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Un bar con 150 tipos de whisky o el local más antiguo de Escocia: de ruta por los ‘pubs’ de Edimburgo

Ya sea con el licor por excelencia del país o con una cerveza artesana, en estas tabernas se disfruta además de música tradicional, cocina local e historias del pasado mientras ir a su encuentro dibuja un recorrido por las viejas calles de la capital escocesa

Pubs de Edimburgo
Un camarero sirve una copa de whisky en un 'pub' de Edimburgo, en Escocia (Reino Unido).Jeff J Mitchell (Getty Images)

Ya sea en el crudo invierno de Edimburgo ―la capital escocesa se halla más al norte que Copenhague o que Moscú―, o en el mes de agosto, cuando se desborda en multitud de festivales que no dan tregua a la agenda más repleta, esta ciudad invita siempre (pero que la ronda se la pague cada cual) a entonarse en alguno de sus pubs, muchos de ellos excelentes. Una ruta por ellos exige no solo negociar con el plano urbano, sino también prever que Edimburgo está atravesada por no pocos viaductos que pueden confundir al achispado, además de cuestas que pueden servir, mediante la alquimia del sudor, para expulsar el exceso de alcohol, siempre evitable.

Hay, por otra parte, que decidir si está uno por las cervezas o por el producto más intrínsecamente escocés: el whisky. Si es esto último lo que se desea, el viajero ha llegado al sitio adecuado, y hay lugares que atesoran marcas y marcas para tomar un dram, la medida justa para degustarlo. El público local, a veces, opta por alternar sorbos de whisky y cerveza. En los pubs escoceses impera el pequeño vaso-copa entre ovoide y de tulipa, en el que se aprecia el aroma del licor y en el que no caben cubitos de hielo, aunque sí, y no es desaconsejable, entre trago y trago un poco de agua, que idealmente se ha de tomar de un vaso.

Cualquier bar escocés tendrá una buena selección de whiskys, pero hay auténticos templos consagrados a esta bebida espiritosa. Lo es Bennets Bar (8 Leven St.), junto al King’s Theatre.

Interior del Bennets Bar, junto al King’s Theatre, famoso por servir 150 tipos de whisky de malta.
Interior del Bennets Bar, junto al King’s Theatre, famoso por servir 150 tipos de whisky de malta. Alamy Stock Photo

Con espléndido interior victoriano y hasta una chimenea, sirve 150 whiskys de malta de todas las denominaciones de origen. Si se opta por ir, es recomendable evitar que haya función en el teatro adyacente, porque entonces se llena y hasta rebosa.

Cartel a la entrada de The Bow Bar, en el número 80 de West Bow, en Edimburgo.
Cartel a la entrada de The Bow Bar, en el número 80 de West Bow, en Edimburgo. Alamy Stock Photo

El cercano The Bow Bar, en el número 80 de West Bow, es otro local destacable, sin ser muy antiguo (data de 1987). Lo jalonan incontables grifos de cerveza y no descuida los colores ambarinos de las botellas de Islay, Speyside o Highland. Igualmente cercano al castillo de Edimburgo, pero al otro lado de la Royal Mile, se ubica Jolly Judge.

El ‘pub’ Jolly Judge, junto a Lawnmarket y la Royal Mile, en el centro histórico de la capital escocesa.
El ‘pub’ Jolly Judge, junto a Lawnmarket y la Royal Mile, en el centro histórico de la capital escocesa. Alamy Stock Photo

Sin ser nada del otro mundo, su emplazamiento está en Saint James Court, justo al lado de la casa en la que vivió el autor James Boswell, quien fue anfitrión y guía del doctor Samuel Johnson durante su viaje por Escocia y sobre quien escribió una de las biografías más conocidas de todos los tiempos. Se accede por un estrecho pasaje abierto a la calle, que pasaría inadvertido si no fuera por el rótulo con la efigie del magistrado alegre que a su vez conduce al Museo de los Escritores Escoceses, situado en un pintoresco edificio que, dedicado a Burns, Scott y Stevenson, se abre a un patio desde el que se puede deambular por las traseras de las fachadas principales o bajar a The Mound, la National Gallery y los jardines, no por muchas veces fotografiados menos espléndidos.

