Victoria Beckham, 10 años de un imperio de moda y familia
La diseñadora protagoniza la portada de octubre en ‘Vogue UK’ junto a su familia
No sonreía en 1997, cuando Wannabe y un vestido muy negro y muy corto la lanzaron a la fama. Tampoco en 2008, cuando decidió que, más que llevarlos, lo que ella quería era crear esos diseños. Ahora, otra década después, con un negocio de moda valorado en millones de euros con dos líneas diferentes y desfiles en Nueva York y Londres, Victoria Beckham sigue sin mostrar su perfecta dentadura. Pero al menos se le dibuja una media sonrisa de lado en la portada del número de Vogue UK de octubre que protagoniza junto a toda su familia.
Es una imagen poco habitual. Ambas lo son. La de la familia Beckham posando junta y feliz en una revista, en la primera portada para la que “la segunda familia real británica”, como la llama Edward Enninful, director de la publicación, se sienta junta. De hecho, hay dos portadas: una de Victoria con sus retoños y su perra Olive y otra con su marido. Ella, protagonista en cualquier caso. Pero también resulta inédita la victoriosa transformación de Victoria. Ha sido todo lo que ha querido y, cuando parecía que había tocado techo, se ha vuelto a reinventar.
En los noventa rompió todos los récords de ventas al formar parte de las archifamosas Spice Girls. Ella era la Posh, la pija, la discreta y quizá la menos imitada por las niñas por ese perfil bajo. Hoy, es el modelo que muchas querrían ser. Empresaria de éxito, mujer hecha a sí misma, incluso se ha bajado de sus sempiternos tacones, que sacrifica en ocasiones por unas más a la moda deportivas blancas.
Su ropa triunfa en todo el mundo. Crea diseños sencillos, limpios, apetecibles, de cortes depurados y con tejidos de calidad que mujeres de clase media-alta compran para reuniones y fiestas. Se ha convertido en paradigma del lujo discreto y ella misma es su mejor maniquí: ha vestido sus propias creaciones para las bodas de los príncipes Guillermo y Enrique.
A sus 44 años, poco queda de aquella mujer de futbolista enfundada en ajustados corpiños de leopardo y con pelo en puntiagudas mechas rubias. Su empresa está valorada en más de 110 millones de euros y ya factura más que su esposo, con quien se casó en julio de 1999 y con quien tiene cuatro hijos, Brooklyn, de 19 años, que vive en EE UU y ha arrancado su carrera como fotógrafo; Romeo, de 16; Cruz, de 13; y Harper, su única hija, de siete, y la que en la entrevista con Vogue califica del “cerebro de la familia”: “Quiere ser inventora”.
Mucho se habla de los Beckham en los medios, pero son contadas las ocasiones en las que ellos abren la boca, a no ser que se trate de trabajo o por una de las muchas causas solidarias que apoyan. La de Vogue es una entrevista poco habitual, en la que la diseñadora cuenta cómo a su hija pequeña le encanta jugar al fútbol con sus hermanos pero también ponerse sus zapatos de tacón de Alaïa (sólo en casa, eso sí).
En esta ocasión, la pareja también se sincera sobre los continuos rumores sobre su siempre pública vida privada. “La gente se inventa cosas sobre nuestra relación desde hace 20 años, así que David y yo estamos bastante habituados a ignorar las tonterías y a seguir comos siempre”, comenta la distinguida con la Orden del Imperio Británico en 2017, que también se sincera: “Pero esas cosas tienen más efecto en la gente de nuestro alrededor, y es injusto”.
Los de alrededor son sus hijos, sus familias y su círculo más cercano. Ella sigue teniendo sintonía con las Spice Girls, y se ha aupado como la más exitosa de los cuatro fuera del camino eminentemente musical —que tampoco ha dado grandes alegrías al resto—. Su marca, su carrera y su cuenta bancaria (se habla de un acuerdo de más de 50 millones de euros) puede ahora verse aún más relanzada gracias a que, como ha confirmado alguna de ellas, van a volver a juntarse. Sin gira, eso sí: su negocio y su vida familiar no se lo permiten. Sus hijos no son tan pequeños como la última vez que se juntaron, en la clausura de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, y su marido ya está retirado. Pero son su prioridad.
“Ambos sabemos que somos más fuertes juntos que de forma individual”, reconoce en Vogue sobre su familia y, sobre todo, sobre su pareja. Y lanza la pregunta que muchos, dos décadas de matrimonio y negocios después, se hacen. “¿Estaríamos en la posición en la que estamos ahora si no nos hubiéramos conocido y hubiéramos estado juntos estos años?”. Ella responde que “todo es cuestión de unidad familiar”. Una unidad en la que no caben ni las sonrisas.
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