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Volver al cole después de que te hayan dejado embarazada en una epidemia

Sucedió tras el ébola en 2015 y puede volver a repetirse con el coronavirus. Entonces se detectó un aumento de madres adolescentes. Los expertos aplican las lecciones de esa crisis para garantizar que las niñas regresen a la escuela después de la pandemia

Tres alumnas y un alumno se preparan para regresar al colegio en esta foto de abril de 2015 en Freetown, capital de Sierra Leona.
Tres alumnas y un alumno se preparan para regresar al colegio en esta foto de abril de 2015 en Freetown, capital de Sierra Leona.UNICEF/UNI182859/Bindra

En abril de 2015, después de que el ébola asolara Sierra Leona y paralizara África Occidental, comenzaron a reabrir las escuelas. Miles de niños regresaron con ilusión al colegio tras nueve meses encerrados en sus casas. Pero Isatu, de 13 años, y sus hermanos no pudieron hacerlo. La adolescente, huérfana a causa del ébola, al igual que alrededor de 9.000 niños más, tenía que cuidar de un bebé recién nacido. Un hombre de veintitantos años que había ayudado a dar de comer a la hambrienta familia de Isatu durante el brote la había violado y dejado embarazada.

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Al final del brote, Isatu se vio sola para cuidar de su hijo y de sus dos hermanos pequeños. En lugar de volver a sus clases de matemáticas, lectura y escritura, se pasaba el día vendiendo basura reciclada para sobrevivir. Durante el brote del ébola de 2014-2016, los embarazos de adolescentes se incrementaron nada menos que en un 65% en algunas comunidades de Sierra Leona. Hasta marzo de 2019, las escuelas en este país prohibían a las niñas embarazadas asistir a las clases. Miles de ellas abandonaron sus estudios o no recibieron escolarización en los años siguientes, según dicen los expertos, debido a la combinación de los embarazos de adolescentes, los matrimonios precoces, la pobreza, la pérdida de cuidadores, las actitudes negativas de los padres con respecto a la educación, así como la precaria calidad de la enseñanza.

Ahora la comunidad internacional está lidiando con una nueva crisis sanitaria por la covid-19 que ha agudizado la inseguridad económica y alimentaria, ha cerrado escuelas y ha llevado a un aumento de la violencia de género en el mundo entero. Los expertos señalan que deberían extraerse lecciones de la crisis del ébola y que de inmediato deberían implementarse medidas de respuesta para garantizar que los niños, en especial las niñas, puedan regresar a la escuela una vez que remita la crisis.

Dado que la pandemia y los confinamientos tienen a millones de personas en sus casas, y que países como Sierra Leona ya viven una delicada economía post-ébola, algunas organizaciones en África Occidental como Plan International, Unicef y Street Child se apresuran para facilitar enseñanza suplementaria fuera de las aulas y asistencia económica, además de trabajar con los Gobiernos y los agentes educativos para garantizar que los niños puedan regresar a la escuela. “Creo que es crucial que todos trabajemos colectivamente con los Gobiernos y con todos los actores para planificar la reapertura de las escuelas con mucho cuidado y de un modo muy proactivo para llegar a los más vulnerables”, afirma Robert Jenkins, director de Educación de Unicef.

Se repite la historia

Algunos padres en Sierra Leona comenzaron a sacar a sus hijos de los centros educativos antes de que estas cerraran sus puertas en marzo debido al riesgo de infección por coronavirus. Hoy miles de niños en África Occidental están sin escolarizar, exactamente igual que durante el estallido del ébola. Las comunidades que todavía tienen que recuperarse económicamente de la anterior crisis temen no ser capaces de llegar a fin de mes y dar sustento a sus familias.

Las niñas como Isatu, que ya no tienen padres que las protejan y cuiden de ellas, son algunas de las más vulnerables. “Los hombres y los chicos se aprovechan de ellas ofreciéndoles, por ejemplo, sustento y ayuda a cambio de sexo y, durante ese proceso, muchas se quedan embarazadas”, asegura Sia Lajaku-Williams, nativa de Sierra Leona y directora de programas de Street Child, una organización internacional centrada en infancia y la educación.

Esta y otras entidades ofrecen educación sobre planificación familiar y salud reproductiva. Sin embargo, estos mensajes pueden ser difíciles de comunicar durante una crisis como la del ébola o la covid-19. “Lo que sucede es que las mujeres y las niñas no pueden acceder a los servicios de salud reproductiva”, explica Yeva Avakyan, vicepresidenta adjunta de igualdad de género en Save the Children. “Nosotros abogamos por que estos servicios sigan estando abiertos y siendo accesibles”, añade.

Los hombres y los chicos se aprovechan de ellas ofreciéndoles, por ejemplo, sustento y ayuda a cambio de sexo y, durante ese proceso, muchas se quedan embarazadas

Según los expertos, las organizaciones tienen que prestar apoyo a las poblaciones vulnerables ahora con el fin de abordar la salud, la educación y otras necesidades. Unicef y Save the Children están desarrollando planes de estudio alternativos en diferentes medios de comunicación, como la televisión y la radio, para que estos sean utilizados mientras las escuelas permanecen cerradas. Pero sin una escuela física a la que asistir, muchos niños no pueden cubrir sus necesidades básicas, como comer. Lajaku-Williams y su equipo de Street Child, por ejemplo, han respondido estableciendo programas de reparto de alimentos —para la comida y la cena— para unos 800 menores que, de otro modo, podrían pasar hambre mientras las escuelas están cerradas. El acceso a agua potable es otra de las prioridades según Unicef, que intensificará sus esfuerzos en la purificación del agua en África occidental mientras persista la pandemia.

La frágil coyuntura económica del país y la actitud subyacente ante la educación —la creencia de que ellas deberían consagrarse a casarse y tener hijos— también supusieron un desafío para que las niñas volvieran a las escuelas una vez que estas reabrieron. “Mandar a los hijos al colegio cuesta dinero”, explica Tessie San Martin, presidenta y directora ejecutiva de Plan International EE UU. “Hay que proporcionarles dinero para el transporte, el uniforme, los libros y demás. Si una familia no tiene recursos o si sus medios son limitados y tiene… varios hijos, le aseguro que no serán las niñas las que los recibirán”, remacha.

Ofrecer a las familias los recursos para que puedan sustentar a todos sus hijos evita que sean ellas las que tengan que decidir, aseguran varias voces. Por otro lado, las actitudes que rodean la educación femenina están cambiando lentamente en Sierra Leona. Entre 2004 y 2018 la tasa de alfabetización de las chicas entre 15 y 24 años aumentó en más de un 25%, lo cual redujo las diferencias entre sexos en casi 15 puntos. Ese respaldo vital es lo que brindó a Isatu una segunda oportunidad. En 2016 pudo regresar a la escuela secundaria gracias a una ayuda económica y a la asistencia de Street Child. En 2017, sus hermanos también se matricularon.

Lajaku-Williams afirma que, mientras los colegios de todo el mundo permanecen cerrados debido al coronavirus y mientras pequeños como Isatu están de nuevo en sus hogares, lo esencial es apoyar ahora a las comunidades con el objetivo de garantizar que puedan regresar a las aulas cuando estas abran, lo mismo que después de la crisis del ébola. “Fuimos capaces de tener un efecto positivo en sus vidas y de invertir la situación”.

Esta historia ha sido producida por The Fuller Project, una organización periodística no lucrativa que visibiliza los problemas globales que impactan en la vida de las mujeres.

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