La Ruta 66 y otros once ‘road trips’ de película
De los míticos paisajes de Monument Valley, en Utah, al almeriense Cabo de Gata, grandes rutas para evadirse de todo
Las historias de grandes viajes por carretera, vagabundeando sin rumbo fijo, son un género literario que ha dado lugar a grandes novelas y películas, con historias desde el drama a la comedia, pasando por el documental o el biopic. Las llamadas road movies se inspiran en su mayoría en algunas de las grandes obras de la literatura —especialmente la americana— como Las uvas de la ira (1939), de John Steinbeck o En el camino (1957), de Jack Kerouac, símbolo de toda una generación.
El road trip es un género muy americano, pero hay otras muchas carreteras del planeta que han inspirado a autores y cineastas a lanzarse sin rumbo fijo, dejan descripciones inolvidables de pueblos, paisajes y paisanajes. Y para los viajeros, el road trip puede ser una fórmula para dejar a un lado las preocupaciones y convencionalismos de la vida cotidiana, lanzarse a devorar kilómetros y dejarse llevar por el placer de no ajustarse a normas ni horarios. Estas son algunas de las mejores rutas para escribir nuestra propia novela viajera.
Más información en En ruta por la Ruta 66, de Lonely Planet y en www.lonelyplanet.es
1. Ruta 66, la gran inspiradora
Inaugurada en 1926, la Ruta 66 se extendía desde Chicago hasta Los Ángeles, uniendo poblaciones y carreteras secundarias a su paso por ocho Estados. Se hizo famosa durante la Gran Depresión, cuando muchos campesinos y obreros sin trabajo la recorrían hacia el oeste desde las Grandes Llanuras, afectadas por el Dust Bowl, como se bautizaron las ventiscas de polvo que afectaban a esta zona durante los años de gran sequía en la década de 1930.
El apodo de Mother Road (Carretera Madre) lo acuñó John Steinbeck en 1939 en su novela Las uvas de la ira. Gracias al trabajo de jóvenes desempleados, contratados expresamente para asfaltar los tramos finales de lo que entonces no era más que una carretera fangosa, las obras terminaron justo antes de la II Guerra Mundial, y la Ruta 66 sirvió para que una marea de soldados y obreros respondiera a la llamada del destino. Las cosas mejoraron a finales de la década de 1950, cuando una creciente prosperidad animó a muchos estadounidenses a echarse a la carretera. Pero cuando el Gobierno desarrolló una nueva red de autopistas interestatales, la Carretera Madre comenzó a caer en el abandono.
Actualmente es el road trip por excelencia: nostálgica y extravagante, siempre hacia el oeste, con tres tramos diferentes (este, central y oeste) que animan a recorrer Estados Unidos de costa a costa, desde Chicago hasta las playas de Santa Mónica (California), pasando por Misuri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México y Arizona. Se conduce por carreteras casi siempre solitarias, se para a comer en diners que parecen sacados de una película —reconocibles neones e iconos kitsch—, y se atraviesan pueblos fantasma, apeaderos ferroviarios en medio del desierto y tramos de asfalto que parece tragarse la tierra. En el camino se pueden encontrar también museos y librerías con obras de indios americanos, del Salvaje Oeste y de pioneros sobre esta carretera, para empaparse más si cabe de su leyenda.
2. Breaking Bad en Albuquerque
No es una novela pero sí una serie de culto; de hecho, muchos fans de Breaking Bad peregrinan cada año a Albuquerque (Nuevo México), una de las grandes ciudades de la Ruta 66, tras los pasos de su protagonista: Walter White o Heisenberg, un profesor de Química con cáncer de pulmón que decide fabricar y vender metanfetamina para mantener a su familia.
Los abruptos paisajes de Nuevo México son el inconfundible telón de fondo de la serie, pero, para muchos, lo que más atrapa son los escenarios hoy emblemáticos gracias a la ficción, en algunos casos incluso de forma excesiva: en 2015, Vince Gilligan, su creador, tuvo que rogar a los seguidores que dejasen de lanzar pizzas al tejado de la casa de White, en lo que pretendía ser una recreación de una famosa escena. Muchos recordarán el Octopus Car Wash, en una bocacalle de Menaul Blvd, o iconos de la Ruta 66 como el Dog House Dinner (1216 de Central Ave NW). Pero quizá el más accesible de todos sea el Java Joe’s, una fantástica cafetería del centro de Albuquerque, inmediatamente reconocible como el cuartel general de Tuco, que Heisenberg hace saltar por los aires.
