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‘Gulash’ en Budapest

El actor Mario Casas recuerda con gran cariño su viaje a la capital húngara

El actor Mario Casas.
El actor Mario Casas.

El actor Mario Casas, que acaba de estrenar el largometraje Bajo la piel de lobo, dirigida por Samu Fuentes, recuerda con gran cariño su viaje invernal a Budapest, donde rodó una película en la que, además, le obligaban a seguir una dieta estricta.

Lo de filmar en Budapest, ¿lo exigía también el guion? 

De algún modo sí, porque allí hay unos estudios exteriores con un campo de concentración reconstruido, y la película que rodábamos era El fotógrafo de Mauthausen.

¿Pasaban el día bajo la nieve? 

Así es. Budapest es perfecta para ese tipo de localizaciones. Allí se rodó El niño del pijama de rayas, y en otro estudio cercano, que tiene una zona industrial reconstruida, se filmó Blade Runner 2049. Incluso tienen decorados para películas del Oeste.

¿Y qué hacían en el tiempo libre? 

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En los pocos ratos que teníamos, paseábamos por el centro de la ciudad. También fuimos a unos baños, que es un plan muy típico de Budapest.Yo fui a uno mixto, pero sé que hay otros más tradicionales donde hombres y mujeres van por separado. El mío tenía piscinas a distintas temperaturas y un minijacuzzi desde el que se veía toda la ciudad.

Y al salir de allí, ¿cenaba un gulash? 

Durante el rodaje seguía una dieta estricta, pero los tres últimos días sí que probé el gulash, tan contundente. También me gustaban unos dulces rellenos, como unos rollitos enormes. Creo que se llaman kürtoskalács. Se los veía a la gente por la calle y hasta el final del viaje no pude probarlos.

¿Cómo llevó el régimen? 

Bien, porque comía verdura y pescado que yo mismo compraba en un mercado muy bonito del centro que se llama Nagycsarnok. Solía elegir lubina, o un pescado similar. Y el aceite de oliva también lo conseguía, pero carísimo.

Se traería algún recuerdo... 

Compré un gorro orejero como el que usa la gente allí a diario. Para cualquier paseo de una o dos horas era esencial, si no, se me congelaban las orejas. Tampoco se me ocurría salir sin guantes.

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