Diseño ‘made in China’
Una nueva generación de jóvenes talentos ha revolucionado con sus colecciones originales la industria textil del gigante asiático. La mayor factoría de ropa del mundo se convierte en una de las principales potencias de la moda contemporánea.
Con un volumen de más de 6.500 millones de prendas mensuales, el grupo Chen Feng es el genuino gigante textil asiático. La madre del cordero global del made in China. Uniqlo, Patagonia, Asics, Championy J Brand figuran con honores entre sus clientes, pero también Stella McCartney, Theory, Inès de la Fressange y Comptoir des Cotonniers. Fundada en 1967, la empresa con sede en Kunshan, milagroso satélite económico de la mastodóntica Suzhou, se ha convertido en clave del sistema comercial chino. Cuando se retome el ritmo perdido por la actual crisis del coronavirus, sus previsiones son pasar a confeccionar 10 millones de unidades al mes durante los próximos tres años, entre las seis plantas de producción y la docena de factorías que tiene repartidas por toda la provincia de Jiangsu. Pero mientras no pierde ripio en el competitivo mercado de proveedores y fabricantes, Chen Feng también ha comenzado su transición hacia el modelo de negocio que se adivina ingente en su país: la moda como creación.
Desde los años ochenta del pasado siglo, cuando la fórmula volumen multiplicado por velocidad se propagó como buena nueva en la industria textil occidental, China ha dado el callo en beneficio ajeno primero como abastecedora, después como productora y exportadora barata y, finalmente, como fabricante de producto original (OEM, original equipment manufacturer, en jerga empresarial anglófona). Hoy que ha aprendido la lección, hasta el punto de que confeccionar allí ya no les sale a cuenta a muchos de los sospechosos habituales de la fast fashion —por eso la huida hacia enclaves más apañados de precio del sureste de Asia—, el siguiente movimiento en la escala evolutiva tenía que ser su transformación en fabricante de diseño original (ODM). “Nuestra visión siempre ha sido tan simplista que pensábamos que diseñar era una mera habilidad. Hasta que aquí, en Chen Feng, nos dimos cuenta de que podíamos hacer algo más: ayudar a los jóvenes creadores a solucionar sus problemas de producción y distribución”, explica Guoxin Yin, actual presidente del grupo, refiriendo el eterno problema de los que empiezan en la moda, donde quiera que fuere. “Así, liberados de la parte más engorrosa del negocio, pueden centrar toda su atención en diseñar”.
Puesta en marcha en 2015, su iniciativa ha dado así alas a C. J. Yao, una graduada en la Central Saint Martins londinense, entrenada en Alexander McQueen antes de volver a Shanghái para fundar su marca, en 2014; a Feng Chen Wang, salida del Royal College of Art, ahora aupada a la pasarela de Londres con su enseña de ropa masculina, o a la popular Angel Chen —en 2016 irrumpía en la lista de Forbes de los 30 millonarios chinos menores de 30 años—, que tiene entrada en el ranking de los 500 profesionales más influyentes de la industria que elabora el portal The Business of Fashion y viste a celebridades del alcance de Bella Hadid, Charli XCX o su paisana la actriz y cantante Fan Bingbing.
Normal que Chen Feng decidiera lanzar a continuación sus propias marcas, aunque las reconozca independientes: Comme Moi, desarrollada por Lü Yan, una de las supermodelos asiáticas seminales; Blank Gallery, etiqueta de mujer de alta gama, y Blooming, con un rango familiar de gran consumo.“Vamos a seguir apoyando a nuestros creadores para que sigan creciendo en China. Además, la experiencia de estos años nos ha demostrado algo fundamental: ¡los medios son mucho más amables cuando se trata de hablar de nuestros diseñadores!”, remata con ironía el presidente del grupo.
El reconocimiento internacional de China como potencia diseñando moda, no solo produciéndola, es ya una realidad incontestable que cuenta con el aplauso mediático. Véase a la veterana Guo Pei, la de aquel descomunal vestido crisantemo de Rihanna en la gala del Met de 2015, habitual delos desfiles de alta costura parisienses, cuya empresa emplea a medio millar de artesanos en su Pekín natal. El diseño chino también tiene el respaldo de instituciones como el salón Pitti Immagine Uomo de Florencia. En su edición del pasado junio, le consagraba el hasta la fecha más ambicioso proyecto de su plataforma Guest Nation, dedicada a explorar la realidad del diseño fuera de sus fronteras habituales. “China se ha convertido en uno de los territorios más fértiles y dinámicos en términos de experimentación, plagado de nombres fascinantes con una visión creativa contemporánea única y poderosa”, esgrime Lapo Cianchi, director de comunicación y eventos de la Fundación Pitti Immagine Discovery, el brazo intelectual y artísticamente armado de la feria florentina,la mayor y más importante en volumen y asistencia de las dedicadas al prêt-à-porter masculino. “Creo que estamos ante una de esas transformaciones de las que se es testigo una vez en la vida. Un renacimiento creativo que va a trascender la reputación del país como factoría mundial de ropa por excelencia”, apunta por su parte Vito Plantamura, fundador de la agencia de colaboración Oriente-Occidente V/Collective y ojeador de talentos para Pitti en Shanghái.