Hay varios circuitos guiados dedicados a Breaking Bad que profundizan en rincones menos conocidos, durante los que, tras varias manzanas monótonas, tal vez nos topemos con la casa o el lugar de trabajo de algún personaje importante o la inolvidable escena de un tiroteo. Routes Rentals organiza, por ejemplo, rutas temáticas en bicicleta.
3. En el camino, biblia de la generación beat
Si algún libro representa el viaje mítico es En el camino, de Jack Kerouac; en los años cincuenta del siglo pasado se convirtió en el manifiesto de la generación beat y en un clásico de la literatura norteamericana. Dicen que Kerouac lo escribió en solo tres semanas, aunque basado en los cuadernos que había ido escribiendo durante los viajes enloquecidos junto a algunos de sus amigos en Cadillacs prestados y Dodges desvencijados, recorriendo la Ruta 66: de Nueva York a Nueva Orleans, Ciudad de México, San Francisco, Chicago y, de nuevo, a Nueva York.
Se mezclan orgías, marihuana, alcohol y una cierta sensación de desolación y abatimiento, pero al final lo que representa En el camino es el retrato de una América auténtica, ajena a todos los convencionalismos de su época, otra cara de un país que está muy lejos de ser uniforme. Sus protagonistas —Jack Kerouac (Sal Paradise), Neal Cassady (Dean Moriarty), Allen Ginsberg y William Burroughs— recorren el país conduciendo a la deriva y aceptando trabajos temporales, escuchando jazz cuando encuentran un garito…
El libro, y la ruta que describe, fueron inspiración y modelo para toda una generación de escritores y jóvenes estadounidenses y europeos, como Bob Dylan. Sin ser una obra maestra de la literatura, es lógico que los jóvenes con ganas de aventura empaticen con el libro que, además, cuenta con la consiguiente versión cinematográfica.
4. Paseo en el bosque con Bill Bryson
Bill Bryson es uno de los autores de libros de viaje que más vende, cuyo estilo destaca, sobre todo, por el sentido del humor. Después de vivir 20 fuera de su país natal, Bryson regresa a Estados Unidos y se instala en New Hampshire con su familia, desde donde decide redescubrirlo con una mirada nueva. Para ello se lanza a recorrer el Appalachian Trail con su amigo Stephen Katz, completando esta popular ruta entre los senderistas estadounidenses. El Appalachian Trail suele hacerse a pie (invirtiendo tiempo y mucho esfuerzo), pero también puede recorrerse en coche. Comienza en Georgia, en el Chattahoochee National Forest, y continúa hacia el parque nacional Great Smoky Mountains, pasando por el bosque nacional Pisgah en Carolina del Norte. Luego prosigue hasta Virginia, a través del parque nacional Shenandoah, y continúa hacia el Delaware Water Gap, en el Estado de Pennsylvania. Las últimas jornadas se realizan en los Green Mountains de Vermont y en el Mount Katahdin, en Maine.
Un recorrido que cualquiera puede hacer, y si es con el libro de Bryson en la mano, mucho mejor.
5. De Los Ángeles a Nueva Orleans, en moto
Easy Rider (1969) es una de las películas míticas del género road movie: dos moteros, Wyatt y Billy, deciden hacer la ruta desde Los Ángeles hasta Nueva Orleans en sus Harley Davidson para asistir al carnaval, escuchando a todo trapo a Jimmy Hendrix. La película dinamita los mitos de la América conservadora e inventa otros nuevos, y sobre todo crea en el imaginario colectivo el mito del motero de la Ruta 66. En este caso, los protagonistas recorren el tramo meridional del Sunbelt (el cinturón del sol), entre California y Luisiana, pasando por la ciudad fantasma de Ballarat —donde Peter Fonda abandona su Rolex—, Monument Valley, en Utah, Taos en Nuevo México, y el Estado de Texas. Cuando llegan a Luisiana, paran en la ciudad de Morganza, donde hasta hace poco todavía existía el Melancon Café, que aparece en una escena de la película.
6. París, Texas (sin salir de Estados Unidos)
Kurt Cobain rendía culto a París, Texas (1984), road movie de Wim Wenders y una de las películas favoritas del cantante y guitarrista de Nirvana. Cuenta la historia de un hombre que deambula a pie por los desiertos de Texas. Con este (larguísimo) largometraje, de melancolía conmovedora, Wim Wenders se llevó la Palma de Oro en el Festival de Cannes.
