer a finales de 2022, bienes inmuebles por valor de 10.000 millones de libras; datos hechos públicos por el gobierno británico en marzo de 2023 indican que el comercio entre Reino Unido y Qatar se elevó en el último ejercicio hasta los 12.100 millones de libras. Además, Qatar posee activos importantes en relevantes empresas británicas como British Airways, Sainsbury’s, Barclays o Harrods. Es decir, no es lógico pensar que vayan a dejar que su oferta por el Manchester United nade sin acompañamiento en las aguas de la opinión pública británica.

The Guardian publicó en diciembre de 2022 un artículo de Jim Waterson sobre cómo los periodistas británicos que denunciaban el trato a los trabajadores inmigrantes que construían los estadios del Mundial no recibían llamadas de Qatar para que dieran marcha atrás en sus acusaciones, sino que las recibían de británicos como George Pascoe-Watson, antiguo editor político de The Sun, que ofrecía puntos de vista más apropiados para los intereses de Qatar. El artículo explicaba cómo empresas británicas dedicadas a las relaciones públicas y el lobby, como Portland (de la que Pascoe-Watson es senior partner), estaban ganando mucho dinero trabajando para Qatar.

El fundador de Portland es Tim Allan. Allan, antiguo adjunto de Alastair Campbell, director de comunicación de Tony Blair, era, casualmente, director de comunicación de BSkyB cuando Rupert Murdoch intentó comprar el Manchester United a través de su operador televisivo en 1998. Cuando la operación ya se había ido al traste, Allan escribió en The Guardian el 12 de abril de 1999: “Los argumentos emocionales contra el acuerdo han sido aportados por un equipo de campaña bien organizado, que la BBC ha permitido, de manera inexplicable, que fuera dirigido por uno de sus periodistas, Michael Crick”. 25 años después, Crick se ríe al recordarlo. Aunque la mueca posterior indica que sabe que esta vez es distinto.

Imagen aérea del estadio del Manchester United, Old Trafford.
Imagen aérea del estadio del Manchester United, Old Trafford. Agencia Getty (Visionhaus/Getty Images)

El hincha de Old Trafford como Scott Patterson asiste a esta batalla de reputaciones con tristeza, resignación y aún una pizca de rabia porque quien más quien menos intuye cómo va a terminar todo. “Los medios británicos son totalmente cómplices. Si hubieran apoyado nuestras protestas [contra los Glazer] o, al menos, no se hubieran reído de ellas durante 18 años, quizá ahora no estaríamos en esta situación. Es muy hipócrita que ahora escriban artículos indignados sobre compradores potencialmente inaceptables. ¿Dónde han estado esos artículos en los últimos 18 años?”.

Contra todo esto, Sir Jim Ratcliffe apela al alma de los hinchas como Patterson o Crick, a la tradición. “Queremos un Manchester United anclado en su orgullosa historia y en sus raíces en el noroeste de Inglaterra, que el Manchester United vuelva a ser de Manchester”, dijo el empresario en una entrevista en The Times. Ratcliffe se dirige así a los 75.000 seguidores que asisten a Old Trafford más que a la globalidad de millones de hinchas desperdigados por el mundo a los que apela Sheikh Jassim.

Pero no se trata de una sencilla disyuntiva entre dinero y ética, como ya se ha visto. La gran deuda, las instalaciones desfasadas que amenazan con convertir el club en inoperante en el mercado y la sensación de haber llegado a una encrucijada irresoluble condicionan el ánimo del seguidor. Como dice Michael Crick: “Muchos seguidores del United están en contra de Sheikh Jassim en cualquiera de los escenarios, pero la relajación ética de algunos fans respecto al tipo de persona que quieren dirigiendo el club se debe a la necesidad. La falta de certezas en el futuro, sobre todo a causa de la deuda, va a hacer que muchos acepten lo que sea de casi cualquiera con tal de que la hagan desaparecer”.

“En realidad no necesitamos el dinero de Qatar para competir”, asegura Scott Patterson. “ya generamos el suficiente. Mientras se permita al United gastar su propio dinero, seguir desarrollando talento de clase mundial en nuestra cantera como siempre hemos hecho, y tengamos gente cualificada tomando las decisiones, podremos competir”. Con todo, Patterson no es capaz de preferir a ninguno de los dos posibles compradores: “Ninguno de los dos es de mi gusto. Supongo que mi comprador ideal sería alguien con la conexión de Ratcliffe con el club y la intención de los qataríes de liquidar la deuda y remodelar el estadio. Pero no parece que eso exista, la verdad”.

Michael Crick sí prefiere decantarse por Ratcliffe, aunque recuerda que le pone “muy nervioso la perspectiva”. ¿A veces desearía que el Manchester United no hubiera sido un club de tanto éxito global? “No”, responde sin dudar. “Realmente no. Durante años, muchos de nuestros mejores jugadores han salido de Manchester. A veces del patio trasero de al lado. También hemos sido un club que ha crecido participando en las competiciones europeas. Esa combinación ha sido un éxito. Más un juego atractivo de ataque. Esa es la fórmula”. Y dice con una ilusión fingida pero no del todo falsa, como si con sólo lanzar la idea al aire ya comprara boletos para que pudiera materializarse: “Idealmente, seríamos los seguidores los dueños del club y buscaríamos la manera de organizarnos”. Tarda tres segundos esa idea en caerse al suelo sin remedio: “Pero es muy tarde. No creo que ya podamos hacer nada”.

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