Los Beckham, 20 años de negocios y matrimonio
David y Victoria se han convertido en una de las parejas más poderosas y ricas del deporte, la moda y el espectáculo. Este 4 de julio cumplen dos décadas casados
Los Beckham son un tándem ganador nacido, como tantos otros, del azar. En este caso, de un flechazo en pantalla. El que, dicen, sintió David Beckham cuando vio a Victoria —entonces Adams— enfundada en un traje de brillante cuero negro con botines y guantes a juego en el videoclip de Say you’ll be there. “Esa chica es para mí y pienso ir a por ella”, le confesaba embobado a Gary Neville, su compañero de vestuario en el Manchester United aquel otoño de 1996 mientras la veía en pantalla junto a las Spice Girls bailando en el desierto de Mojave. Ese fue el segundo éxito de las chicas picantes y el primer paso para una relación que hoy ha convertido a los Beckham en una pareja, una familia y un imperio que acumula dos décadas a sus espaldas y decenas de millones de euros.
Al final, claro, se conocieron en persona. No se intercambiaron los teléfonos… pero se volvieron a encontrar. Y todo acabó, cómo no, en campanas de boda. “David será bienvenido a nuestra familia”, aseguraba ella, en aquella época en la que todavía sonreía, dando a conocer su enlace. El 4 de julio de 1999, la estrella de la selección inglesa y la todavía Spice Pija se casaban en una boda como ellos: mediática —se editó hasta un libro sobre la misma— al tiempo que discreta. Luttrellstown, un castillo en las inmediaciones de Dublín, les vio darse el “sí, quiero” en tronos de oro y vestidos de impoluto blanco. Ella llevaba un diseño de Vera Wang y una corona dorada. Solo había 29 invitados, entre ellos su hijo Brooklyn, de cuatro meses. Después, la celebración tuvo lugar con 250 amigos, costó cerca de 750.000 euros de entonces (aunque recibieron el doble por la exclusiva) y cortaron la tarta de tres pisos vestidos de morado, con trajes a juego.
“El de Victoria estaba bien. Yo parecía uno de los tipos de Dos tontos muy tontos”, recordaba él hace un par de años en la BBC sobre aquellos legendarios atuendos. “Incluso tenía un sombrero de copa. Increíble. ¿En qué estaba pensando?”, reía. Pero entonces su estilo, su pose y la unión de sus vidas y talentos lanzaron sus carreras más allá de lo deportivo y lo musical. Les convirtieron, básicamente, en lo que ellos mismos quisieron ser: la imagen del éxito. Lo que, dos décadas después, tratan de replicar Beyoncé y Jay Z, Kim Kardashian y Kanye West o Blake Lively y Ryan Reynolds: una auténtica power couple, una pareja de poder.
Los Beckham son hoy una empresa que factura millones de dólares. De hecho, tres empresas: una a nombre de cada uno y otra en común. Las cifras que se manejan de sus ganancias son inciertas. Para el diario The Times, están entre las 50 personas que más impuestos pagan de todo el Reino Unido, y acumulan 355 millones de libras, casi 400 millones de euros. Para el diario The Mirror, habrían logrado alcanzar ya los 750 millones de euros. Otros, como la publicación especializada Forbes, apuntan a que solo David habría acumulado 800 millones a lo largo de su carrera deportiva.
Si él es mucho más que un futbolista —a través de sus acuerdos con H&M, Adidas, Samsung, L’Oréal...—, lo que quedó claro pronto y rápido es que ella era mucho más que una cantante. De hecho, las Spice Girls están tan atrás en su vida que ni siquiera se ha unido a ellas en su nueva gira. Victoria está del todo centrada en su exitosa y por fin saneada empresa de moda, valorada en 100 millones de euros. Cuando arrancó su andadura hace 11 años y tras su imagen de fashion victim encaramada a tacones imposibles, con looks a juego con su marido y con cambios de imagen constantes, eran pocos quienes confiaban en su faceta de diseñadora. Lo que parecía un capricho más se ha convertido en una de las firmas británicas más sólidas del Reino Unido, con desfiles habituales en la pasarela de Londres, cerca de 200 empleados, tienda online en 50 países y dos boutiques, en Hong Kong y en la capital británica. Una línea que tiene una rama deportiva en colaboración con Reebok y que tendrá otra de belleza a finales de 2019.
Los Beckham comparten vida, cuatro hijos y casas en el exclusivo barrio de Holland Park (Londres), valorada en 36 millones; en los Cotswolds, en la campiña británica, con un valor de unos 6,7 millones; y hasta hace un año en Los Ángeles (California), que vendieron por 30 millones de euros. Ambos tienen una orden del Imperio Británico, que él logró en 2003 y ella en 2018. Siguen uniéndoles intereses y aficiones: hace pocos días se les vio juntos en el festival de Glastonbury, bailando, sacándose estilosos selfis y haciéndose arrumacos hasta el amanecer. Han contado en más de una ocasión que son mucho más fuertes juntos que por separados, pero que no es por eso por lo que siguen unidos: es, simplemente, porque se siguen queriendo. Dos décadas después, por un simple flechazo y ya, afortunadamente, sin vestirse a juego.
Cuatro hijos con un imperio paralelo
Antes de casarse, los Beckham ya eran una familia. En marzo de 1999 daban la bienvenida a su primer hijo, Brooklyn, tras el que luego vendrían Romeo (septiembre de 2002), Cruz (nacido en Madrid en febrero de 2005) y Harper Seven, la única niña (julio de 2011). Los niños, ya no tan niños, son tan mediáticos como sus padres, en especial el primero y la última. Brooklyn es ya fotógrafo y ha expuesto su obra en Christie's y también forma parte de la crónica social: ha salido con la actriz Chloë Grace Moretz y ahora lo hace con la modelo Hana Cross. Romeo ha posado para Burberry y Vogue y juega al tenis de forma profesional, mientras que Cruz es cantante. La pequeña, a punto de cumplir ocho años, es ya un referente de estilo que celebra sus cumpleaños en el palacio de Buckingham.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.