Aunque el título lleva el nombre de la ciudad texana de París, lo cierto es que la película deambula por otros rincones espectaculares del Estado de Texas, desde el parque nacional de Big Bend a Houston, pasando por Nordheim, Port-Arthur y El Paso. También se pueden ver imágenes de Big Bend, a orillas del Río Grande, en un rincón salvaje cerca de Lajitas. Si queremos entrar en el ambiente de la cinta, hay que esperar la llegada del verano y unas temperaturas que suben hasta los 50 grados para entrar en ambiente.
7. De Nuevo México a California con Pequeña Miss Sunshine
Los pasos de una niña que aspira a convertirse en Miss California sirven a los directores y guionistas de Pequeña Miss Sunshine (2006) para caricaturizar la América de los concursos de misses, el éxito social a toda costa y las mujeres-muñeca. A bordo de una furgoneta Volkswagen que apenas consigue tenerse en pie, la familia Hoover pone rumbo a un concurso de talentos infantiles. A bordo viajan Olivia, una niña rechoncha de siete años con pretensiones de reina de la belleza; un padre que ha fracasado en la venta de su Recorrido hacia el éxito en nueve etapas; una madre neurótica; un abuelo yonqui, un hijo mudo y daltónico y un tío depresivo y con inclinaciones suicidas.
Este grupo nos conduce por carretera desde Albuquerque (Nuevo México) hasta Redondo Beach (California), parando, eso sí, en esos moteles tan típicos del oeste americano.
8. Viaje un premio Nobel, y Charley
Otra de las grandes novelas que invitan a recorrer en coche Estados Unidos es Viajes con Charley, de John Steinbeck, el Nobel de Literatura que después de reconocer que apenas conoce su propio país se lanza a un road trip acompañado de un French Poodley llamado Charley. Es una novela autobiográfica en la que aprovecha para hablar sobre él mismo, pero también sobre los paisajes, experiencias y personajes que va encontrando en el camino. Género road trip en estado puro, repleto de reflexiones sobre su compañero de viaje (el perro) y sus particulares habilidades diplomáticas.
El viaje de Steinbeck puede repetirse (con o sin mascota), aunque son más 16.000 kilómetros a lo largo de 34 Estados; unas 12 semanas a bordo de su autocaravana Rocinante. A lo largo del viaje podremos conversar —como hizo Steinbeck— con camioneros y campesinos, partiendo desde Sag Harbor (Nueva York) y conduciendo hacia Vermont, se visitan las cataratas del Niágara, Ohio, Michigan, Chicago, Wisconsin, Minnesota, Dakota del Norte, Montana, Idaho, Washington, Oregón, California, Texas, Luisiana, Alabama y Virginia, para regresar a Nueva York.
Un libro delicioso que anima, como pocos, a conocer el auténtico corazón de Estados Unidos.
9. Rutas salvajes en Alaska
La novela Into the Wild (Hacia rutas salvajes, 1995), de Jon Krakauer, tuvo un enorme éxito entre los amantes de la aventura. La película homónima, de Sean Penn (2007), dio más visibilidad a esta historia real de un estudiante de Virginia, Christopher McCandless, que a principios de los noventa decide renunciar a un futuro prometedor y a un estilo de vida convencional para seguir su propio camino. Esta búsqueda de libertad le llevará a Alaska, lejos de todo. La película está rodada en decorados naturales y es fiel a la auténtica aventura de este joven inconformista que se hacía llamar Supertramp (supervagabundo).
Pero para seguir sus huellas en la nieve de Alaska hay que tragar primero mucho asfalto por algunas de las carreteras míticas del oeste americano, como la Highway 1, a lo largo de la costa californiana, con una parada en Big Sur.
Otro hilo conductor es el río Colorado, desde los rápidos del Gran Cañón hasta el golfo de California y después, rumbo al norte, primero por las rocas de la península Olympic, en el Estado de Washington, para llegar finalmente a Alaska, donde terminó todo. Un colofón fantástico a este periplo excesivo y solitario: el impresionante parque nacional Denali, presidido por el monte de mismo nombre, repleto de osos, alces o caribúes. Un punto y final salvaje, como lo fue el del protagonista de la historia.
