90 años viajando a la francesa: Air France está de aniversario
Moda, carteles, gastronomía, cine, música… no hay ninguna de estas artes que la aerolínea no haya tocado. Por ello, hasta el próximo 10 de octubre y con motivo de sus nueve décadas de historia, la compañía exhibe su patrimonio en exclusiva en 12 de los escaparates de las Galerías Lafayette en París
Para celebrar el 90º aniversario de Air France e ilustrar su leyenda, Xavier Ronze, diseñador francés y jefe de los talleres de diseño de vestuario del Ballet de la Ópera de París, presentó el pasado 27 de octubre en la capital francesa una colección de cinco vestidos icónicos que reinterpretan las señas de identidad de la aerolínea: aviones y tecnología, uniformes y moda, carteles de publicidad, alta cocina, arquitectura y diseño. Cada uno de ellos se expondrá en los escaparates de las emblemáticas Galerías Lafayette de París hasta el próximo 10 de octubre.
Una selección de los mejores objetos del patrimonio de Air France complementa la exhibición: antiguos asientos, cubertería de plata empleada en los primeros vuelos o los uniformes de alta costura —Balenciaga y Dior, entre otros— de la tripulación a lo largo de la historia. En el interior de las Galerías Lafayette varias tiendas pop-up ofrecen una gama de artículos creados o reeditados especialmente para este aniversario, entre los que destacan una edición limitada de maquetas de aviones o la vajilla de Jean Picart Le Doux. Modelos vestidos de pilotos, tripulantes de cabina o personal de aeropuerto deambulan por los espacios y convierten los grandes almacenes parisinos en un escaparate del glamour aéreo durante estos días.
El diseño conquista la aviación
La historia de la compañía francesa despega de manera fulgurante. Air France se inaugura oficialmente el 7 de octubre de 1933 y desde entonces no ha dejado de forjar su leyenda promoviendo el arte de viajar “a la francesa”. Pioneros del diseño, los primeros carteles publicitarios inundan agencias, aeropuertos y vestíbulos de hoteles de todo el mundo. Los artífices del despliegue creativo son los mejores dibujantes, pintores e ilustradores de los años treinta del siglo pasado. Art decó aeronáutico en estado puro. Los exponentes de las principales corrientes artísticas serán los artífices de las campañas durante los años subsecuentes: la ilustración francesa de los años cincuenta irá de la mano de Raymond Savignac, artífice de las exitosas campañas de Vespa y Bic, Bernard Villemot, ilustrador de Perrier o Bally, será otro de los autores de los diseños más célebres.
El vanguardismo de la compañía no se limita a los carteles publicitarios. El diseño pronto salta al mobiliario y a otros elementos de la cabina: los bares de los Boeing 707 incorporan tapicerías modernas tejidas en los famosos talleres de la localidad de Aubusson, diseñadas por lo que serían los primeros artistas de la abstracción (Sonia Delaunay, Georges Mathieu, Pierre Soulages o Manessier). En los años setenta, las cartas de los menús que se muestran a los pasajeros a bordo de sus aeronaves se decoran con obras abstractas de André Masson o Serge Poliakoff. Incluso las puertas de los guardarropas de los 747 fueron intervenidas por artistas consagrados.
En los años cincuenta ya se había iniciado el proceso de transformación de las cabinas. Las compañías estaban viviendo un momento crucial en su historia y el auge del tráfico aéreo exigía una reinvención. Pero Air France, embajadora del arte de vivir “a la francesa”, no tenía la intención de sacrificar su imagen, por lo que recurrió al padre del diseño industrial, Raymond Loewy, para seguir siendo un referente. Así pues, la estética de las líneas y de las formas sigue siendo el patrón determinante de las vajillas a bordo, las bandejas de comida, los asientos y las cabinas del avión gracias a Loewy, Pierre Gautier-Delaye, Charlotte Perriand (colaboradora de Le Corbusier), Eric Gizard o Philippe Starck.
Pocas empresas se han preocupado tanto por la imagen y el diseño, conectando de manera continua con las corrientes artísticas de la época.
La gastronomía a bordo
Air Union —una de las compañías a partir de la cual se creó Air France— comienza a ofrecer, para distinguirse de la competencia, un menú revolucionario que incluye langosta y pularda de Bresse. El éxito de esta iniciativa es tal que se inaugura un avión restaurante con un menú de siete platos y selecto maridaje. Fue bonito mientras duró, porque el coste económico no permitió su continuidad en el tiempo. Pero la gastronomía había hecho su entrada triunfal en el mundo de la aviación y Air France no tarda en tomar el relevo. Lo hace a lo grande: emplaza sus propias cocinas en Orly, contrata a auxiliares de vuelo del hotel Georges V o del Negresco, y a prestigiosos chefs de grandes buques trasatlánticos como el Normandie.
Las primeras comidas calientes se sirven a bordo en vajillas de Limoges con cubiertos de plata y se presta un especial cuidado a no alterar la calidad de los productos durante el vuelo presurizado.
Moda de altos vuelos
Otro elemento diferenciador fueron los uniformes. Inicialmente no se había previsto ninguno. Los pilotos llevaban traje oscuro, de estilo militar e inspirado en la Armada, y la ausencia de vestimenta corporativa del escaso personal de a bordo, procedente en su mayoría de hoteles de lujo, crea confusión en los viajeros, sorprendidos por la atención que les brindan estos, ya que los confunden con otros pasajeros.
La austeridad de los primeros uniformes va a dar un giro radical. En los años sesenta, la compañía entra en la era de los jets: los Caravelle y los Boeing 707. El uniforme anterior ya no se adapta al papel activo que la compañía desea que desempeñe su tripulación. Los diseñadores Christian Dior y Marc Bohan entran en escena, y el nuevo uniforme guardián de alta costura es elogiado por público y prensa.
Años más tarde, la “bomba” Courrèges, con sus pantalones y minivestidos en forma de trapecio, revolucionan la moda en Francia. La compañía opta entonces por Cristóbal Balenciaga, maestro del corte. En 1969, su modelo —que resultará finalmente muy agradable de llevar— desata una gran polémica por su clasicismo.
En los años setenta surge una nueva tendencia: la comodidad. El uniforme del personal del Concorde (1976) es diseñado por la casa Jean Patou, con su generación de jóvenes y prometedores diseñadores como Jean Paul Gaultier. En 1978, en lugar de imponer un modelo único, Air France lanza el principio del guardarropa, en el que los tripulantes pueden elegir el estilo de uniforme que más se adapte a sus necesidades y gustos. Esta colección “a la carta” es diseñada por Nina Ricci, Carven y Grès. Este modelo de uniforme se mantiene hoy con el diseñado por Christian Lacroix, que se creó en 2005 y que aún lleva la tripulación de cabina.
La historia de estos 90 años de viajes, gastronomía, alta costura, arte y arquitectura se desvelan en los escaparates de este templo parisino de la moda, en una colección que si un amante de la historia del turismo y la aviación viaja a la capital francesa no se puede perder.
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