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ideas / ensayos de persuasión
Columna
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El baile de los que sobran

De 1989 solo se esperaban los festejos del bicentenario de la Revolución Francesa. Hasta que cayó el muro

Una mujer baila durante las protestas en Bogotá contra el presidente Iván Duque el pasado 28 de noviembre.
Una mujer baila durante las protestas en Bogotá contra el presidente Iván Duque el pasado 28 de noviembre. Juan Barreto (AFP)
Joaquín Estefanía

Hace ahora medio siglo que el economista Albert Hirschman (1915-2012) terminó un libro seminal para las ciencias sociales que le haría famoso entre sus colegas de las universidades americanas y luego del resto del mundo: Salida, voz y lealtad. Respuestas al deterioro de empresas, organizaciones y Estados. Publicado en 1970 por la Universidad de Stanford (California), poco después apareció en castellano en la entonces imprescindible editorial Fondo de Cultura Económica. A punto de cumplir los 50 años, es uno de los libros más citados entre los científicos sociales, y plantea un dilema muy conocido por cualquier ciudadano: la indecisión ante cualquier acontecimiento político, económico y social que le defrauda, que le hace preguntarse: ¿me quedo donde estoy y no protesto? (lealtad), ¿alzo la voz aunque sea incómodo? (voz) o ¿me voy y abandono este sistema e intento encontrar otro? (salida).

Es muy difícil acordarse de Salida, voz y lealtad y no vincularlo inmediatamente con la multitud de protestas callejeras que hoy inundan las calles y plazas de medio mundo, especialmente en algunos países de América Latina, por cierto, tan conocidos por Hirschman (que vivió muchos años en Colombia), un experto en los procesos de desarrollo de la región, con muchos de cuyos sabios (Raúl Prebisch, Celso Furtado, Fernando H. Cardoso, Aníbal Pinto, Enrique Iglesias, y demás cepalinos —de la Comisión Económica para América Latina, un organismo de Naciones Unidas con sede en Santiago de Chile—) coincidió en la labor investigadora.

Un ciudadano cualquiera tiene su equipo de fútbol, una ideología preferente o un escritor al que sigue libro a libro, que le han acompañado desde siempre y que de repente dejan de gustarle o simplemente, en su opinión, ya no representan lo que fueron. Hirsch­man dice: descartada la lealtad sin matices (que nunca suele ser aconsejable y lleva a los fanatismos), la voz (la protesta) es la solución democrática por excelencia, mientras que la salida es la más extrema. La mejor actitud se compone de una combinación de la voz y la salida: pelear, discutir, intentar mejorar las cosas, pero si no hay más remedio, abandonar y buscar otra opción. En este caso estamos sugiriendo estas respuestas a una situación política (la de las algaradas en lugares tan distantes como Hong Kong y Santiago de Chile, La Paz y Bagdad, Bogotá y Teherán), pero los ejemplos que utiliza Hirschman en su libro se refieren a los consumidores, dado que la idea del libro surgió de un intercambio de cartas con Ralph Nader, el defensor del consumidor insatisfecho en EE UU.

El economista fue consciente de que su huida de la Alemania nazi, siendo apenas un adolescente, para estudiar en París, Londres o Trieste (y para luchar contra el fascismo en las Brigadas Internacionales, en España, en la Resistencia francesa, o en el Ejército americano), es un ejemplo clásico de “salida”. Dos décadas después de la escritura de su libro aplicó su esquema a la caída del muro de Berlín y la unificación alemana, mediante un largo artícu­lo (publicado en España en la revista Claves de Razón Práctica). Del año 1989 no se esperaba nada más que las conmemoraciones del bicentenario de la Revolución Francesa, y entonces “como si los espíritus de la revolución, una vez invocados, hubieran asumido vida propia, llegó la sorpresa, la ‘divina sorpresa’ de aquel año, una serie de movimientos políticos totalmente inesperados”. Surgieron en rápida sucesión en Europa oriental, desbaratando el hasta entonces incuestionable poder de los partidos comunistas y modificando de manera fundamental el aparentemente estable orden mundial bipolar de los anteriores 45 años.

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El más radical de esos cambios tuvo lugar en la República Democrática de Alemania (RDA), donde la convulsión interna condujo en breve plazo a su extinción. Hirschman aplica los conceptos de salida, voz y lealtad de 1970 a lo ocurrido en la RDA en 1989. La colaboración de la “salida” y la “voz” fue muy característica del movimiento que acabó en la unificación alemana. Veremos las combinaciones que se van a producir en nuestros días en todos los lugares donde han estallado las protestas.

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