Nunca clave sus palillos en el arroz: historia de un utensilio capaz de desatar una crisis diplomática
Nixon aprendió a comer con ellos a conciencia antes de un viaje a China para limar asperezas. Con él, decenas de dirigentes de todo el mundo han usado estos dos palos, exponentes del diseño minimalista, como arma para sus relaciones internacionales
Cuando uno agarra unos palillos para comer comida oriental suelen entrarle unas ganas tremendas de utilizarlos a modo de baquetas para marcar algún ritmo sobre el plato o sobre el borde de la mesa. No lo haga: es una de las mayores muestras de mala educación que pueden perpetrarse. Indica impaciencia y puede incomodar al anfitrión.
Los palillos tienen las virtudes de un gran diseño: extrema sencillez y gran utilidad. Es un instrumento lleno de sutilezas: a pesar de su aparente simplicidad esconde un mundo profundo y complejo que va desde las citadas normas de cortesía, las diferentes tipologías o su influencia en el diseño de los platos o de las costumbres gastronómicas.
Alrededor de 1.500 millones de personas en el planeta utilizan palillos cotidianamente para alimentarse. Surgieron en China pero se expandieron, como otras facetas de su cultura, a países cercanos como Corea, Vietnam o Japón. Según el país, el diseño tradicional puede variar: en Corea los palillos pueden ser más cortos y metálicos (ya que las carnes a la brasa son típicas de la gastronomía coreana), en Japón los palillos tienen la punta más fina, lo que permite un uso más preciso, mientras que los chinos suelen ser de madera y con la punta más redondeada, y los vietnamitas tienen un tamaño medio y son planos.
Cuesta imaginar tantas variaciones de dos palos y, sin embargo, la creatividad de los diseñadores especializados es inagotable, y no solo en materiales, silueta y dibujos. Prueba de ello son el modelo Rassen, del arquitecto y diseñador canadiense afincado en Japón Nendo (Oki Sato) para Hashikura Matsukan, que se enrollan sobre sí mismos para formar un solo elemento cuando no están en uso, resolviendo así el problema de los calcetines desparejados que con toda probabilidad se extiende a los palillos. Para Nendo, ningún objeto es tan atemporal o sencillo que no pueda ser actualizado por el diseño. En otra aproximación para resolver la misma ecuación, Oki Sato dio con los Kamiai, que se encajan mediante un sistema de imanes; e Integral Design creó la versión retractable: Compact Chopsticks.
Los híbridos del francés Aïssa Logerot (Spoon Plus) o GSI Outdoors (Kung Foon) convierten los palillos en cubiertos occidentales, en caso de extrema confusión. La invención del diseñador Samuel Barzdo contiene un pequeño depósito de cristal en la parte posterior, que permite envenenar a un comensal de forma disimulada, o simplemente añadir unas gotitas de soja al sushi. Y el japonés Mikiya Kobayashi desarrolló Uki Hashi / Restless Chopsticks, un modelo que se apoya sin rozar la mesa ni la servilleta y evita así la transmisión de gérmenes.
De regreso a la tradición, una leyenda oriental dice que en el infierno los palillos son tan largos que nadie puede alimentarse. En el cielo son igual de largos: la diferencia es que allí unos alimentan a los otros.
Fiestas, orgías y diplomacia con palillos
Este instrumento se utiliza al menos desde el Neolítico, época de la que se han encontrado palillos de hueso, aunque no siempre estuvo tan popularizado en el Asia oriental. "En aquellos tiempos no estaba tan extendido el uso del arroz y del trigo, sino que la alimentación se basaba en otro cereal: el mijo", explica David Sevillano, profesor del Área de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Como el mijo es un cereal de grano pequeño, predominaban las cocciones, la sopa y las gachas, para las que los palillos eran de poca utilidad. "De hecho, los palillos estuvieron asociados a las élites", añade el profesor.
Algunas de las primeras referencias a los palillos se incluyen en leyendas sobre el último rey de la dinastía Shang (hasta el año 1122 antes de nuestra era): "Al rey Zhou se le pinta como un mal gobernante, un tirano que malgasta la riqueza del pueblo en fiestas y orgías donde usaba palillos de marfil y cuencos de jade como símbolo de ostentación", dice Sevillano.
Ya durante la dinastía Han, en el s. I, aparecen innovaciones como el trigo y la piedra de molino. "Esto permite hacer pasta, fideos, lo que comienza a popularizar el uso de los palillos, sobre todo a partir del s. X", dice el experto. Además, la aparición de los aceites vegetales (sésamo, colza), a partir del s. III, propicia la incorporación de frituras a la gastronomía, también susceptibles de ser consumidas de esta manera.
De ahí a la conocida como "diplomacia de los palillos", aquel viaje del presidente estadounidense Richard Nixon y del secretario de Estado Henry Kissinger a China para restaurar las deterioradas relaciones con aquel país, y para el que tuvieron que aprender a utilizar los chopsticks, pasaron 10 siglos de lenta pero firme conquista del palillo.
