La arruga quiere ser bella en América Latina y el Caribe
La región deberá generar en 30 años un amplio ecosistema de economía plateada si quiere dar respuesta al rápido envejecimiento de su población y asegurar una vida longeva y saludable
A América Latina y al Caribe llevan años etiquetándola como una región joven. Lo sigue siendo. Las personas mayores de 60 años representan de promedio solo el 13% de la población. Únicamente Barbados y Uruguay se acercan al 20%. Sin embargo, Latinoamérica no será eternamente joven. Es la región del mundo que más rápidamente envejece. Se estima que en 2050, el 27,5% tendrá más de 60 años, uno de cada cuatro habitantes. Y en 40 años más, en 2090, ya será la región con la población más envejecida del mundo. El 36% de su población tendrá más de 60 años, según las perspectivas de la población mundial realizadas por Naciones Unidas.
No parece mucho tiempo, pero sí debería ser suficiente para que los países de la región puedan adaptar sus sistemas de protección y transformar sus economías en favor de la mejora de la calidad de vida de sus mayores. “Es un desafío y una oportunidad. El cambio demográfico viene muy rápido. Hay que empezar a ver este tema a medio y largo plazo, y nuestro reto es hacer que la región esté preparada. Y debemos verlo desde dos perspectivas que hay que visibilizar. Una, más negativa, significará tener que atender a más mayores en malas condiciones de salud. La otra, más positiva, es que también habrá cada vez más mayores con buena salud, con ganas y capacidades de seguir contribuyendo a la sociedad y disfrutar de la vida. Ahí hay una oportunidad también económicamente hablando” dice a través de videollamada Masato Okumura, coautor principal de la publicación La economía plateada en América Latina y el Caribe: el envejecimiento como oportunidad para la innovación, el emprendimiento y la inclusión realizada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El punto de partida no es el mejor. Las ciudades de América Latina no son, hoy por hoy, lugares donde se envejezca bien. Lo saben en los barrios populares del Sur de Bogotá. Allí Luis García, de 62 años, no cobra pensión, tan solo una ayuda de 125.000 pesos al mes de la alcaldía de la capital colombiana, unos 30 euros. Obtiene un euro o dos más diariamente vendiendo bolsas de basura y barritas de incienso en la calle. Su situación de salud es también delicada. Tiene artritis y una discapacidad por las secuelas que le dejó una parálisis cerebral, además de gastritis y sufrir depresiones. Está solo, sin apoyo familiar, y ha de pagar el alquiler de la modesta habitación donde vive.
En 2090, América Latina y el Caribe ya será la región más envejecida del mundo. El 36% de su población tendrá más de 60 años
Muy cerca vive Doña María Gutiérrez. A sus 70 años tiene una vida comunitaria muy activa. Antes de la pandemia, iba dos veces por semana al grupo de danzas del barrio y recién había empezado a estudiar la secundaria tras haberse sacado la primaria. Doña María se quedó viuda muy joven, pero sacó a sus dos hijas adelante. Ella sí cobra una pensión de 800.000 pesos, unos 200 euros al mes, muy poco para los más de 30 años que trabajó. Con ese dinero resuelve sus necesidades básicas porque afortunadamente para ella tiene su propia casa y no ha de pagar alquiler.
Don Luis y Doña María son dos caras de la misma moneda y forman parte de esa población adulta mayor latinoamericana, tan heterogénea como vulnerable, muchas veces invisibilizada y con escasa protección social. Así las cosas, la pregunta es si América Latina estará preparada para afrontar el envejecimiento de su población y si tendrá las capacidades y los recursos suficientes para atender sus demandas. Mucho han de cambiar las cosas. Los retos son enormes.
Pensiones, salud y dependencia
La presión del envejecimiento poblacional debería hacer indispensable poner en marcha reformas profundas en las políticas públicas latinoamericanas en lo que se refiere a sistemas pensionales, salud y en atención a la dependencia. “El gasto público social en general está sesgado en América Latina y el Caribe hacia los adultos mayores con pensiones contributivas que en algunos países son generosas, pero se comen gran parte del gasto público; en otros, donde por la informalidad de la economía, hay poca gente cubierta por un sistema contributivo, y en otros casos mucha gente recibe pensiones muy insuficientes. Son en general sistemas anticuados e injustos que hay que flexibilizar”, dice por videollamada Marco Stampini, también coautor de la publicación sobre economía plateada y especialista líder en la división de protección social y salud del BID, una institución que en 2015 creo la Red de Pensiones en América Latina y el Caribe (Red PLAC) como espacio para el debate sobre el presente y el futuro de los sistemas de pensiones.
En lo que respecta a la salud de los mayores de la región, se prevé también un empeoramiento para el 2050 que no tiene que ver solo con cuestiones de edad, sino debido a tendencias como el estilo de vida y la mala alimentación que todavía habría tiempo de revertir. Y es que la diabetes o factores de riesgo como la tensión alta están aumentando en algunos países de la región de forma preocupante. “Deben reformarse los sistemas de salud priorizando la atención primaria y la atención personalizada para poner más foco en las enfermedades crónicas”, dice Stampini.
