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Columna
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¿Y si en las próximas elecciones se enfrenta Lula contra Bolsonaro o Moro?

En caso de que el expresidente brasileño llegue a los comicios de 2022 se trataría de la votación del siglo

Juan Arias
El expresidente de Brasil, Lula da Silva, este viernes.
El expresidente de Brasil, Lula da Silva, este viernes. RODOLFO BUHRER (REUTERS)

El terremoto creado por el Supremo de Brasil de impedir la cárcel después de la condena en segunda instancia se presta a miles hipótesis sobre el futuro político de este país. Ya que no sería imposible, dentro del rompecabezas jurídico en el que se encuentra en este momento el caso Lula, el que pueda disputar las elecciones de 2022. Para ello debería ser anulada la sentencia que lo condenó en segunda instancia lo que, según la ley, lo imposibilita para disputar cualquier cargo público.

El escenario de Lula disputando los comicios de 2022 con Jair Bolsonaro o Sérgio Moro ya no es imposible. Y en ese caso estaríamos ante las elecciones políticas del siglo, no solo para Brasil sino para el mundo. Por dos motivos. El primero porque el encarcelamiento de Lula ha repercutido en todo el mundo hasta el punto que se había pedido para Nobel de la Paz y su prisión había sido comparada a la de Nelson Mandela, el líder carismático de Sudáfrica. A Lula se le ha visto como una víctima de una conjura política que le impidió presentarse a las elecciones, las cuales ganó el ultraderechista Jair Bolsonaro. Los sondeos, de entonces, daban a Lula como ganador en todos los escenarios electorales. 

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Sería, además, no solo la oportunidad de Lula de rescatar en las urnas lo que, según él, le fue injustamente negado en 2018 ya que considera su condena un asunto político y siempre se ha declarado inocente de los cargos por los que fue condenado. Es la oportunidad de comprobar que Bolsonaro ganó las elecciones solo porque a Lula no le dejaron participar. ¿Y si en las próximas eso fuera posible?

Que Bolsonaro o Moro, o los dos juntos estarán entre los candidatos del 2022 pocos lo ponen en duda. Sabríamos entonces, si es cierto que Brasil ha cambiado hasta el punto de haberse entregado en manos de un autoritario de extrema derecha, o solo fue porque buscaba una alternativa a la izquierda con Lula en la cárcel.

Lula ya ha confesado que salió de la cárcel “más de izquierdas que cuando entró”. Él sabe muy bien que nunca fue de izquierdas, fue más bien un antiguo sindicalista pragmático con un olfato único para entender el grito de los millones de desamparados de Brasil que pedían entrar en el tablero político y social. Fue, sin duda, el político más hábil de los tiempos modernos con una increíble capacidad de metamorfosis para adaptarse a lo que pedía el pueblo.

Hoy Lula salió de la cárcel, no sé si más de izquierdas o no, pero su olfato político le ha hecho ver que Brasil se encuentra con un electorado que decidió por un candidato autoritario y derechista en rechazo a la izquierda. Una decisión que ha revolucionado y dividido al país con gente que ya se ha arrepentido de su voto, y el mundo progresista que ha visto asombrado a este país sumido en un clima de desgarro político y social, pero que aún no encontrado un líder que lo represente.

Lula sabe que si le dejaran disputar las elecciones de 2022, en ellas se van a enfrentar, de nuevo, un bloque que va desde la derecha a la extrema derecha, pasando por el centro y la izquierda. Las aguas en Brasil están divididas y ya se empieza a prever para entrar en la disputa con la bandera clara de la izquierda.

La salida de Lula de la cárcel puede revolucionar todos los equilibrios políticos de este momento porque Lula es imprevisible. Un posible duelo con Bolsonaro, visto en el exterior como un extremista de derechas que arremete contra los derechos humanos y quiere cambiar la Constitución por la Biblia, o a Moro, considerado por Lula como el verdugo que le condenó injustamente para alejarle de la política, es impensable saber dónde podría conducir. Lo que sí es seguro es que sería un terremoto político.

La gran incógnita es si a Lula lo seguirían en su duelo no solo los suyos del PT sino toda la izquierda progresista y hasta todos los que hoy confiesan que votaron en Bolsonaro solo porque no quería que volviera a gobernar el PT. Quizás por ello Lula se ha adelantado a decir que sale de la cárcel más de izquierdas que antes. Sabe que en 2022 la disputa electoral puede ser entre los valores de la extrema derecha y el de los progresistas que siguen apostando por la defensa de la democracia que hoy aparece amenazada hasta desde dentro de la familia de Bolsonaro.

Lo que no le va a faltar a la política brasileña es emoción con la salida de Lula de la cárcel y su posible recuperación de los derechos civiles para volver a disputar las elecciones. De cualquier modo nunca va a ser igual si en 2022 el expresidente está aún impedido de salir al ruedo. No será igual para Brasil ni tampoco para el exterior donde hoy se ve a este gran país, rico de todo menos de estabilidad política, con aprensión y esperanza a la vez.

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