Menos grasas
Lo que se ve en la foto es una arteria. Y el objeto que la atraviesa, un trombo. Se trata del canal de Suez, una femoral cuya ruptura podría provocar pérdidas insoportables de cuanto vaya encerrado en esos miles de contenedores
Como la medida de todo es el cuerpo, el nuestro, nuestro cuerpo, hacemos las cosas a nuestra imagen y semejanza. Vean, si no: el subsuelo está recorrido por un sinfín de gasoductos, de cordones eléctricos, de cables telefónicos, de drenajes, de sistemas de riego, de desagües, en fin, de alcantarillas, de cloacas… Cada una de estas construcciones se podría asimilar a una de las diferentes partes que componen el interior del organismo humano. Lo que se ve en la foto es una arteria. Y el objeto que la atraviesa, un trombo. Se trata, como habrán adivinado, del canal de Suez, por medio del cual se vascularizó una zona del planeta al objeto de facilitar el acceso de bienes a algunas partes que considerábamos, si no poco irrigadas, sí caras de irrigar. Constituye desde su creación una arteria fundamental para el comercio: pongamos que una femoral cuya ruptura podría provocar pérdidas insoportables de sangre, de petróleo, de ropa, de muebles, de cereales o legumbres o de carne de cerdo, qué sé yo, de cuanto vaya encerrado en esos miles y miles de contenedores cuya disposición y altura nos trajeron a la memoria las arquitecturas imposibles de las grandes ciudades. El comercio mundial no podría prescindir ya de los servicios de ese vaso sanguíneo artificial sin pagar el precio de bordear África, que viene a ser como si la sangre, para llegar al cerebro, tuviera que pasar por el dedo meñique del pie izquierdo (o del derecho, no hay connotaciones políticas en la elección). De ahí que haya que evitar coágulos como el de la imagen, lo que se logra consumiendo menos grasas.
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