“Los niños suponen un riesgo muy elevado de propagación de la epidemia”
José Tomás Ramos, presidente de los infectólogos pediátricos, alerta sobre la potencia de contagio del sector infantil
José Tomás Ramos, infectólogo pediátrico, jefe del servicio de Pediatría en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y profesor titular en la Universidad Complutense, preside desde hace cuatro años la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP). Sus juicios y valoraciones sobre el origen y evolución de la enfermedad y sobre su impacto en los niños -esencialmente como eventuales vectores potentes de contagio- son esclarecedores cuando la pandemia ha alcanzado su pico en España y se extiende por el mundo.
Pregunta. Quienes se dedican al ámbito médico de las enfermedades infecciosas, ¿habían imaginado que pudiera llegar un día una situación así?
Respuesta: Aunque somos conscientes de que periódicamente pueden surgir pandemias por virus nuevos como la actual, o por virus ¨antiguos¨ como el virus de la gripe, nunca te imaginas que pueda llegar una situación así, de forma tan rápida y de un impacto como la que vivimos de COVID-19. En el último siglo ha habido pandemias devastadoras como la gripe mal llamada ¨española¨de 1918 (que se estima mató entre 25 y 40 millones de personas), o la de 1957 iniciada en Asia (mató a dos millones de personas), con elevadísima mortalidad. La pandemia más reciente de gripe (H1N1) comenzó en 2009 y produjo unas 400.000 hospitalizaciones relacionadas con el H1N1, con cerca de 18.000 muertes relacionadas. Incluso recientemente las pandemias de otros nuevos coronavirus, como el SARS-CoV de 2002-2003, o el MERS-Co, que comenzó en 2012 en Arabia Saudí, afectaron a varios miles de personas y tuvieron gran mortalidad. Este nuevo coronavirus es más contagioso y ya ha afectado a un mayor número de personas en el mundo y extendido por mayor número de países. La importancia de estos nuevos virus es que se producen por un salto de especie al ser humano, con recombinaciones genéticas, y a continuación se transmite de unos seres humanos contagiados a otros, sin ningún tipo de inmunidad frente a estos virus porque son nuevos, con consecuencias imprevisibles de transmisibilidad y patogenicidad.
P. Asumiendo la gravedad de la situación, ¿es optimista o pesimista ante la evolución y duración de esta pandemia?
R. Bueno, creo que debemos ser optimistas de que lo peor de esta crisis se va a terminar en los próximos dos meses, si resultan eficaces las medidas preventivas drásticas que por fin se han tomado, al igual que ha ocurrido en China y en Corea del Sur. No obstante, nos quedan varias semanas muy difíciles.
P. ¿Qué opinión le merece la forma en que en general está reaccionando la ciudadanía ante la propia enfermedad y ante las medidas excepcionales impuestas por las autoridades?
R. La ciudadanía está reaccionando muy bien. Respecto a la propia enfermedad, con el miedo lógico a lo que potencialmente puede ocurrir y la preocupación por los familiares más vulnerables. Respecto a las medidas del estado de alarma tomadas por las autoridades contra el coronavirus, somos conscientes de que no hay otra alternativa y de la necesidad de solidaridad para evitar más contagios. Y de que se altere la curva epidemiológica para no colapsar al sistema sanitario.
P. ¿Debería extraerse de esta situación alguna enseñanza? Por ejemplo, concienciarnos como país de lo imprescindible de una sanidad pública dotada de muchos más medios y de la necesidad de acuerdos políticos por encima de intereses partidistas...
R. Sin lugar a dudas. Una de las grandes fortalezas que tenemos en este país es la sanidad pública y la excelente capacitación de los profesionales, que nos hace tener uno de los mejores y más eficientes sistemas de salud del mundo. Es evidente que debemos contar con más medios, y que en crisis así se nota mucho más lo peligroso que es recortar en sanidad y en investigación. Creo que, en efecto, debemos contar con más medios económicos y no reducir presupuesto en plantillas de excelentes profesionales y en medios técnicos como se ha venido haciendo desde la crisis de 2008. Respecto al acuerdo político, una crisis de estas dimensiones nos debe hacer reflexionar de la nimiedad de la mayoría de los problemas políticos que llenan nuestros medios a diario. La falta de reconocimiento del virus por fronteras o colores políticos nos enseña, en la adversidad, que debemos estar unidos y que la sanidad pública es un bien de todos que debemos mantener y por el que debemos luchar, para lo cual el acuerdo político permanente es esencial e indispensable.