Situado en el Old Town de Edimburgo, el barrio de Grassmarket es una de las zonas con más ‘pubs’ y restaurantes de la ciudad.
Situado en el Old Town de Edimburgo, el barrio de Grassmarket es una de las zonas con más ‘pubs’ y restaurantes de la ciudad. Alamy Stock Photo

Otros interesantes garitos son The Cloisters Bar (26 Brougham St.); The Blackbird (37 Leven St), pub-restaurante con terraza al fondo; The Dagda Bar, en el 93 de Buccleuch Street, al Este de The Meadows, y The Salt Horse (57 Blackfriars St). Muchos de ellos ofrecen también cocina sin sofisticaciones, pero hay que tener en cuenta que esta suele cerrar a las nueve de la noche. Si de oír música tradicional se trata en una sesión de las que se llevan celebrando décadas, y de las que han salido instrumentistas y reputados solistas tradicionales, Sandy Bell’s, en el 25 de Forrest Road, es el lugar. Aquí no hay comida, pero ¿quién dijo hambre? Además, con la boca llena no se canta.

Barra del Sandy Bell's Folk Bar, en Forrest Road (Edimburgo).
Barra del Sandy Bell's Folk Bar, en Forrest Road (Edimburgo). Alamy Stock Photo

Todos los establecimientos anteriores radican en la Old Town, el casco viejo de Edimburgo que irradia desde el castillo al sur de la ciudad. Al norte de Princes Street se extiende la New Town, que tiene en la generalmente anodina y peatonal Rose Street un buen puñado de tabernas. Quizá la mejor, o la que tiene un sabor más literario, sea The Abbotsford, en el extremo oriental de la calle, donde se han reunido muchos escritores de las últimas generaciones, como se aprecia en uno de los cuadros expuestos en la Scottish National Portrait Gallery, a unas pocas manzanas. Su bar es el típico de isla de madera oscura en cuya parte superior ornamentada están colocadas copas y botellas. Posee restaurante en la primera planta, pero también es posible tomar algo en la planta baja y la terraza (la pandemia ha traído, para quedarse, veladores ganados a la calle, como los que afean la pintoresca Victoria Street, pendiente y en curva y que aún ofrece, pese a ello, algunas de las fotografías más emblemáticas de la ciudad).

Uno de los bares más vistosos es el del Cafe Royal (19 West Register St.), que no es mala opción para almorzar o cenar tras haber bajado de la cercana Calton Hill y sus panorámicas vistas. Aquí la decoración de aires victorianios es exquisita, pero apuesta más al negocio de restaurante, de modo que es imprescindible reservar.

Vista de Edimburgo desde la Calton Hill, en la montaña de Arthur’s Seat que domina la capital escocesa.
Vista de Edimburgo desde la Calton Hill, en la montaña de Arthur’s Seat que domina la capital escocesa. Alamy Stock Photo

Aunque muchos pubs disponen de cervezas artesanales y procedentes de pequeñas fábricas diseminadas por el país, una marca importante y nada despreciable es Tennent’s. Si el visitante no sabe qué elegir, una pinta de esta marca, y preferiblemente de barril, es una buena elección para empezar mientras curiosea qué piden otros parroquianos y sopesa el color que transfigura los vasos. Pasaron ya los días en los que la media pinta (a half) era solo solicitada por las señoras. Para experimentar sin mucho riesgo, ir poco a poco es una excelente opción que permite probar diversas marcas (que, por cierto, muchos pubs suelen renovar a cada poco, permitiendo una sana rotación de sabores, consistencias y espumas).

Ya fuera de la ciudad, pero en un pueblo que ha sido engullido por esta, hay una buena opción para conocer un pub añejo apenas visitado por los turistas. Lo ideal es utilizarlo como meta y recompensa tras hacer ascendido (imprescindible llevar calzado adecuado) a Arthur’s Seat, la montaña que domina Edimburgo. La ruta recomendada es desde Holyrood y el Parlamento escocés vía St Margaret’s Loch.

The Sheep Heid Inn, en el pueblo de Duddingston, presume de ser el ‘pub’ más antiguo de Escocia.
The Sheep Heid Inn, en el pueblo de Duddingston, presume de ser el ‘pub’ más antiguo de Escocia. Alamy Stock Photo

Tras perder el resuello y ganar la cima, el descenso se hace a continuación, menos pronunciado, a Duddingston y su idílico lago. La Sheep Heid Inn se precia de ser el pub más antiguo de toda Escocia. Por las calmas calles se llega, en unos cinco minutos (pero consultar horarios), a la parada del autobús que devuelve al centro de la capital y a la inagotable efervescencia de una ciudad que enamora.

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