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Cómo ayudar a tu barrio cuando lo es todo para ti

Un joven del barrio chabolista de Mathare, en Kenia, ha impulsado toda una batería de ideas para mejorar la vida y medios de subsistencia de los vecinos de este barrio chabolista mediante la música, la educación, la danza y otras actividades sociales y formativas

Una residente de Mathare recibe una bolsa con alimentos de Billian.
Una residente de Mathare recibe una bolsa con alimentos de Billian.Gerald Anderson

En las comunidades informales, cada decisión se toma basándose en una jerarquía de necesidades. Los ingresos irregulares no dejan espacio para las emergencias ni permiten darse lujos. Con un suministro de energía eléctrica o de agua potable saturado e inconstante, la inexistencia de sistemas de saneamiento y una enseñanza de baja calidad debido a la insuficiencia de recursos, las comunidades informales están sometidas a las condiciones de vida más duras en Kenia. En un momento en que la covid-19 causa estragos en todo el mundo, muchas ni siquiera pueden permitirse las estrictas normas gubernamentales.

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En uno de los suburbios más antiguos, Mathare, residen aproximadamente 400.000 personas. La mayor parte de la población vive en la pobreza extrema en viviendas construidas a base de barro y chapas onduladas, explica Billian Okoth Ojiwa, líder del equipo de Billian Music Family, una organización del suburbio sin ánimo de lucro, que es centro de recursos, enseña música y prepara para sobrevivir. Las precauciones contra la covid-19 propugnadas por el Gobierno no están adaptadas a las comunidades informales, de modo que muchos residentes las pasan por alto.

“Daos un paseo por aquí y veréis que no hay muchos que lleven mascarillas o que mantengan la distancia de seguridad. Esta comunidad se enfrenta a problemas peores que la pandemia en sí; esa es nuestra visión del tema. Muchas familias no tienen para comer, y en un momento dado no hubo agua. ¿Cómo pretenden que se laven las manos sin agua?”, se lamenta Billian. "Al principio, cuando el Gobierno anunció el uso obligatorio de la mascarilla, una costaba 100 chelines kenianos (75 céntimos de euro), y eso equivale a dos kilos de harina de maíz. De modo que hay que establecer prioridades. Una familia con cinco niños necesitaría unos 700 chelines (5,42 euros). Si no tienen para comer, ¿cómo van a comprarse mascarillas?"

Billian Music Family tiene como propósito transformar la vida y los medios de subsistencia de niños y adolescentes, proporcionándoles un entorno y un espacio seguros. Busca formar jóvenes talentos y líderes, y ayudar a la comunidad de Mathare mediante la música, la educación, la danza y otras actividades sociales y formativas.

En un informe publicado por ONU-Habitat se afirma que muchos de los residentes en suburbios trabajan fuera del sector formal, perciben ingresos inestables y poseen unos ahorros mínimos. Estas personas perderán sus medios de vida cada vez que las ciudades se confinen, no tendrán ninguna posibilidad de recibir subvenciones sociales y no podrán adquirir agua, jabón, alimentos, ni tratamientos médicos. Así, en estos contextos es necesario el despliegue rápido e innovador de una renta garantizada, suministros básicos y un colchón de seguridad social para que las comunidades pongan en práctica las medidas de salud pública necesarias para luchar contra la expansión de la covid-19 en sus vecindarios.

Billian Music Family intenta facilitar la vida a los residentes de Mathare en estos tiempos impredecibles. La organización empezó proporcionando agua y mascarillas a la comunidad. Sirvió agua en cisternas hasta que el Estado asumió la tarea. Enseguida empezó a ofrecer también alimentos. Según Billian, había personas caritativas que llevaban comida a la comunidad. Eso era bueno, pero estaban matando a las tiendas de alimentación y a los pequeños establecimientos locales, opina. “Queríamos reforzar la economía local, y así nació la idea de los cupones para alimentos. Estos cupones solo pueden hacerse efectivos en las tiendas locales. La idea ha funcionado bien, al permitir que los tenderos locales también puedan sostener a sus familias”, explica.

Billian en su oficina de su organización Billian Music Family en Mathare, Nairobi.
Billian en su oficina de su organización Billian Music Family en Mathare, Nairobi.Rahab Gakuru

Los cupones de la tienda más cercana

El sistema de cupones es muy transparente. Los voluntarios de salud comunitarios identifican a las familias necesitadas. Para garantizar la fiabilidad y el éxito en la aplicación del sistema, Billian Music Family se alió con ICRISAT, una organización de investigación alimentaria compuesta por 7th Memorial Park, FootPrints for Change, Crime Sio Poa y Kenya Unite.

“La confianza es el componente más importante, en especial cuando hay dinero por medio. Kenya Unite se encarga de las cuentas. FoodPrints prepara informes semanales sobre cuántas familias han recibido alimentos y sus datos. También adjuntan los recibos del banco y de Mpesa,”, dice Billian.

ICRISAT ofrece asesoramiento técnico sobre nutrición, que es esencial para garantizar buena salud y un sistema inmunitario fuerte. “Nos enfrentamos a una enfermedad que lo ataca. Intentamos asegurarnos de que nuestra comunidad recibe una alimentación sana. Todos los fines de semana, armadas con un cupón detallado y un SMS de apoyo, las familias necesitadas recogen productos alimenticios en la tienda más cercana que se les ha asignado”, cuenta el líder del centro.

