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Muere el pintor Alfred Manessier, un maestro de la abstracción lírica

El pintor francés Alfred Manessier murió ayer, domingo, a los 81 años de edad, en el hospital de Orleans, donde estaba internado desde el pasado miércoles a raíz de un accidente automovilístico.Manessier estaba considerado como uno de los grandes personajes de la llamada "abstracción lírica", que se dió a conocer en 1947 con su exposición L'Imaginaire. La obra de Manessier se ha emparentado a la de Hartung, Riopelle, Soulages, Sam Francis, De Stahl, Bazaine y Le Moal. Pero al margen de etiquetas desarrolló un trabajo artístico no limitado a la pintura.

Como grabador, tapicero o vitralista deja una obra que testimonia gran preocupación religiosa. A menudo era posible reconocer en sus dibujos a personajes como Helder Cámara o monseñor Romero pero también a héroes colectivos, como vietnamitas bombardeados con napalm, o símbolos de la resistencia contra las dictaduras, como es el caso de los militantes etarras condenados en el juicio de Burgos.

La luz escondida

Manessier nació en 1911 en Saint-Ouen, a la vera del río Somme, en Picardía. Su infancia la pasó en Abbeville, ciudad de cuya iglesia del Santo Sepulcro acababa, precisamente, de decorar los grandes ventanales, como antes había hecho vidrieras para Colonia o Berlín. Abbeville reaparecerá en su pintura mucho más tarde, a la muerte de su madre, ya en los 70, en forma de evocación. Abbeville es una de las poblaciones francesas que más sufrieron el impacto de la segunda guerra mundial.Hasta 1936, año del fallecimiento de su padre, Alfred Manessier estudió arquitectura. En 1937 participó en la decoración del pabellón de su país en la Exposición Universal. Durante la guerra y la ocupación alemana, con el escritor Camille Bourniquel, se refugia en un manasterio trapense. Allí descubre la fe y su pintura se transfigura, los colores se hacen más intensos y luminosos, el trazo más libre y la temática abandona las convenciones pictóricas. Manessier pinta Aleluya, La Noche del Viernes Santo, la Pasión, La Túnica Sagrada, los Peregrinos de Emaús. En 1949 un coleccionista compra su exposición parisiense dedicada a la Pascua. A. partir de ese momento no tendrá dificultades para exponer y abundarán los encargos, aunque también es cierto que muy pronto se verá amenazado por el manierismo que acecha siempre a la pintura religiosa.

Decía de su trabajo que lo que le interesaba es que "entre todas las formas de experiencia humana, hay algo que circula, que asegura su profunda unidad. Es esa circulación lo que intento hacer aparecer en mi obra". En 1992 su figura, que había sido algo olvidada durante los años 70 y 80, fué objeto de una reivindicación. En el Grand Palais de París se expusieron 80 telas suyas y 50 dibujos. El conjunto sirvió para liberar a Manessier de la calificación restrictiva de "arte religioso".

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