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Aceras de un solo sentido y tiendas de ropa sin música: así pinta el futuro una guía de 313 ideas para evitar la infección

El mundo cambiará en los próximos meses pero, ¿tanto como sugieren las opciones que estos científicos ponen sobre la mesa?

Andrés Masa Negreira

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La nueva normalidad... No hay meta más anhelada, ni más abstracta: nadie sabe cómo será un mundo en el que lo nuevo sea normal y la amenaza del nuevo coronavirus esté completamente controlada. Pero, si se asemeja a lo que pintan las 313 propuestas de un grupo de trabajo en el que participan varias instituciones académicas británicas, entre las que figura la Universidad de Cambridge, será de todo menos normal. Con sus ideas en práctica, tendríamos que aprender hasta a sacar la basura. Pero si funcionan...

Los científicos han reunido las propuestas en una página web, en la que dejan claro que su única intención es que sirvan como opciones. Puedes interpretarlas como una guía para explorar el futuro hasta que este nos alcance con certezas más sólidas acerca de lo que es conveniente e indeseable. Los españoles ya conocemos algunas. Por ejemplo, sabemos lo que es el teletrabajo, los colegios virtuales, que, en algunos casos, son de lo más reales; y empezamos a familiarizarnos con los dispensadores de gel hidroalcohólico en tiendas y lugares de trabajo. También hay quien ya sabe lo que es consultar el menú de un restaurante en su propio móvil y algunas comunidades autónomas comienzan a aceptar la posibilidad de hacer turnos para acudir a espacios compartidos, como las aulas de los colegios. Pero hay otras ideas que pintan un futuro en el que las costumbres, el diseño y la tecnología son de otro mundo. Quizá, no dentro de mucho, del nuestro.

Cómo ayudaría cortar el hilo musical de las tiendas

Que mantener la distancia física es la mejor manera de prevenir el contagio de la covid-19 es la certeza en la que se construirá la nueva normalidad, y se basa en el conocimiento de que el virus suele transmitirse en las gotas de menos de 5 micras (0,000005 metros) que expulsamos al hablar, toser y estornudar. Hay medidas obvias para lograr el distanciamiento, otras no lo son tanto. Por ejemplo, reducir el ruido ambiental podría facilitar el distanciamiento porque evitaría que las personas se acercasen demasiado o tuvieran que alzar la voz, dicen los científicos. ¿Adiós al estruendoso hilo musical de tantas tiendas de moda? Puede ser, al menos a corto plazo. Lo que ya parece mucho pedir es conseguir no "hablar innecesariamente cuando las personas se encuentren en contacto estrecho", algo que la iniciativa también anima a promover.

Tampoco parece que de momento vaya a prosperar la idea de separar a los ciclistas, corredores y resto de viandantes, como propone la página web, ni la de que las aceras sean de un solo sentido. Pero en un mundo en el que se pusieran en práctica las 313 ideas, esta ordenación del tránsito de las personas estaría en la calle y también en los entornos de trabajo, bajo la convicción de que así las personas se acercan menos las unas a las otras. Si la nueva normalidad llegase a ese punto, ya puedes olvidarte de cruzarte con el vecino.

Si la realidad obedeciera a las opciones que los científicos ponen sobre la mesa, el control del entorno de las personas sería aún mayor: entre los centenares de ideas, destaca la de que cada una declare cómo es su "burbuja", o sea, que haga una lista de personas con las que convive o se relaciona durante el confinamiento (como han hecho Nueva Zelanda). El motivo es que ello ayudaría a conocer los movimientos del virus en caso de infección… siempre que se usen apps para seguir los pasos de los infectados, otra de las sugerencias de los científicos.

Nuevos diseños para el cubo de la basura

Es fácil comprobar que la nueva normalidad merecerá ese nombre en el capítulo de los saludos: según la lista, evolucionarán hacia formas como el choque de codos, que hace ya tiempo que se practica. También está claro que la manera de tocar los objetos del entorno será distinta, más higiénica y, en cierto modo, extraña. Los científicos proponen usar las rodillas o la espalda para mover objetos pesados como las puertas, hasta ahí nada extravagante, pero también que aprendamos a utilizar las articulaciones de los dedos en lugar de las yemas para operaciones más delicadas, como accionar los pomos de las puertas. Tiene sentido si se tiene en cuenta que son las puntas de los dedos lo que solemos llevar a los ojos, la nariz y la boca, y es posible que un buen número de personas lo consigan. Pero, ante el reto de cambiar gestos tan arraigados se impone el recurso del diseño.

No solo los pomos de las puertas pueden adaptarse para evitar el contagio, sino que en un mundo pintado con las 313 sugerencias para evitar la expansión del SARS-CoV-2, un viajero en el tiempo del siglo XX no sabría ni tirar la basura. Es la nueva normalidad del "NO TOCAR", el diseño marca la frontera entre individuos, y no solo a base de las mamparas de metacrilato que hace tiempo se ven en los comercios españoles. Entre las opciones que apuntan los científicos está la de que solo una persona toque objetos comunes, como las mangueras de los surtidores de las gasolineras (en esta realidad, uno dejaría que le sirviesen el combustible y usaría un medio de pago que no implicase contacto sin bajarse del vehículo)

Pero también otras como adaptar este tipo de objetos para que cada uno lo toque por un lugar distinto. Por ejemplo, proponen la opción de diseñar los cubos de basura de tal manera que los usuarios solo pongan sus manos en una zona y los operarios de limpieza en otra bien diferenciada. Un reto sencillo, en comparación con el de diseñar una caja en la que guardar el correo durante unos días pero permita seleccionar los sobres urgentes...

¿Quieres entrar? Pues mira la cámara

Puede que en el futuro veamos superficies de cobre donde no las había, ya que, apuntan los científicos, este metal tiene la propiedad de desactivar los virus más deprisa que otros materiales. Puede que los fabricantes de vehículos eléctricos tengan en cuenta la opción que ofrecen de desarrollar sistemas de carga inalámbricos. Quizá cargaremos otros electrodomésticos de esta manera para evitar el contacto, como también proponen. Lo que cuesta imaginar es que los métodos tecnológicos para controlar el aforo que proponen acaben formando parte de la rutina.

Entre las ideas que recoge la página web, llama la atención la de usar la geolocalización de los teléfonos móviles para señalar en el mapa las áreas más congestionadas, una información que puede ser interesante, por ejemplo, antes de salir de casa. Y las hay más sugerentes. En las habitaciones o los vagones de metro, por ejemplo, podrían instalarse cámaras que distribuirían la imagen por wifi, y que cualquiera podría consultar para saber si debería entrar o sería mejor esperar a que el espacio estuviera menos congestionado.

También está la idea de que un sistema cuente las personas que entran en un local a través de las señales wifi de sus móviles y se cierren automáticamente una vez el aforo esté completo (se entiende que para dejarles salir cuando lo deseen). Ante este panorama, la idea de usar drones o vehículos autónomos para le reparto casi es descafeinada...

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