Conservar la dignidad y la autoestima

Los cupones también ayudan a conservar la dignidad. Según Billian, poner a las personas en fila y tomarles fotos para ofrecerles ayuda destruye su autoestima. “Te ponen ahí a la vista, para que todo el vecindario sepa que acudes a los servicios de beneficencia. Dependiendo de cuánto dinero recaudemos cada semana, los cupones son de 500 o 1.000 chelines (4-8 euros)”, afirma.

Billian Music Family atiende de 100 a 200 familias. Al no poder ayudar a toda la comunidad, al líder del equipo le preocupaba que las familias que se quedaban fuera, aunque no estuvieran tan necesitadas, exigieran también alimentos y productos básicos gratuitos, lo que pondría en peligro el proyecto. “Era un miedo infundado. Por el momento no hemos tenido ningún incidente”, señala.

Nos enfrentamos a una enfermedad que ataca al sistema inmunitario. Intentamos asegurarnos de que nuestra comunidad recibe una alimentación sana Billian

La formación o el talento son las formas más fáciles de salir del suburbio, afirma. Por eso, el cierre de los colegios en Kenia (se ha suspendido el curso escolar) supone un gran revés para quienes dependen de esa educación. “Visité a unos parientes hace unas tres semanas y sus hijos tenían clase por Zoom. De modo que su vida prosigue con normalidad, y aprenden, se relacionan y juegan con amigos. Pero en Mathare, los padres no pueden permitirse una clase por Internet. Aquí el cierre  supone un golpe tremendo”, se lamenta Okoth.

Y aunque Billian Music Family ha estado ofreciendo espacio para recibir clases a través de videollamada, solo puede asistir un número limitado de alumnos debido a la falta de espacio. Su prioridad son los estudiantes del último curso de secundaria. “Tenemos unos 20. Les tomamos la temperatura antes de entrar. De las clases se ocupan profesores y estudiantes universitarios. También les damos de comer para asegurarnos de que están bien alimentados. Soy muy partidario de la educación porque abre la mente a un razonamiento apropiado. También brinda una oportunidad para luchar por lo que uno merece”, señala.

El objetivo no es solo educarlos, sino también mantenerlos ocupados y alejados de la ociosidad, añade. Según Billian, el mayor reto planteado por este cierre imprevisto de colegios serán los embarazos de adolescentes. Medios de comunicación kenianos, citando datos de un sistema público de información sanitaria, informaban de que en los primeros cinco meses de 2020 acudieron a instalaciones de salud solicitando atención prenatal en el condado de Machakos unas 4.000 adolescentes. “Algunos padres me dicen que no se sienten seguros dejando a sus hijas solas en casa cuando se van a trabajar. La mayoría busca un pequeño espacio para alumnos de octavo curso, el último año de primaria”, dice.

Es difícil estar a la altura de la reputación y las expectativas que la comunidad pone en Billian Music Family. Los recursos que tienen en este momento no bastan para cubrir todo Mathare. “Organizamos debates sobre sostenibilidad con los jóvenes. Durante esta pandemia nos hemos dado cuenta de lo importante que es la agricultura y el disponer de alimentos propios. En Mathare no tenemos tierras y nunca las tendremos. Si no pensamos de forma creativa, nunca seremos agricultores”, afirma Billian, y añade: “En el futuro queremos ayudar a grupos de mujeres a alquilar terrenos. Podemos producir maíz o mijo y aportar valor adicional. Un molino y envases comunitarios”.

Mathare tiene suficiente población para consumir la harina producida, sin necesidad de acudir a mercados externos. Estos son algunos de los aspectos que se están planteando. La cadena de valor de la producción dará empleo a muchas personas de esta zona.

Para Billian, Mathare lo es todo. Nació aquí. El barrio le apoyó toda su vida, después de que perdiera a sus padres cuando estudiaba secundaria. Le ayudaron con una beca comunitaria y consiguió llegar a la universidad. “Cuando aquí suceden cosas buenas, lo celebro con el alma, y cuando ocurren cosas malas, lo siento en el alma. Le debo a la comunidad más de lo que le doy”, asegura.

Varias residentes de Mathare hacen cola para recoger comida en tiendas del barrio.
Varias residentes de Mathare hacen cola para recoger comida en tiendas del barrio.Gerald Anderson

Billian obtuvo en 2019 el premio de voluntario del año concedido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La Escuela de Música Billian ganó dos premios, al mejor documental y al mejor video musical, en el Festival de Cine Brasileño de Los Ángeles en 2019. La obra, Child of Nature, habla de unir a los niños de todo el mundo para cambiar cosas pequeñas. “Pretendemos que nuestra música sea entretenimiento educativo”, explica.

Nuestro protagonista creció sin modelos que le sirvieran de ejemplo. Ahora transmite a los niños y niñas de Mathare que nada es imposible cuando uno persevera. “Quiero trabajar con otros líderes que tengan ideas similares y utilizar las redes que tenemos para convertir Mathare en un lugar mejor. Mis nietos encontrarán una comunidad distinta, con un sistema de saneamiento fiable, electricidad y agua estables, educación de calidad y edificios altos. Esto solo será posible si tenemos los líderes adecuados en la propia comunidad”, remacha.

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