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Familias separadas por tiempo indefinido: estas son las consecuencias emocionales

La duración del encierro domiciliario se prolonga y el alejamiento merma a muchos

Miembros de la familia Dorrio Cuadrado saludan desde las ventanas de su piso en Ferrol.
Miembros de la familia Dorrio Cuadrado saludan desde las ventanas de su piso en Ferrol. EFE/ Kiko Delgado
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La duración del encierro domiciliario se prolonga y muchas personas pueden estar sufriendo a nivel emocional. Audios de WhatsApp, videollamadas y llamadas de teléfono a cualquier hora que, en muchas ocasiones, sirven de desahogo para quienes no deben saltarse las medidas de seguridad y visitar a sus seres queridos.

La madre de Laura Vida, profesora y que tiene dos niños, falleció recientemente. Laura suele visitar a su padre en una residencia con frecuencia, pero en la actualidad el paso está prohibido para los familiares. Mientras, a él le anima ver fotos de joven junto a su mujer. Ahora lleva muchos días solo. Y para paliar la soledad, su hija le ha dejado el álbum a una trabajadora del centro junto a una nota y un trozo de bizcocho casero: “Volveré pronto”. Ambos sufren la separación. Cada uno en sus respectivos hogares.

“Cuando el motivo de la desunión física entre familiares o amigos es involuntaria, el sentimiento de soledad y desprotección se apodera de la persona. Hace falta mucha fuerza mental para no derrumbarse. Pueden ocurrir episodios depresivos”, afirma la psicóloga clínica Cristina Ferreiro. "Las consecuencias del aislamiento provocan que se cree una sensación de abandono, sobre todo cuando algunos lazos no son lo suficientemente sólidos", añade la experta.

Marcela González tenía previsto un viaje a Uruguay. Llevaba años ahorrando para que sus padres ya mayores conociesen a su hijo pequeño, Daniel de cuatro años. Pero ha tenido que cancelar el vuelo. Ve improbable viajar dadas las circunstancias en las próximas semanas. De esta forma, seguirán  comunicándose con ellos vía Skype y anhelando el ansiado encuentro. Y vive entre miedo y desconocimiento de si podrán conocer al niño. Toda la situación le genera mucha ansiedad.

“Los niños logran adaptarse al cambio”, explica la también psicóloga Rocío Ramos-Paul. "Cada familia se atiene a las circunstancias en las que se ha visto envuelto", afirma la experta. Cada niño igual: "Maslow dijo que nuestras acciones se dan para cubrir necesidades, como puede ser la seguridad. Cuando alguien con quien tienes tanto apego desaparece temporalmente de tu vida, esto es, refiriéndose al nivel físico, algo en nuestro interior se resquebraja". 

"Las separaciones entre personas son ineludibles. Hay padres con niños que deben permanecer en sus casas y procurar que los abuelos se cuiden y resguarden en las suyas. La gente mayor se contagia con más rapidez. Se ha perdido temporalmente la libertad", añade Rocío Ramos-Paul.

Pepe Gómez, de 72 años, acaba de superar un cáncer de pulmón. No obstante, debe seguir unos hábitos saludables constantes. Su nieto pasaba casi todas las tardes con él. “Mi padre es un bálsamo para mi hijo. Con él está feliz. Se ayudan mutuamente", explica su hija Montse Gómez. Aunque ella, embarazada y enfundada con mascarilla y guantes, acude puntualmente a verle y se preocupa de controlar su medicación y que se alimente convenientemente. “Es difícil comprar alimentos. No puedo llevarle todo lo que me gustaría”, continúa Gómez.

"Las caricias entre seres queridos son realmente sanadoras. Hasta que no llega una pandemia como la de estas características no alcanzas a ver el impacto que produce. Ayer llevé a mi hijo en coche y aparqué delante de la casa de mi padre. Le hice salir a la ventana y escuchó a su nieto gritar que le quería y regresaría cuando el virus muriese. Le animo a poner una canción en la terraza cada noche para que su abuelo la escuche”, añade esta mujer.

“Hemos de desterrar la idea del rechazo a la gente mayor. Necesitan de nosotros. Ancianos separados de sus familias se sienten desolados y desconsolados”, afirma una cuidadora [quien prefiere mantener su anonimato], de una residencia de mayores. La culpa y el tremendo vacío se ceban con muchas personas que no pueden despedir o velar a sus familiares y no pueden llevarles flores. "La salud mental puede debilitarse en un momento donde lo que más se necesita es el consuelo en forma de abrazos y que te agarren fuerte la mano. Las ganas de reencuentro con los nuestros son inmensas. Todos sabemos lo importante que es al amor para sanar", termina.

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