Limpiar las playas de colillas y plásticos y no comer carne para salvar a Latinoamérica del cambio climático
La campaña '1.000 acciones por un cambio', presentada en la COP25, empodera a adolescentes de todo el continente para que promuevan proyectos que mitiguen el impacto social y ambiental que les afecta
Ana Leticia Paredes Campuzano, de 15 años, realiza junto a otros tres adolescentes lo que se llama guardia ambiental: recogen basura y colillas en una playa turística de la provincia de Santa Elena, La Libertad (Ecuador), donde vive. "Fue impresionante ver cómo en un espacio pequeño se podían encontrar alrededor de 15 cigarrillos. Las personas que nos veían nos preguntaban que qué hacíamos, les informamos y algunas nos dijeron que iban a escribirnos porque también querían participar", explicaba esta joven, una de las finalistas del concurso fotográfico Captura el cambio, de Unicef, que forman parte de la campaña 1.000 acciones por un cambio, presentada el pasado jueves 5 de diciembre en la COP25 que se celebra en Madrid. Los versos del poema El Sur también existe de Mario Benedetti pudieron escucharse en la Cumbre del Clima: "Con sus predicadores / sus gases que envenenan / su escuela de Chicago / sus dueños de la tierra / con sus trapos de lujo / y su pobre osamenta / sus defensas gastadas / sus gastos de defensa / son su gesta invasora / el norte es el que ordena".
¿Qué acciones se pueden realizar por la crisis climática? Esa es la pregunta que ha lanzado la red Concausa, creada por América Solidaria, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y Unicef, que convoca a niños y niñas entre ocho a 18 años del continente a postular proyectos de innovación social que ellos mismos estén desarrollando en sus comunidades, con el objetivo de mitigar el impacto social y ambiental que les afecta. La guardia ambiental es una de las otras 19 propuestas: los lunes sin carne, baño ecológico, energía limpia, huertos comunitarios, ropa y objetos de segunda mano gratis, plantatón, reciclatón... "Todos deberíamos estar reciclando desde hace 10 años", responde Guillermo Passeggi, de 18 años, embajador de Uruguay de la red.
Al igual que Ana Leticia Paredes, más de 6.000 adolescentes de toda América Latina y el Caribe en 400 acciones concretas de la región, de 14 países distintos, se han unido ya desde el pasado cuatro de octubre, cuando comenzó esta campaña, que seguirá funcionando hasta el próximo 6 de marzo de 2020. "Los adolescentes no solo son las víctimas más vulnerables del cambio climático, si no también los futuros ciudadanos que tomarán las decisiones", explica Catalina Silva, activista chilena, de 18 años, otra de las embajadoras de Concausa.
Además de realizar las acciones medioambientales, los adolescentes pueden participar en la plataforma web disponible y subir las fotografías y crear sus propias redes sociales, pieza fundamental para la difusión de su labor. Si se busca el término 1000acciones en Instagram son decenas los perfiles que aparecen en la red social: 1000acciones Uruguay, Bolivia, Perú, Guatemala, Colombia, Costa Rica... y así hasta 14 países participantes en la iniciativa. “No creemos que deba haber un solo líder, sino que todos pueden aportar ideas y hacer su misión. El trabajo colectivo es la forma de salvarnos”, asegura María Esperanza De la Cruz de Ecuador, activista de 18 años. "Queremos salir del modelo adultocéntrico, usar las herramientas de los adolescentes, ir con un mensaje claro de acción en las redes sociales que es donde estamos", añade Passeggi.
Latinoamérica, la primera en sufrir la emergencia climática
Muchos ciudadanos en América Latina y el Caribe ya están sufriendo los efectos del cambio climático, como son las inundaciones, las sequías que matan de hambre y atacan a países como Guatemala y, cada vez con más frecuencia huracanes como Dorian, que devastó las Bahamas el pasado agosto. "La crisis del clima es la responsabilidad de nuestro tiempo y para solucionarlo, los gobernantes nos necesitan a todos, también a los adolescentes”, decía Passegui en su charla en la COP25. Esta situación de emergencia climática explica por qué los estados de la región han formulado planes para reducir las emisiones de carbono. Costa Rica se convirtió en el primer país de América Latina en anunciar planes para convertirse en una economía de “cero emisiones netas” para el 2050. En junio, Chile anunció otros similares. Y en septiembre, 21 países de América Latina y el Caribe declararon su intención alcanzar esta meta para 2050.
Contar con la población más joven es fundamental, ya que son los más vulnerables en emergencias como estas. El Caribe alberga una población de 43 millones de personas, de los que 12,6 millones son niños, niñas y adolescentes. De estos, aproximadamente 761.000 menores de edad se desplazaron internamente por tormentas en el Caribe entre 2014 y 2018, el lustro más caluroso del que se tiene registro según el informe de Unicef Niños desarraigados en el Caribe: cómo los huracanes más fuertes vinculados a un clima cambiante están impulsando el desplazamiento de niños.
"Ninguno de nosotros tres [Guillermo, Catalina y Maria Esperanza] sabemos lo que es sufrir el cambio climático, pero América Latina sufre las consecuencias y no las provoca. La región tiene una huella de carbono 10 veces menor que Europa y los que sufren las consecuencias son los ciudadanos de las islas caribeñas, que un huracán les destroza su casa... A Trump y a las autoridades que niegan el cambio climático les pido empatía, no puedo entender que no vean la realidad", dice Passegui en una entrevista al término de su charla en la COP25. Aún resuenan los últimos versos de Benedetti en la sala: "Pero aquí abajo abajo / cerca de las raíces / es donde la memoria / ningún recuerdo omite / y hay quienes se desmueren / y hay quienes se desviven / y así entre todos logran / lo que era un imposible / que todo el mundo sepa / que el Sur también existe".
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