Igualmente, la autonomía de millones de personas empeorará en 30 años. Hoy ocho millones de adultos mayores presentan dependencia funcional en la región. Es el 12% de las personas mayores de 60 años. En 2050, estiman que superarán los 27 millones. Stampini es un gran conocedor de esta realidad e igualmente coautor de otra de las publicaciones sobre el tema. Se llama Envejecer con cuidado: Atención a la dependencia en América Latina y el Caribe y pone de manifiesto la necesidad de empezar a construir sistemas de atención a la dependencia y sensibilizar a los tomadores de decisiones políticas y a la sociedad civil. “En el tema de cuidados está casi todo por hacer. Solo Uruguay y en menor medida Argentina, Chile y Costa Rica han empezado a implementar sistemas de atención a la dependencia. Es apremiante empezarlos a construir”, señala el experto.
Con todo, el sector público, con excepciones, no ve como una prioridad actuar frente al envejecimiento de la población. Tampoco el sector privado parece ver todavía la rentabilidad. El BID es una de las pocas instituciones que lleva ya unos años alertando de la necesidad que la región empiece a trabajar por sus mayores y tratando de poner este tema en la agenda. La protección social y la salud con su necesidad de reformas urgentes son esenciales para esta entidad que también cree necesario que se ponga el foco en otros aspectos que tienen que ver con las oportunidades económicas relacionadas con la demanda de bienes y servicios de la población mayor como consumidores. Es parte de la llamada economía plateada dirigida especialmente a aquellas personas mayores que a pesar de la edad continuarán teniendo una vida activa. Los expertos advierten del potencial de un sector que parte prácticamente de cero y que debería mirarse en el espejo de Europa o de Japón donde la economía plateada se ha convertido en un motor económico.
El sector tiene potencial, y debería mirarse en el espejo de Europa o de Japón, donde la economía plateada se ha convertido en un motor económico
Ya se han identificado infinidad de desafíos y oportunidades de inversión e innovación que tienen el potencial de convertirse en soluciones para la gente mayor. Tienen que ver con servicios de salud, atención a la dependencia, productos financieros, vivienda, adaptación de infraestructuras urbanas, transportes o consumo; sectores como el turismo, la moda, la alimentación o el ocio pueden tener mucha relevancia.
También se plantean como desafíos y oportunidades otras opciones más de inclusión relacionadas con la participación activa de los adultos mayores en el mercado laboral o en la oferta educativa. “Alrededor de la economía plateada hay muchas potencialidades y queremos empujar el emprendimiento de jóvenes e incluso también de mayores que puedan dar ideas de servicios y soluciones innovadoras que nosotros podamos financiar. Una ventaja que tenemos es que ya existen buenas experiencias en otras partes del mundo de las que aprender”, dice Masato Okumura.
Uruguay, el aventajado
Uruguay será el banco de pruebas del BID. Con apenas 3,5 millones de habitantes, donde el 19% ya tiene más de 60 años, es de los pocos países de la región que está teniendo la visión política de empezar a poner el acento en el envejecimiento de la población. Uruguay tiene ya un sistema nacional de cuidados a la dependencia y cuenta además con unos buenos niveles de protección social, entre los cuales se encuentra la universalidad de sus pensiones
El BID quiere desarrollar en el país charrúa un proyecto de ecosistema de emprendimiento hacia el mercado de la tercera edad. “Es una economía que yo llamo economía invisible a la que nadie presta atención. Está casi todo por hacer. Queremos, primero, crear conocimiento sobre los adultos mayores; segundo, generar conciencia y, después, ver cómo podemos movilizar el ecosistema emprendedor local y regional para, desde nuestro papel, ayudarles a conformar servicios y productos de calidad que satisfagan la demanda de los mayores sin olvidarnos de revalorizar el conocimiento que tienen y lo que nos pueden aportar”, explica por videollamada Ana Castillo, especialista senior del BIDLab en Uruguay.
También la pandemia puede verse como una oportunidad. Uruguay la supo enfrentar y controlar bien, pero a nadie se le escapa que la covid-19 ha dejado en evidencia la vulnerabilidad física y social de las generaciones mayores. A 30 años de que Latinoamérica y el Caribe sean una región más envejecida, Masato Okumura, Marco Stampini y Ana Castillo quieren ser optimistas. Que la arruga sea bella en esta parte del mundo dependerá de muchos factores. ”Quisiera que nuestros mayores tuvieran acceso a las oportunidades que les interesan, sean de empleo, de emprendimiento, de educación, de consumo o entretenimiento y que estén atendidos”, señala Masato. “Deberían tener una buena cobertura de pensiones que llegue a toda la gente, servicios de salud de calidad muy cerca de ellos y un aseguramiento contra el riesgo de dependencia. Paralelamente, me gustaría que se ganase esta batalla contra el edadismo y que el adulto mayor se vea como parte de la sociedad y participe. Sería un escenario con muy poca inequidad y la inequidad es una característica de América Latina y el Caribe. Que desaparezcan estas inequidades para los adultos mayores en 30 años lo veo difícil, pero quiero ser optimista”, añade Stampini.
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