Tres claves para que adolescentes y padres superen el confinamiento
Más de un mes en casa sin sus actividades deportivas, su rutina y su vida social puede provocar en los chavales frustración e irritación. La flexibilidad y el respeto a la intimidad son esenciales
Tras el decreto del 14 de marzo, la idea de pasar 15 días encerrados con un adolescente resultó compleja, pero llevadera. Había que hacer acopio de paciencia para manejar la situación sin que hubiera grandes altercados. Y algo más de flexibilidad por nuestra parte con el uso —y abuso— que ellos quisieran hacer con la tecnología. Era una misión aceptable. Pero de aquello ha pasado ya más de un mes y la luz ni siquiera se ve al final del túnel. Los padres de niños pequeños cuentan con una posibilidad de desahogo a partir del 27 de abril, pero por ahora, los adolescentes quizás deban seguir en casa…
No es una situación envidiable si tenemos en cuenta cómo las hormonas revolotean a su alrededor. Léase: humor cambiante, necesidad imperiosa de espacio, pereza incontrolable, desorden como modo de vida… A pesar de todo ello, hay que seguir haciendo un esfuerzo para sobrellevar una situación que empieza a pesarles —y mucho— a ellos y a nosotros, por supuesto.
La herramienta estrella
De nuevo, los expertos aconsejan hacer uso de las herramientas más eficientes en estos casos: empatía y paciencia. Es ya mucho tiempo de encierro y es probable que hayamos notado en ellos “sentimientos de tristeza, ansiedad, irritabilidad y desmotivación”. Lo cuenta Félix Notario, pediatra y vocal de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA): “Hay que entender que esta situación es aún más complicada en la etapa evolutiva en la que se encuentran. La adolescencia ya de por sí genera ansiedad, intensos cambios hormonales, una transición entre la infancia y la vida adulta. Si a esto le sumamos una situación incierta, la cosa se complica”. En efecto, no saber ni hasta cuándo va a durar ni qué va a pasar a continuación, es para ellos aún más estresante que para los adultos.
Y aún más desmotivador, un mal contra el que no es fácil luchar. “Podemos motivarles con reforzadores, algo que deseen hacer con todas sus fuerzas cuando pase esta situación. Hablar con ellos para que expresen sus sentimientos”. Pero claro, esa falta de motivación también se traslada a los estudios. Qué difícil conseguir que le dediquen tiempo a asignaturas que se les resisten sin clases presenciales, sin profesores a los que preguntar cara a cara, sin saber cómo se les va a evaluar… En este sentido, Notario incita a los padres a adoptar el rol de tutor, ayudándoles a establecer un horario y un cumplimiento del temario. Pero siempre teniendo en cuenta que “seguir estudiando con la misma intensidad que durante el curso normativo, en una situación incierta y desconocida, tiene mucho mérito. Muchos adolescentes no están preparados para esta responsabilidad. Suelen tener dificultades para ver las consecuencias a largo plazo”.
¿Y qué pasa con las pantallas?
La tecnología es el gran caballo de batalla de la mayoría de los padres de chicos y chicas de estas edades. Es inevitable que la usen y sabemos que la flexibilidad debe primar durante el encierro. ¿Pero hasta qué punto? Para Notario “el límite se encuentra en la variedad de actividades a lo largo del día”. Está claro que los amigos y las relaciones sociales son fundamentales en esta etapa evolutiva, y ahora su única vía para mantenerlas es WhatsApp, Instagram, etc. “No poder estar con sus amigos ni salir a los sitios habituales de ocio, puede provocar en ellos sentimientos de impotencia y frustración. Es necesario animarles a mantener la relación con sus amigos aunque sea a distancia. Si un día están más tristes, pueden sentir la necesidad de hablar más con sus amigos y debemos permitírselo”.
Todo eso al tiempo que se reducen los conflictos con el fin de que haya un ambiente de buena convivencia. Notario aboga por no entrar en discusiones innecesarias con ellos, “mostrarse comprensivo y facilitador. Si penalizamos cada acción de nuestro adolescente, estaremos generando una relación instaurada en el conflicto, con sentimientos continuos de rabia y enfado. Lo que dificultará la comunicación entre nosotros y provocará un clima de tensión familiar”. Ahí entra en juego el famoso desorden propio de la edad: se acabó lo de llamarles la atención por dejar las zapatillas en medio dela habitación. O por no hacerse la cama hasta la noche. O por no guardar la ropa recién planchada…. Todo sea por la convivencia en tiempo de coronavirus. Pero, como dice María José Mellado, pediatra y presidenta de la Asociación Española de Pediatría, “es el momento de centrarnos en las cosas importantes y no desgastar nuestra relación con ellos”.
Si, tienen derecho a su intimidad
Conseguir ese ambiente agradable va a ser mucho más fácil si, tal y como nos solicitan, a menudo con gestos —sí, esas caras tan particulares que solo a ellos les sale tan bien— más que con palabras, les damos el espacio físico que quieren y requieren. “Los adolescentes no buscan el contacto con sus padres, todo lo contrario. Les cuesta aceptar la pérdida de libertad. Por lo tanto, se pueden sentir muy abrumados encerrados 24 horas al día con sus padres. Es necesario que tengan ratos para hacer lo que quieran en la intimidad de su cuarto sin que nadie les moleste. Es parte del proceso para lograr su independencia. Respetar la intimidad del adolescente contribuye al desarrollo físico y emocional de este”. En este sentido, es clave algo tan sencillo como llamar a la puerta siempre antes de entrar a su habitación y no coger su móvil sin permiso.
También es recomendable que sigan con rutinas y hábitos de vida similares a los que mantenían cuando acudían al colegio o instituto. La doctora Mellado comenta que “en esta etapa de cambios físicos y emocionales casi constantes y, ante estas circunstancias, es importante mantener cierta estabilidad en relación con la alimentación, la actividad física y el sueño”. Además de que mantengan la higiene personal, y sigan las pautas que requiere la situación contra el virus, es decir, que se laven las manos con frecuencia y mantengan limpios sus dispositivos móviles.
Si todo esto nos parece poco, Notario nos pide “intentar mantener una actitud optimista, ya que se relaciona con menos problemas físicos y psicológicos, utilizando el humor. Hablar para evitar emociones negativas que hacen que aumente la producción de cortisol que perjudica el sistema inmune”…
Manteniendo estas pautas es posible sacar algo positivo de esta situación: “Conseguir una oportunidad de encuentro, de interesarnos por sus gustos, sus aficiones y permitirles que nos enseñen aquello que les apasiona, aprendiendo de su mundo”, algo que es difícil de conseguir con el ritmo habitual de trabajo de padres y de vida social del adolescente. Pero seamos claros y sinceros, aplicar todas estas recomendaciones puede ayudar a mantener la armonía en casa, pero no lo garantiza.
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