_
_
_
_

El novelista de Lou Reed y de los tríos con hombres maduros

El periodista musical Rafa Cervera publica la novela ‘Canción para hombres grandes’, una historia generacional sobre la liberación del deseo y el erotismo sin abdominales.

El escritor Rafa Cervera en su casa en El Saler, Valencia.
El escritor Rafa Cervera en su casa en El Saler, Valencia.Markel Redondo
Ferran Bono

El valenciano apreciaba los olores de las colonias, los deso­dorantes o las lociones para después del afeitado que desprendían sus amantes ocasionales. Pero cuando descubrió la fragancia natural de unas flores que presidían la casa de un burgués catalán que compartía con su compañero, supo que quería formar parte de esa vida. Y la pareja se convirtió en un trío bien avenido, formado por hombres de entre 50 y 60 años, cumpliéndose el deseo del protagonista de la novela Canción para hombres grandes, de Rafa Cervera, editada por Jekyll & Jill.

Cervera (59 años) también es valenciano, pero no es el valenciano de su novela. En sus dos libros anteriores, este periodista musical invocaba a un espectral David Bowie (Lejos de todo) y a un muy real Lou Reed (Porque ya no queda tiempo). Ahora, ha dado un giro y se expone tanto personal como literariamente. “No, no es autoficción, los personajes son fruto de mi imaginación, aunque sí creo que la obra es un salto adelante”, apunta el autor de este libro valiente que no está escrito contra nadie —”si acaso”, dice, “contra la intolerancia y los personajes nefastos que consideran la homosexualidad como una tara”— y que explora eso que decía Luis Cernuda de que el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.

Cosas que ayudan a Cervera a vivir y a escribir: una figurita sexual, un portalápices de Keith Haring. Al lado, su novela.
Cosas que ayudan a Cervera a vivir y a escribir: una figurita sexual, un portalápices de Keith Haring. Al lado, su novela.Markel Redondo

No aparecen “abdominales impresionantes”, sino cuerpos comunes que no disimulan la huella del tiempo. Hay una búsqueda de normalidad en el relato, cuya acción se desencadena cuando la mujer del protagonista rompe el matrimonio de manera inesperada. Empieza entonces una sucesión de encuentros sexuales, que indaga en la posibilidad de tener una relación con alguien a quien no aprecies, al modo en que apuntaba Jaime Gil de Biedma, sugiere el autor. Son encuentros descritos de una forma que a veces podría parecer pudorosa. Cervera lo niega: “Creo que hay mucha impudicia, pero no doy detalles descarnados porque creo que la imaginación es parte fundamental del sexo y porque quería huir del libro gay más tópico, contar una historia de amor entre hombres que llegase a todo el mundo”.

Lleva 40 años escribiendo artículos musicales y hace 20 que publicó su libro Alaska y otras historias de la Movida (Plaza & Janés), Movida madrileña que vivió y conoció bien. Solo ahora este profesional de la escritura, refractario al exhibicionismo, se ha sentido preparado para abordar una novela así. “Es lo que siento. Pertenezco al colectivo LGTBI, pero, como dijo Francisco Brines, ni entro ni salgo de armarios”, afirma bajo los enormes pinos de El Saler, donde reside, un espacio idílico —”y gótico”, apostilla— entre el mar y la Albufera de Valencia que ha convertido en el fértil territorio de su literatura.

Cosas que ayudan a Cervera a vivir y a escribir: flamencos de adorno.
Cosas que ayudan a Cervera a vivir y a escribir: flamencos de adorno.Markel Redondo

Carga contra el “esnobismo” literario. Sostiene que la crítica no suele tomarse muy en serio “a los que vienen del mundo de la música”; a los que consideran un referente literario a Lou Reed, “que decía de sí mismo que era un musico adecuado a sus necesidades como escritor”; a los que citan a Patti Smith pero no a Proust; a los que carecen de credenciales o no pertenecen a la capilla que toca.

No grita sus influencias literarias, aunque algunas son evidentes, como en el final de su novela, cuando monologa Sarrià, el personaje referencial del triángulo amoroso, esa creación que destila el odio a sí mismo por ser homosexual de varias generaciones criadas en el franquismo y del que logra librarse para conquistar su vida. Sobrevuela entonces el recuerdo de Virginia Woolf y una de sus conocidas novelas que empieza así: “La señora Dalloway decidió que ella misma compraría las flores”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_