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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El grito de la ecología

Trump no está solo. Jair Bolsonaro mantiene que los datos sobre deforestación en la Amazonía son “mentirosos” y generan “psicosis ambiental"

Rosario G. Gómez
Vista de un área de tala de árboles en el Estado de Pará (Brasil), que forma parte de la Amazonia, captada por activistas de la ONG Greenpeace.
Vista de un área de tala de árboles en el Estado de Pará (Brasil), que forma parte de la Amazonia, captada por activistas de la ONG Greenpeace.RAPHAEL ALVES (AFP/Getty Images )

La economía, la crisis climática y la inmigración han sido los principales factores que han impulsado el voto de los europeos en los comicios del pasado 26 de mayo, según los datos del Eurobarómetro. En 17 países —entre ellos Grecia, Croacia e Irlanda y en menor medida España—, la situación económica pesó de manera especial en los electores a la hora de escoger su papeleta. La encuesta sitúa a Malta y Bélgica como los Estados en los que el motor del voto fue la inmigración. Los finlandeses colocaron en el mismo plano la defensa de los derechos humanos y las políticas verdes a la hora de elegir. Y en el caso de Dinamarca, Suecia y los Países Bajos, sus ciudadanos evaluaron ante todo las propuestas de las distintas formaciones para combatir el cambio climático.

La agenda ecologista ha prendido con fuerza entre los ciudadanos de la Unión. Los Verdes han pasado a ser la cuarta fuerza política de la Eurocámara, con 74 representantes. Atenta a las inquietudes de los ciudadanos del Viejo Continente, la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha lanzado un guiño difícil de rechazar. Consciente de que “el tiempo apremia”, ha llamado a actuar con urgencia contra el calentamiento global y a reducir sin demora los gases de efecto invernadero. Políticos y organizaciones ecologistas saben que la transición hacia energías limpias no se pueden demorar. El clima lo demanda a gritos.

Algunos dirigentes, sin embargo, hacen oídos sordos. Trump no está solo. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha arremetido contra el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, cuyos estudios evidencian la cada vez más acelerada deforestación del Amazonas. Bolsonaro mantiene que los datos de ese organismo son “mentirosos” y generan “psicosis ambiental”. Tan insensato es decir que “si todos los datos de deforestación de los últimos 10 años fueran verdad, la Amazonia ya no existiría”, como asegurar que con el plan Madrid Central de restricción del tráfico ha aumentado la contaminación, como ha sostenido sin sonrojarse el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

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La ecología está en auge y aspira que su voz se oiga con fuerza en los Parlamentos y en los foros de decisión. Europa grita alto y fuerte, pero al otro lado del Atlántico ni Brasil ni Estados Unidos escuchan.

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