Videocómic | La batalla de Mosul
Los reporteros Ángel Sastre y Jon Sedano llevan al mundo de la animación
Comenzó como muchos otros proyectos, entre gin-tonics. Aquel día de mayo de 2016 el sol resplandecía en Málaga. Ángel Sastre, recién liberado tras pasar casi 10 meses secuestrado por Al Qaeda en Siria, había sido invitado como ponente a la Universidad de Málaga. El Aula Magna estaba a rebosar de alumnos de Periodismo, en su mayoría del último curso. Entre ellos, Jon Sedano, amante de los cómics, escuchaba con atención el relato de Sastre.
Periodísticamente, fue amor a primera vista. Uno tenía la historia; el otro, el conocimiento sobre el noveno arte. La química surgió esa misma tarde, entre cafés y copas. Roi, profesora y amiga de Sastre, era la celestina de aquella cita periodística que tres años después ha dado a luz una criatura con forma de cómic animado.
Ángel estaba todavía aturdido. Entrevistas, conferencias, reconocimientos y, en definitiva, una vida loca de viajes por España. Hoy recuerda esos días como una especie de nebulosa. En aquella época, el AVE era su segundo hogar. Le habían recomendado descansar, pero él hizo caso omiso y se expuso al mundo a modo de catarsis. Tan solo hacía semanas de su liberación tras haber pasado un largo cautiverio por parte del Frente Al Nusra, ligado por aquel entonces a Al Qaeda. Aún no habían empezado las secuelas posteriores. Se sentía fuerte.
Aquella jornada, la sala estaba llena de estudiantes ávidos de preguntar por el secuestro y, sobre todo, interesados en conocer cómo se desarrollaba el trabajo de los reporteros en zonas de conflicto. Las preguntas iban y venían entre los vídeos y el material que Sastre proyectaba. Entre los asistentes, sentado en una de las primeras filas, Jon Sedano iba “rumiando ideas”.
La sesión concluyó y muchos se acercaron para compartir opiniones, aunque Sedano no lo hizo. En lugar de eso, se había puesto en contacto con Rocío, desmarcándose del resto y concretando dónde estarían esa tarde. Horas después, tras haber hecho algo de turismo, el estudiante apareció sonriente en la cafetería, con dos cómics bajo el brazo: Gorazde. Zona protegida y Palestina. En la Franja de Gaza, ambos de Joe Sacco.
El autor es uno de los precursores de este género, que mezcla cómic y periodismo. “Podemos hacer algo como esto”. Las palabras de Sedano captaron la atención de Sastre. La idea de convertirse en un personaje de cómic le encantó, pero aún más la de poder adaptar sus reportajes. Era un sueño que había tenido desde niño. Desde que su padre le leía los cómics de Astérix y Tintín antes de dormirse. Personajes como Conan, Corto Maltés o Giuseppe Bergman habían hecho mella en él. Generando una pasión por la aventura que le hizo forjarse como periodista.
Entre copas, las horas pasaron en la terraza del hotel. Jon seguía narrándole a Ángel las grandezas de un arte que domina. Por aquel entonces ya era director de una de las webs especializadas más visitadas de España, que él mismo había hecho crecer desde cero.
Al día siguiente, Sastre partió hacia nuevos destinos. Después de estar dos meses disfrutando de la añorada libertad, volvió a México y luego a Colombia. Le siguieron las protestas de Venezuela, que ya están adaptando a un nuevo cómic, y por último Irak, para cubrir la ofensiva de Mosul.
Cuando se va al frente pueden pasar dos cosas: que no ocurra nada y se acabe grabando a gente posando con armas o disparando al horizonte, o que estalle. Ese día fue una de las batallas más “crudas” que Sastre ha vivido.
Fueron emboscados por el Estado Islámico. Ametrallaron el Humvee en el que viajaba junto al fotoperiodista Pablo Cobos, ambos empotrados con la Golden Division. Una locura, pero sin duda Sastre tenía una historia debajo del brazo.
Cuando llegó a Madrid, un amigo le presentó a Ander Zufiaur, quien, junto a su hermano, lleva la empresa de animación Sinedie. El proyecto les gustó. Sastre llamó a Sedano, quien se encargó de buscar ilustrador. Juan Alberto Hernández fue el elegido. A partir de ese momento fue un debate a tres: Jon revisó los textos de Ángel y supervisó cada viñeta, Hernández dibujó y Sastre medió entre ellos. Faltaba el sonido y la banda sonora. Ángel Liberal, que domina la materia desde años, aceptó la propuesta. El resultado está a la vista, tanto en cómic como en animación, y la tripulación, alistada, con ansias de izar banderas de nuevo. Porque la realidad siempre supera a la ficción, pero no al cómic.
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