_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Delfines

¿Cómo podrían salvar vidas humanas estos animales si llevan la tripa llena de nuestra basura?

Manuel Vicent
Un delfín, atrapado en una red de pesca.
Un delfín, atrapado en una red de pesca.Greenpeace

Los delfines suelen transmitir a los navegantes una sensación de belleza y de placer; a los pescadores de arrastre les auguran buenas capturas porque ante su presencia los peces huyen hacia el fondo y según cuentan los viejos marineros, si te vieran naufragar los delfines te llevarían en brazos a la orilla. A los niños que jugábamos entre las ruinas de un balneario bombardeado durante la guerra se nos decía que bajo los escombros había una mujer desnuda. A menudo, nuestro juego consistía en levantar cascotes con una curiosidad morbosa para verla y pese a nuestro denodado esfuerzo nunca lo conseguimos. Cuando con el tiempo los escombros fueron retirados y el jardín recuperó su antigua belleza finalmente la imagen nos fue revelada. Era un mosaico que contenía la figura de una Venus emergiendo del mar rodeada de delfines azules. Desde entonces llevo asociada en el subconsciente la belleza a la destrucción, una sensación que volvió a hacerse patente el primer viaje a Creta. Esta vez eran las ruinas del palacio de Cnosos las que se sustentaban en unos mosaicos donde los delfines azules saltaban con una perfecta armonía. Los delfines de mi niñez sobrevivieron al bombardeo de una guerra civil. Los de Creta pervivieron sobre las ruinas de la historia para sugerir las navegaciones más placenteras. Hace unos días, una barca de pesca trajo a puerto un pequeño delfín enredado en el copo de arrastre, que había muerto al no poder salir a la superficie a respirar y al descuartizarlo se encontró en su estómago, entre otros desperdicios, una zapatilla vieja, varios calcetines, el estuche de unas gafas y un bote de crema solar. Bajo la ruina moral de nuestra civilización miles de inmigrantes se ahogan en el Mediterráneo sin que los delfines, según la leyenda, puedan devolverlos a la orilla. ¿Cómo podrían hacerlo si llevan la tripa llena de basura humana?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_