10. Sudamérica en moto con el Che
Dejamos Estados Unidos (y sus territorios del norte) para recorrer otras grandes rutas por carretera. Entre los clásicos, está la que sigue las huellas del joven Che Guevara por Argentina, en un viaje que quedó plasmado en la película Diarios de motocicleta (Walter Salles, 2004) y que cuenta el viaje real por Sudamérica y moto de un joven estudiante de Medicina, Ernesto Guevara, y su amigo Alberto Granado, y en el que nacerán en buena parte sus ideas revolucionarias.
El recorrido es un recorrido mítico: desde Buenos Aires a Caracas, pasando por Valparaíso, Cuzco y Leticia, la capital colombiana de la Amazonia. Un viaje abrumador en kilómetros y en experiencias, que hoy puede repetirse a tramos por la ruta Panamericana, dedicándole tiempo y esfuerzo. El Che hizo su viaje en buena parte en una vieja moto, una Norton 500, que acaba sucumbiendo en el camino y le obliga a seguir a pie. Con o sin compromiso social, el trayecto es impresionante, de los que merecen la pena, incluso como búsqueda de uno mismo y dejando la moto en casa.
11. Por Alemania con Fernando Aramburu
Viaje con Clara por Alemania, novela de Fernando Aramburu anterior a su famosa Patria, propone un auténtico road trip por el norte de este país, donde reside el autor. Con ironía y sentido del humor, invita a recorrerlo huyendo de los tópicos y para ello escoge un escenario poco turístico: las grandes planicies del norte alemán, visitando parajes poco habituales como la isla de Rügen y el cabo Arkona, extremo septentrional del este alemán.
Es, al mismo tiempo, un libro de viajes y el antilibro de viajes: la protagonista, Clara, recibe el encargo de escribir una guía de la zona y convence a su pareja para que la acompañe. Ella es alemana; él español, pasota y poco amigo de los convencionalismos. Al final, será él quien tenga que terminar de escribir la guía, con una mirada muy particular. El viaje comienza en Wilhelmshaven, y prosigue por Bremen, Hamburgo, Hannover, el Hartz, Lübeck, las ciudades hanseáticas, hasta llegar finalmente a Berlín. Es una novela sobre la pareja y un alegato contra los convencionalismos culturales, pero que el autor aprovecha para describir paisajes y lugares de este país centroeuropeo, el carácter y las costumbres de sus habitantes y, ya de paso, parodiar las guías de viaje.
12. Cuatro road trips a la española
Una buena opción es, como narra la película de David Trueba Vivir es fácil con los ojos cerrados (2013), el periplo de un profesor de Inglés de Cartagena enamorado de la música de los Beatles que decide viajar a Almería para conocer a John Lennon y sugerirle que introduzcan en sus discos las letras de las canciones. La película (y la ruta real) se convierte en una oportunidad de contemplar los extraordinarios paisajes almerienses por carreteras secundarias, sobre todo las del Cabo de Gata.
La película fue rodada en lugares como el pequeño núcleo a pie de playa de Almadraba de Monteleva; las salinas de Cabo de Gata; la carretera que lleva hacia el arrecife de las Sirenas, con sus pronunciadas curvas, o el sorprendente y desolado desierto de Tabernas, escenario donde se han grabado innumerables películas de vaqueros.
El segundo road trip nos lleva a seguir las Carreteras secundarias de Ignacio Martínez de Pisón, que el director Emilio Martínez-Lázaro llevó al cine en 1997. Cuenta la historia de un adolescente y su padre viudo, nómadas itinerantes a bordo de un Citroen DS (conocido como un Tiburón), de apartamento en apartamento, aprovechando las costas españolas en temporada baja, y que en el fondo es un viaje hacia la madurez.
Una tercera inspiración, también cinematográfica, es Los años bárbaros (1998), en la que Fernando Colomo narra, basándose en hechos reales de 1948, la huida a Francia por los Pirineos de dos estudiantes condenados a trabajos forzosos en el Valle de los Caídos a bordo de un descapotable junto a dos turistas americanas.
Por último, un viaje rocambolesco, rocanrolero y quijotesco por las carreteras hispanas que describe España de Mierda (2015), de Albert Pla, que narra la aventura de un joven cantante uruguayo y su representante madrileño que se embarcan en una gira de conciertos por varias ciudades durante la que vivirán episodios de lo más surrealista. Desde Galicia a Andalucía, es una especie de Camino de Santiago a la inversa que les lleva a pasar por Madrid, Cantabria, País Vasco, Cataluña, León y Murcia.
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