"El diplomático japonés Ono No Imoko viajó a la China en el s. VII, enviado por la emperatriz Suiko, y se dice que se llevó los palillos de vuelta a su país", explica la historiadora y arqueóloga Irene M. Muñoz, integrante del Grupo de Investigación Asia de la UCM e investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Es en la dinastía Tang, que termina en el s. X, cuando la cultura China se exporta a otros países cercanos y los palillos aparecen hasta en algún poema del célebre poeta Li Pai (ese que, según la leyenda, se ahogó en el río Yangzi, borracho, por querer abrazar el reflejo de la luna). Su salto definitivo a occidente fue la imagen televisada del presidente norteamericano esforzándose con aquellos instrumentos. No fue el primero, ni desde luego el último, pero sí el más conocido testimonio gráfico de los nuevos derroteros del mundo.
En bocado pequeño
Los palillos son de por sí un instrumento diplomático. Un relato ampliamente difundido, aunque controvertido, dice que, con la llegada de las ideas confucianas de no violencia, los cuchillos comenzaron a considerarse como armas, de modo que no estaban presentes en la mesa. Lo que sí es seguro es que el peculiar diseño de la comida oriental –con los alimentos troceados en tamaño de bocado– y el de estos instrumentos están fuertemente relacionados.
"El hecho de que la comida oriental se presente en trozos pequeños también puede tener que ver con una forma de ahorro de combustible: los trozos pequeños se cocinan más rápidamente que los trozos grandes, usando menos carbón", apuntan Berta Bonet y Jesús Bardolet, creadores de la página web Muy Japonés y autores de la guía Qué comer en Japón. Hay vida más allá del sushi.
¿Y qué hay del tenedor? También existió en Asia. "Se han encontrado tenedores de dos púas, parecidos a los de trinchar la carne", explica Muñoz, "eran utilizados por algunas tribus nómadas en los alrededores de China, aunque cayeron en desuso".
"Es probable que los primeros palillos fueran utilizados para cocinar y no quemarse al voltear los alimentos y como pinzas para transportar los alimentos al fuego y sacarlos una vez que estaban cocinados", añaden los autores. De la cocina pasaron a la mesa. Y desde el punto de vista digestivo, hay quien defiende que los palillos permiten mejores digestiones e incluso la pérdida de peso. Los palillos hacen comer de forma más pausada, más saciante y reducen la aerofagia.
Palillos de museo o de usar y tirar
Facilitadores del buen comer o instrumentos del infierno, en Asia existen museos donde se muestra la gran variedad de palillos que se ha llegado a producir. En la localidad japonesa de Obama se fabricaron en 2009 los más grandes del mundo, de 8,4 metros de longitud, propios de las pesadillas de sus ancestros en el más allá y récord Guiness en esta curiosa disciplina. Se exponen en el museo Wakasa, más tienda que sala únicamente expositiva. El museo de Kuài Zi, en Shanghai, recoge hasta 2.000 pares de estos utensilios, incluido uno de la dinastía Tang.
Aunque cotidianamente se utilizan palillos de usar y tirar, los hay con lujosas incrustaciones y tallas, de oro, plata, madera lacada, jade, marfil, coral, etcétera. Hasta la prestigiosa marca Louis Vuitton ha lanzado sus propios palillos de diseño: la caja tiene el mismo estampado que sus célebres bolsos. En el extremo opuesto, los primeros utensilios desechables son obra de los japoneses, en 1878.
"Los waribashi, palillos fabricados con una pequeña pieza de madera cortada por la mitad, lista para que el cliente la separe y use los dos trozos resultantes", apuntan Bonet y Bardolet, "llevan usándose desde comienzos de la industria de la restauración japonesa, en el siglo XVIII, pues entregar un par de palillos nuevos a cada cliente era la única forma de que el dueño de un restaurante pudiese asegurar a su clientela que lo que se estaba llevando a la boca no estaba profanado".
Japón utiliza anualmente más de 24.000 millones de palillos y China más de 45.000 millones. El uso es ya abuso y, para evitar el problema medioambiental de la deforestación de árboles como el álamo y el abedul, el gobierno chino impone altas tasas a los palillos desechables.
Ni se te ocurra clavarlos en el arroz
Podría decirse que está mal visto comer con palillos desechables. En Japón es habitual que cada persona tenga su juego de palillos reutilizable, así como en Corea es tradicional que sean de metal. Pero la sostenibilidad no ha permeado aún en el protocolo.
Las primeras normas de cortesía con los palillos aparecen en el Libro de los ritos, uno de los textos clásicos del confucianismo, durante la dinastía Zhou. Aunque en cada país existen variaciones, hay un corpus de consenso sobre gestos de mala educación. Los palillos no se deben chupar, no se deben utilizar a modo de baquetas, ni pinchar la comida con ellos. Tampoco se deben usar para señalar a otras personas. Ni deben dejarse apoyados encima del cuenco: según una tradición marinera, atrae los naufragios. Y es preciso, cuando se toma comida de la fuente común, ser directo y no rebuscar con nuestros palillos, que nos hemos metido en la boca (en ocasiones hay palillos exclusivamente para servir).
Eso sí, lo peor que se puede hacer con los palillos es clavarlos perpendicularmente en el bol de arroz. "Se trata de un rito funerario, de modo que hacerlo en la mesa es una forma de banalizar los rituales y a los difuntos", explica Sevillano. Las personas orientales que abren restaurantes en Occidente deben estar horrorizadas por el uso que hacemos de sus preciados utensilios. Aunque, como concluye el profesor, "suelen ser bastante comprensivos con las prácticas de los extranjeros que no conocen las normas".
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