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Los ‘millennials’ son los nuevos viejos de internet

Los nacidos entre 1980 y 1996 ya son los ancianos de las redes. Ahora manda la generación Z, que será arrasada en unos años por la alfa. Todos somos viejos o lo seremos en el próximo minuto

gen z millennials
Nadie de la generación Z se haría un selfi colocando la cámara por encima de los ojos.Brian Finke (Gallery Stock)
Karelia Vázquez

Millennials. Hasta escribir esa palabra traslada a 2012. La generación nacida entre 1980 y 1996, mimada por sociólogos y gurús del marketing, es ahora objeto de burlas en TikTok, el sitio donde se escenifica la última batalla generacional. La pausa millennial (#MillennialPause) es el penúltimo escarnio. Los que ahora tienen 20 años hacen vídeos imitando el desconcierto de un millennial de 30 o 40 ante la cámara. Le dan al play y simulan una pausa antes de empezar a hablar. Esos dos segundos, dicen, delatan a los impostores. Un zeta genuino, nacido grabándose a sí mismo, sabe que la cámara de ­TikTok siempre funciona. La perplejidad de los zetas viene de constatar que hasta Taylor Swift hace la pausa de la vergüenza. Reírse de los millennials y de sus esfuerzos por no parecerlo es toda una categoría de contenidos en TikTok.

La generación Z tiene bien documentados los comportamientos que delatan la edad en sus dominios. A saber: publicar stories en Instagram y que salga la letra de las canciones, ¿es que no la sabéis ocultar? Usar GIF para hacer chistes ¡en 2022! Empezar los vídeos con imágenes de paisajes idílicos. Hacer un selfi colocando la cámara por encima de los ojos. Ordenar la biografía en las redes sociales en forma de lista. Hacer juegos de palabras en los pies de foto de Instagram. Poner caras y hacer ojitos a la cámara. Hablar constantemente de sí mismos, sobreactuar y dramatizar cada acto de la vida (la generación Z se considera mucho más sobria). Las parodias de TikTok, que incluyen tutoriales para evitar ser cazado en un gesto millennial, marcan el fin de una era. Entre los damnificados circula un meme de Las chicas de oro que avisa: “Esta soy yo en TikTok”.

“Los reconozco en WhatsApp cuando en la pantalla aparece ‘escribiendo’, pasan dos minutos y siguen escribiendo. ¿Qué me van a mandar? ¿Una carta? Cuando al fin llega el mensaje, no falta una coma ni una mayúscula, no hay una abreviatura. Escriben un whatsapp como si fuera un e-mail”, opina Jaime Villarroel, nacido en 2002. Para la generación Z, el punto final es un signo inequívoco de haber nacido en el siglo XX.

¿Internet nos está haciendo caducar más rápido? ¿La sucesión de etiquetas generacionales: X, millennials, Z, alfa…, está acortando nuestro minuto de gloria y el tiempo en que somos sociológicamente deseables? Oriol Bartomeus, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, señala que no hay un único modo válido de contar los grupos sociales. “Dependiendo de los investigadores, se puede considerar el modelo del Pew Research Center, que concluye que cada 15 o 20 años nace una generación, o la teoría más clásica de Ortega y Gasset, que cuenta un salto generacional cada 30 años. O incluso un modelo menos estricto que sostiene que las generaciones surgen tras cambios históricos profundos, lo que implicaría que no serían las mismas entre países”. Por esto, los boomers patrios no deberían sentirse aludidos por el sarcástico “OK boomer”, creado por los millennials y la generación Z para los hijos del baby boom de Estados Unidos que se produjo tras la II Guerra Mundial, pues en España el pico de natalidad se produjo varias décadas después, entre 1960 y 1975. Nuestros boomers son más jóvenes.

“En cualquier caso, el proceso suele ser más lento. No hay una generación por década, el exceso de segmentación tiene más que ver con patrones de consumo y con la necesidad del marketing, y no de la academia, de crear nuevos perfiles de consumidores. Esta clasificación ha impregnado el discurso social, pero no sigue criterios demográficos”, señala Bartomeu.

La propia definición original de millennials, formulada en 1987 por William Strauss y Neil Howe, no tuvo en su momento mucha resonancia. Probablemente hasta que un departamento de marketing se la apropió. Según Google Trends, las búsquedas del término empezaron discretamente en 2005 y en 2013 alcanzaron su pico máximo. Entonces, todo el mundo googleaba para averiguar si lo era o no.

“La percepción de nuestra edad se ha distorsionado por ciertos puntos de referencia del éxito que se supone que uno debe haber conseguido a determinadas edades, como tener hijos o comprarse una casa. Siempre ha sido así, pero antes te comparabas con tu grupo social; ahora puedes hacerlo con todos y cada uno de los usuarios de una red social”, señala vía correo electrónico Devon Price, psicólogo y profesor de la Universidad Loyola en Chicago.

Price acepta que la fragmentación generacional pueda ser útil para los profesionales del marketing, pero argumenta: “Esta excesiva segmentación se desmorona cuando tenemos más similitudes que diferencias. Como millennial, comparto muchas frustraciones con mis hermanos de la generación Z. Ambos hemos llegado a un mundo roto donde los patrones tradicionales del éxito son imposibles de alcanzar. No estoy seguro de que esas pseudodivisiones generacionales tengan algún significado”.

Una multitud se escandaliza cuando un zeta clasifica Pretty Woman como cine vintage, o cuando en TikTok se alaba el buen envejecer de Selena Gomez. Queen of Aging, la llaman a los 28 años. Son dos síntomas de la aceleración del ritmo social. “Todo es rápido y volátil, nada parece destinado a durar mucho tiempo: ni la moda, ni las noticias, ni siquiera los resultados empresariales. Hay otro tempo. El resultado es un ser humano alterado, en constante tensión, que se aburre cuando no pasan cosas”, dice Bartomeus.

Sea usted de la generación X, millennial o afortunado zeta. Da igual. Nunca será nada por mucho tiempo. Viejo, siempre a punto de caducar como un yogur. Ese y no otro es el espíritu de nuestra época.

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Sobre la firma

Karelia Vázquez
Escribe desde 2002 en El País Semanal, el suplemento Ideas y la secciones de Tecnología y Salud. Ganadora de una beca internacional J.S. Knigt de la Universidad de Stanford para investigar los nexos entre tecnología y filosofía y los cambios sociales que genera internet. Autora del ensayo 'Aquí sí hay brotes verdes: Españoles en Palo Alto'.

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