¿Para qué sirve un 'think tank' en África?
El tercer encuentro de centros de expertos africanos y españoles, organizado por Casa África y el Instituto Elcano en colaboración con el MAEC, se centra en poner las bases de un nuevo partenariado hispanoafricano
La nueva sociedad entre iguales para la Unión Europea y la Unión Africana todavía no ha nacido, aunque la antigua sociedad agoniza y los think tanks africanos y españoles juegan un papel fundamental en esa transición. Así lo piensa al menos Geert Laporte, director del European Think Tanks Group (ETTG) y responsable de la conferencia que cerró, el martes, el III Encuentro de Think Tanks África-España. Organizaban Casa África y el Real Instituto Elcano, con la colaboración del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Alberto Virella, Embajador en Misión Especial para el Plan África, tuvo un rol fundamental en una iniciativa que pretendía nutrir con reflexiones pertinentes y conocimiento profundo, no partisano, el nuevo impulso exterior africano del gobierno español, a caballo del III Plan África y la iniciativa Foco África 2023.
El encuentro ha experimentado una transformación radical desde que naciera en 2015, de la mano de Casa África y contando con 25 centros de pensamiento. La segunda edición se celebró dos años después, en 2017, con una docena de entidades de este tipo y con posterioridad a un diálogo que se organizó en 2016. Todas estas iniciativas tenían carácter presencial y ocuparon la sede de la Casa, aunque se han diseñado otras paralelas de la mano de apasionados del tema, como Ricardo López-Aranda, actual embajador de España en Costa de Marfil, que se responsabilizó de la clausura del primer encuentro de este tipo en Casa África. Esta semana, la reunión se mantuvo a puerta cerrada y con las reglas de Chatham House.
El programa incluía a representantes de think tanks africanos como el Instituto Sudafricano de Asuntos Exteriores (SAIIA, por sus siglas en inglés), el Centro Africano para el Comercio, la Integración y el Desarrollo (CACID), el Centro Marfileño de Investigaciones Económicas y Sociales (CIRES), el Centro Internacional de las Mujeres por el Empoderamiento (IWCE), el Centro de Políticas para el Nuevo Sur (PCNS) y el Instituto de Estudios de Seguridad (ISS). También contó con pesos pesados de la academia española que se consagra a estudiar el continente, como Albert Roca, Mbuyi Kabunda o Itziar Ruiz-Giménez, junto a representantes de la Fundación Alternativas, CIDOB, Africa 2.0 y, por supuesto, el Instituto Elcano. Se dividió en tres mesas de reflexión que se centraron en gobernanza, democracia y seguridad; industrialización verde, empleo e integración económica africana y narrativas y enfoques de política exterior post-Covid.
Se habló mucho sobre las nuevas "gafas" que debe adoptar la política europea en África, sobre la revisión de las herramientas teórico-analíticas para definir cuestiones africanas, sobre la importancia de la soberanía y de la dimensión internacional para entender el África de hoy, sobre mecanismos de análisis y diagnóstico africanos, sobre la transversalidad del género, sobre el problema del acceso a las vacunas de la Covid o sobre el multilateralismo. También sobre la misión de los think tanks en este nuevo contexto, como garantes de nuevas perspectivas que trasciendan lo más obvio y aporten una multiplicidad de visiones, como camino para que los africanos puedan influir en temas globales y tener una voz más fuerte en la arena internacional y también como espacio de diálogo.
La UE ha sido una campeona en lo que se refiere a producir estrategias, cumbres y declaraciones, conluyó Laporte, que reconoció una mejora en sus niveles de autocrítica y el reconocimiento de límites y problemas también domésticos. Laporte avisó de que las prácticas no cambian tan rápidamente como lo hacen los textos y de que sigue existiendo una brecha entre palabras y hechos. "Hay incoherencias en ambos lados y ambigüedades", precisó, explicando que la UE tiene dificultades para aceptar negociadores africanos más firmes, se tinta todavía de paternalismo y sigue esperando lealtad a cambio de dinero. También reconoció la ambigüedad de los gobiernos africanos, que carecen de estrategia clara o una agenda bien definida frente a la UE; tienen problemas a la hora de ceder soberanía a organizaciones supranacionales y, en ocasiones, prefieren perpetuar un sistema de dependencia.
El momento es propicio a los cambios y el gobierno y los expertos españoles se interesan en cómo adelantarse al futuro que llega. Hay países que jamás se interesaron antes por África y que hoy pretenden crear un partenariado basado en intereses comunes y forjar su propia estrategia africana. También se apoya a candidatos africanos para organismos internacionales, como ha sucedido con la Organización Mundial de la Salud o la Organización Mundial de Comercio. Laporte apostó por poner las divergencias sobre la mesa y negociar desde la transparencia, restablecer la agenda de gobernanza y diversificar en los partenariados entre África y Europa, más allá de los gobiernos. La juventud, como las mujeres, y el sector digital se hicieron hueco en un discurso en el que se exigió a los think tanks independencia intelectual, neutralidad y hablar con claridad. "La nueva sociedad entre iguales todavía no ha nacido, aunque la antigua sociedad está muriendo", terminó. "Asegurémonos de que evitamos la trampa de la dependencia".
El encuentro anunciaba su voluntad de preparar el terreno para la VI Cumbre UE-UA, un momento clave donde previsiblemente se adoptarán las bases para una nueva estrategia de colaboración entre ambas partes en la que España quiere ser relevante.
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