“Gracias al rápido cambio de paradigma en el consumo, tanto en gasto como por lo que se refiere al gusto, el camino del diseño chino es brillante y sin vuelta atrás. Cada vez son más los creadores formados en las escuelas occidentales de prestigio que regresan a Pekín o Shanghái para establecer sus firmas, e incluso las marcas locales están actualizando sus narrativas para competir con sus rivales internacionales”, expone Tasha Liu,joven empresaria que lleva ya una década apoyando el trabajo de diseñadores emergentes. Cofundadora de Dongliang, la celebrada tienda-concepto de la capital comercial del país que comenzó a poner en el mapa el diseño de moda chino contemporáneo en 2009. Hoy comanda Labelhood, incubadora de talentos y escaparate con proyección global que, en apenas cuatro temporadas, se ha convertido en el epicentro de la semana de la moda de Shanghái, representando a sus primeros espadas. Pronounce, la enseña del tándem formado por Jun Zhouy Yushan Li, es ahora mismo la más puntera. “Somos un equipo de 10 personas, con parte de la dirección creativa radicada en Milán. Desfilamos tanto en China como en Londres, y tenemos un buen canal de tiendas multimarca. Aún seguimos peleándonos con las finanzas, pero nuestro plan es reforzar la estructura y nuestro producto”, dicen los diseñadores, formados entre la Saint Martins, el London College of Fashion y el Istituto Marangoni milanés. Antes de lanzar su firma de “género compartido”, en 2016, Yushuan trabajó en Yeezy, la etiqueta del rapero Kanye West, mientras Zhou se curtía en Ermenegildo Zegna. En junio de 2019, Pronounce era la primera marca china en presentar una colección en el marco de Pitti Uomo.
Los avales del nuevo diseño made in China no tienen pérdida. Como Zhou y Yushuan, la mayoría de los paladines de esta revolución creativa sale con la lección bien aprendida de Occidente. La exitosa Percy Lau, diseñadora de accesorios, joyas y gafas de sol con clientes tipo Lady Gaga y Jessie J, citada entre los 30 under 30 de la revista Forbes el año pasado, es una graduada de Central Saint Martins. Danxia Liu y Shan Peng Wong, la pareja tras Danshan, desarrollan sus colecciones de género fluido al amparo de Sarabande, la fundación establecida por Alexander McQueen en beneficio de talentos emergentes como ellos. YLi Gong, fundador de 8ON8, fue becado por el grupo LVMH para estudiar el codiciado máster de moda en Saint Martins. “Quizá no tengamos la misma enriquecedora tradición que nuestros colegas occidentales, ni hayamos podido disfrutar de estilos diversos en cuanto a la forma de vestir hasta ahora,por eso nosotros necesitamos salir y mirar fuera constantemente. Pero no por ello somos la servil trompeta de la moda foránea”, dice Gong. “Estamos en 2020, lo que haga un creador chino no será más que la representación de su estilo contemporáneo,no hace falta que nos pongan etiquetas”. Para el caso, los datos que ofrece la Universidad de las Artes de Londres —que engloba, entre otros, a Saint Martins y el College of Fashion— sonde impresión: en los últimos ocho años, el número de sus estudiantes chinos se ha incrementado en un 100%.
“Si pienso en los próximos 25 o 50 años, nos veo como una marca influyente y con un significado cultural, que ha contribuido a mejorar nuestra moda con sus valores”, concluye Pen Xing, alias Sans, el diseñador que, con 25 años y junto a sus amigos Justin Zen y Tian Cai,lanzaba el pasado año su modernísimo laboratorio zapatero, Untitlab. “China es rica en recursos y posee un altísimo grado de experiencia técnica. Fíjate en Balenciaga, que hace poco trasladaba aquí su producción desde Italia. Lo que pasa es que, hasta ahora, no sabíamos cómo unir los puntos”. Ahora que ya lo saben, a ver quién los para.
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