‘Urbex’: ocho asombrosos lugares en ruinas descubiertos por los exploradores urbanos
Se alimentan de la emoción de buscar y fotografiar espacios deshabitados en nuestras ciudades, consumidos por el tiempo, convertidos en templos de un pasado no siempre mejor. Estos son algunos de sus espacios favoritos
Donde el resto de los mortales vemos un edificio abandonado carente de interés, ellos ven la belleza de lo decadente. Son los urbex (acrónimo de "exploradores urbanos"), amantes de la fotografía que encuentran inspiración y chutes de adrenalina en bloques de viviendas, fábricas, palacios, hoteles, cines, hospitales, discotecas…, cualquier lugar deshabitado y castigado por el paso del tiempo. Dos de ellos nos explican cómo es su modus operandi y seleccionan algunos de estos templos de la ruina (con pistas algo vagas en ocasiones: una de sus normas es no revelar las ubicaciones).
Por qué son 'urbex'. "Esa atracción me viene desde pequeño", explica Fran Lens, creador del portal AbandonedSpain.com. "Me metía en casas en ruinas en el pueblo, en alguna cueva… La afición actual va ligada a mi pasión por la fotografía. Me di cuenta de que en estos lugares puedes hacer una fotografía diferente". Marc Rajá se inició también de niño: "Con 10 u 11 años, en Salou, visitaba masías abandonadas, hoteles… Todo por curiosidad".
Cómo encuentran estos lugares. Responde Fran Lens: "Somos un grupo de seis o siete personas y vamos siempre atentos. Si localizas algo mientras vas por la carretera, lo apuntas en un mapa. Quienes nos siguen en la web también nos dan pistas". Como cualquier afición, tratan de dedicarse a ella cada fin de semana. Siempre en grupo. "Sobre todo por seguridad: tienen estructuras inestables o puedes clavarte un clavo", añade Lens. Las visitas pueden durar entre una hora y el día entero. "He conocido más de mil lugares abandonados", dice Marc Rajá.
De qué se compone su mochila. "Lo más importante es la cámara de fotos y una buena iluminación. Siempre llevo linterna y también una antorcha LED para vídeo. Guantes, mascarillas para el polvo, buen calzado y pantalón largo", enumera Marc Rajá.
Qué se siente. "Cuando descubres un lugar, lo primero es emoción", describe Fran Lens. "También te imaginas el uso que se le dio: si es una fábrica, piensas qué se pudo producir allí, lo que pudo llegar a sentir la gente que trabajaba…". Marc Rajá confiesa que siente "muchos nervios. Da igual que seas veterano, siempre hay nervios".
No romper y no robar
No son friquis. Ni gamberros o devotos del botellón. "Si los sitios están cerrados, no se entra. No se fuerza nada ni se rompe nada, porque no somos delincuentes, somos fotógrafos", expone Fran Lens, que trabaja como consultor informático. "Tenemos normas: no desvelar la ubicación, no robar, no romper para entrar…", confirma Rajá, quien el resto de la semana regenta una cerrajería familiar en Barcelona.
¿Algún incidente? "Una vez, en un multicine en El Garraf, aparecieron dos personas que se pusieron muy agresivas e incluso me rompieron la luna del coche. Llevaban un palo con clavos, piedras en las manos… Creemos que lo tenían okupado y amontonaban chatarra", comenta Rajá.
¿Alguna experiencia paranormal? "En algunos sitios sientes que no estás solo", comenta Rajá. "Con 14 años, en un camping en Salou nos persiguió una sombra y uno de los gatos, que siempre habían sido cariñosos, me arañó. En un hospital de Tarrasa percibí que me seguía alguien, y no tenía a nadie detrás. A veces he entrado en un sitio y he sentido una opresón en el pecho, una ansiedad que te empuja a irte de allí".
Los lugares abandonados más impactantes
Hostal (Moyá, Barcelona)
"Los hoteles me fascinan. Ha pasado mucha gente por ellos, y muchas veces mantienen las habitaciones montadas, con sus televisores… Este hostal era el típico de pueblo, y tenía las camas hechas aún, el restaurante con las mesas y los manteles, incluso con las cajas de cerillas de obsequio para los clientes… Una pasada de sitio", dice Marc Rajá.
Monasterio (Valencia)
"Descubrimos en su biblioteca libros en danés, lo que nos resultó muy sorprendente. Se mantenían las habitaciones, la zona de la capilla, había hasta confesionarios, el claustro…", explica Fran Lens, a quien esta expedición le acarreó un disgusto. "Me denunciaron por haber entrado. Y entré por la puerta abierta, como mucha gente que entró antes y ha entrado después. Pero mi vídeo se hizo viral. Si creían que había robado algo, deberían haber registrado mi casa, cosa que no se hizo. Al final por falta de pruebas se archivó, no tenía ningún sentido".
Discoteca Privat (L’Ametlla del Vallès, Barcelona)
"Cuando entramos, estaba intacta. Las oficinas, las barras con su caja registradora… Tenía la pista de baile, y dos salas subterráneas, una de ellas con decoración de cueva. Era bastante chula. En otra discoteca, la Piramid, en Castellón, nos tiramos cuatro horas dentro", cuenta Rajá.
Hospital militar (Amélie-les-Bains-Palalda, Francia)
"En general, los hospitales suelen estar bastante chulos. Este es gigantesco, tiene cientos de habitaciones, y es muy bonito. Además, está enclavado en un paraje precioso, en el Pirineo francés. Cuando íbamos a terminar la visita, descubrimos que en una habitación vivía alguien y que tenia hasta macetas con plantas", relata Fran Lens.
Hospital de la Barranca (Navacerrada, Madrid)
"Fue mi primer abandono y con el que conecté con el movimiento urbex", explica Lens. "Es un sanatorio de inicios del siglo XX, en la sierra, y estaba destinado a tuberculosos, para que respirasen aire limpio. Está todo destrozado y es sobrecogedor". También conocido como Hospital del Santo Ángel, funcionó como sanatorio psiquiátrico hasta mediados de los años noventa.
Estación Internacional de Canfranc (Huesca)
Inaugurada en 1928 bajo un proyecto del ingeniero Fernando Ramírez de Dampierre, fue declarada Bien de Interés Cultural. Fran Lens: "Era donde se hacía el cambio de raíl, ya que en España tenemos un trazado más estrecho que el del resto de Europa. Arquitectónicamente es increíble, muy bonita, y todavía puedes visitar trenes abandonados. Hay alguna zona rehabilitada, como la del despacho de billetes, pero sigue habiendo edificios abandonados por todos lados".
Palacio de los Gosálvez (Casas de Benítez, Cuenca)
Obra del arquitecto Luis Sáinz de los Terreros, se construyó en 1902. "Aunque ahora mismo está devorado por la naturaleza, arquitectónicamente es una pasada. Consta de tres plantas, de estilo versallesco. Pertenecía a una familia bastante adinerada, y lleva abandonado desde los años sesenta. Queda solo la estructura. En cuanto un lugar se hace público, llegan los chatarreros a robar todo", dice Lens.
Bloque de edificios (Manresa)
"Era de los años treinta o cuarenta, y estaba completamente vacío, excepto el último piso, al que no le faltaba detalle: conservaba las camas, el comedor con sus muebles, la cocina y sus útiles, los armarios… Fue incríble ese lugar. Para entrar tuvimos que escalar hasta un balcón del primer piso, que estaba sin ventanas", confiesa Marc Rajá.
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