P. En una escala de 1 a 10… ¿dónde situaría hoy el grado de cansancio y de tensión en que se encuentran los colegas a los que les toca luchar en primera línea de fuego contra esta crisis?
R. Aunque el personal sanitario ha demostrado en innumerables ocasiones en nuestro país su capacidad de resistencia y de adaptarse a situaciones límite, lo cual está íntimamente ligado a la vocación y a la esencia de ser médico, el grado de cansancio y tensión de los profesionales que están en primera línea es muy alto. Aunque esta crisis nos afecta a todos los estamentos del personal sanitario, los servicios más implicados y desgastados por esta crisis son los de Urgencias, Medicina Interna y Cuidados Intensivos. A nosotros como pediatras nos afecta en mucho menor grado. Aproximadamente el 1% de las infecciones por coronavirus se producen en niños, en quienes la gravedad es menor que en el adulto. No obstante, cada vez es mayor el número de niños inmunodeprimidos en quienes las consecuencias de la enfermedad pueden ser graves.
P. Partiendo de la base de que los niños no son grupo de riesgo, ¿podría explicar qué posibilidades reales existen de que puedan contraer la infección por coronavirus? ¿Cómo hay que actuar en ese caso?
R. Los niños no son un grupo de riesgo de enfermedad grave, pero se contagian igual que los adultos, y pueden transmitir el virus de forma similar a los adultos. Además, como en los niños la infección por COVID-19 puede producir muy poca sintomatología o estar ausente del todo, suponen un riesgo muy elevado de propagación de la epidemia. Por otro lado, repito, no hay que olvidar que existe una proporción sustancial de niños que tienen patologías crónicas en quienes la enfermedad puede ser mucho más grave. Para cortar la cadena epidemiológica es imprescindible aislar a los niños en el domicilio, como ya se está haciendo.
P. En la Sociedad Española de Infectología Pediátrica que preside, ¿qué tipo de reflexión o debate especial se ha generado en torno a la pandemia y su impacto infantil?
R. Bueno, nuestra Sociedad [www.seipweb.es] ha elaborado una serie de documentos de manejo de la infección por COVID-19 en el niño, y manejo de la infección de la infección en pacientes pediátricos con enfermedades crónicas de alto riesgo, que están en constante actualización, Estos protocolos forman parte de numerosos protocolos frente a COVID-19 hechos por otras sociedades científicas, como la de Urgencias Pediátricas, o Cuidados intensivos pediátricos o Neonatología, coordinadas por la Asociación Española de Pediatría (AEP) en colaboración con el Ministerio de Sanidad. Se ha planteado el debate junto a la AEP de la necesidad de que los niños se mantengan en sus casas y que las medidas preventivas, empezando por la higiene de manos sea parte de su rutina diaria, enseñándoles la importancia de las mismas. Respecto a la crisis sanitaria que vivimos también se ha planteado la necesidad de información adaptada a su edad, y la educación en la solidaridad para que cada uno ponga su granito de arena para evitar la transmisión.
P. Una pregunta personal: ¿qué técnicas utilizan ustedes para llegar a casa y tratar de poner la mente en blanco y olvidar aunque sea por un rato todo esto? ¿O es imposible?
R. Es imposible poner la mente en blanco ante una crisis como está, pero la vida sigue con familia, niños y hay que intentar abstraerse de los problemas y de las preocupaciones para estar en las mejores condiciones en casa y transmitir valores muy importantes que obtenemos de la crisis que vivimos, como el esfuerzo, la solidaridad o la generosidad.
P. Pese a que casi todo ha sido dicho… ¿Tiene algún consejo para la ciudadanía tanto desde el punto de vista médico como desde el punto de vista de la información y la desinformación? ¿Cómo lo están haciendo los medios? ¿Estamos a la altura?
R. El consejo ya está dado por todos: evitar la transmisión es la clave y por ello todo el mundo debe seguir a rajatabla las recomendaciones de aislamiento e higiene. Además, es fundamental no desanimarse. Solidaridad en la adversidad. La próxima vez tenemos que hacer más medidas preventivas desde el principio para detectar antes el virus. Y seguramente nos excederíamos, porque la próxima epidemia no tiene por qué tener las mismas características que esta. Pero no nos podemos volver a equivocar. Lo segundo es que necesitamos hospitales especializados ya preparados. Ahora tenemos los que requiere una población determinada, pero de golpe los hemos tenido que transformar.
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