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Ellas lo bordan, un hilo para salir de la esclavitud

Rut de las Heras Bretín

La ginecóloga Regina Cárdenas ha creado una empresa textil que da formación y emplea a madres víctimas de trata o de violencia machista. Así retoman estas mujeres el protagonismo de su vida.

La vida de Regina Cárdenas es una colcha de patchwork. Los retazos que la forman han ido casando de manera inesperada. “No los busqué, llegaron y los aproveché”, explica esta entusiasta ginecóloga de 51 años.

Estos retales van desde el encuentro con la vida, con lo más intrínseco de lo que significa la maternidad, en los nacimientos que asistió en la Bolivia de los noventa, cuando todavía muchas mujeres de este país parían solas poniéndose en peligro tanto ellas como a sus bebés. Hasta el mirar de frente a la muerte en la unidad de ginecología oncológica donde acabó su residencia. Pasando por un episodio similar al que canta Joaquín Sabina en Pacto entre caballeros. A ella también la reconocieron quienes pretendían robarle a punta de jeringuilla, allá por los ochenta, cuando era voluntaria en el albergue San Juan de Dios. “Conocía y me conocían muchos de los drogadictos de Madrid”, recuerda. Con un “perdona, tía, ¡si eres tú!, te lo devolvemos todo”, zanjaron el atraco.

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Esta médica enhebró su aguja el día que cumplió 16 años, cuando una monja de su colegio le dijo: “Nunca te olvides de los pobres”. Durante mucho tiempo, colaboró con un proyecto en Camerún para mejorar la salud maternoinfantil. Allí se dio cuenta de que durante sus estancias veía crecer a niños y niñas, pero llegaba un momento en el que algunas de ellas desaparecían: casadas demasiado pronto o vendidas a mafias de trata de personas. Otro momento “brutal”: la vida, la muerte y la esclavitud.

A esta última se dedica. Lucha para que estas mujeres tomen las riendas de su vida. Colaboró como voluntaria en organizaciones que trabajaban con madres víctimas de violencia machista o de tráfico de personas. Alaba el trato profesional de estas asociaciones, pero se planteaba qué futuro esperaba a estas mujeres y a sus hijos cuando se les terminaban los plazos en las residencias y solo les quedaba la calle. Lo vio claro: necesitaban una red que las sustentara de manera afectiva y laboral.

La doctora Regina Cárdenas.
La doctora Regina Cárdenas.lupe de la vallina

Cárdenas mutó ese gen maternal que la caracteriza para ser la jefa. Creó Ellas lo Bordan, una empresa textil que emplea a 16 madres en riesgo de exclusión social. Muchas no habían usado nunca una máquina de coser. Las primeras que llegaron ya llevan dos años trabajando. La empresa les proporciona un salario de 985 euros, un contrato de tres años y una formación para que salgan a continuar su trayectoria laboral. La fundadora huye de la caridad y del paternalismo. “Es una oportunidad profesional”, insiste, y recuerda que hay meses que cosen 3.500 cojines para Ikea, empresa de la que son proveedores. “Trabajar con una firma como esta genera efecto llamada”, afirma. No quiere olvidar que poco a poco van creando producción propia y que también hay otras pequeñas empresas que les confían sus pedidos. Están creciendo, lo que no va a hacer que se pierda el ambiente familiar, la red de afectos y el poner la conciliación en un lugar primordial.

Su inquietud por luchar por causas que están ahí pero tapadas llevó a Cárdenas a trabajar desde hace casi un año en los cuidados paliativos perinatales de la sede madrileña de la Clínica Universitaria de Navarra. Un tema tabú: la muerte y la vida unidas en el mismo momento. “Hay que hablarlo, no ocultarlo”, dice. Otro retazo para su colcha, otro tema que no se trata lo suficiente: la menopausia. No va a hilvanarlo solamente, quiere hacer unos buenos patrones, coserlo y rematarlo. Pendiente para cuando saque tiempo. Lo hará. 

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