El difícil arte de ser David Beckham
El británico recuerda sus años en el Real Madrid, su vértigo al retirarse y las claves de su adaptación a los nuevos tiempos
“Toda mi carrera futbolística se basó en el control. Para mí, el riesgo consistía en cambiar de equipo o mudarme a un nuevo país. Cuando dejé el fútbol fue cuando empecé a hacer cosas que requerían una cierta osadía y que antes no me estaban permitidas, como montar en moto, bucear o hacer snowboard. Internamente, siempre he sabido que estoy hecho para atreverme”. El pasado 2 de mayo, David Beckham (Londres, 1975) cumplió 44 años. El próximo 18 de mayo marca el sexto aniversario de su retirada del fútbol. Y sus palabras, pronunciadas en una entrevista concedida a EL PAÍS durante su visita a Madrid el pasado 29 de abril en calidad de embajador de la casa relojera Tudor, se enmarcan en la tarea que le ha ocupado desde 2013: su consagración como una referencia fundamental de ese término esquivo denominado “marca personal”.
La marca Beckham, hoy, se articula a través de una serie de colaboraciones empresariales que van desde la cosmética masculina hasta el whisky. “Para mí, la clave de cualquier colaboración o patrocinio es la autenticidad. También la estabilidad, porque todas mis colaboraciones son de largo recorrido. No me interesa entrar en proyectos y salir de ellos rápidamente”, explica, poniendo como ejemplo su colaboración con Tudor, que comenzó en 2017. “Soy coleccionista de relojes, y uno de los primeros que compré, y de mis favoritos, fue un viejo Tudor. Luego descubrí que era una marca asociada a Rolex, y me pareció algo especial, porque he llevado varios Rolex. Todo es más fácil cuando una marca tiene historia propia”. Ahora que la celebridad se mide en las redes sociales, conviene recordar que Beckham no abrió su cuenta de Instagram hasta 2015, una fecha relativamente tardía. Hoy cuenta con 55 millones de seguidores, pero al exfutbolista, influyente desde hace décadas, la categoría de influencer le resulta algo ajena. “No es una palabra que me guste”, apunta. “Creo que si yo mismo dijera que soy influyente en algo, probablemente mi padre vendría a darme un tirón de orejas y a decirme que me relajara”, bromea. “Pero, para ser honesto, que la gente hable de mí en esos términos me hace sentir especial, porque significa que he dejado una huella en otras personas y he cambiado algo”, afirma. “Hace años, cuando jugaba al fútbol, la gente copiaba mi peinado o mis tatuajes”. ¿Recuerda qué pensó la primera vez que vio a algún fan imitando su aspecto? “Me hizo gracia. En aquella época, me pareció muy positivo”.
Aunque el británico lleve más de un lustro retirado del fútbol, resulta inevitable hablar de los años que dedicó al deporte rey. “Siempre echaré de menos el fútbol, pero me retiré a los 38 años, que es una edad bastante avanzada, y hasta entonces disfruté cada minuto”, explica. “He tenido la suerte de poder dedicarme a mi pasión y vivir de ello. Incluso aunque no hubiera sido futbolista profesional, habría jugado de cualquier manera. Siempre he sido así”. Asegura Beckham que guarda un excelente recuerdo de los años en que jugó en el Real Madrid (2003-2007) y vivió en la capital española. “Es una de las ciudades que más echo de menos”, afirma. “Me encantó vivir aquí cuatro años. Fue una de las mejores épocas para mí y para mi familia. Todavía sigo hablando con muchos de mis compañeros de equipo, estoy en contacto con el presidente y, por supuesto, veo a Zizou bastante. Es una persona extraordinaria".
Zizou es, por supuesto, Zinedine Zidane, compañero de Beckham en los años galácticos del madridismo y actual entrenador del equipo durante una temporada especialmente turbulenta. “Nunca diría nada malo de Zizou”, sale al paso Beckham. “Es buena persona, un jugador alucinante, trabaja duro, conoce la ciudad y el club. Ha logrado muchas cosas. Se fue y ahora ha vuelto. Y ya se aprecian cambios en los jugadores, el club y el equipo. Todo el mundo le respeta como persona, como jugador y como gestor. Sabe hacer que su equipo juegue del modo más emocionante”.
La serenidad que transmiten las palabras de Beckham se traduce también en su aspecto: hace años que abandonó los cambios repentinos de look para instalarse en una forma impecable de madurez estilística en la que cabe la sastrería contemporánea, los cortes de pelo old school y sus emblemáticos tatuajes. “La estabilidad en el estilo llega cuando te haces mayor”, responde. “Hay que asumir que, a cierta edad, hay cosas en el pelo o el estilo que ya no puedes hacer. Te conviertes en una persona diferente, no pruebas tantas cosas. Además, en mi caso, tengo cuatro hijos. Tres de ellos son chicos, tienen estilo propio y ya no puedo competir con ellos. Que tomen el testigo ellos. A mí ahora me gusta lo sencillo y lo clásico”.
Victoria, la otra mitad de la marca
El fenómeno Beckham no se entiende sin la otra mitad de la marca: hace mucho que Victoria Beckham dejó atrás su carrera como cantante para emprender una aventura que la ha convertido en una diseñadora respetada y certera. “Llevamos 23 años juntos y 20 años casados, y al cabo de ese tiempo tienes una relación en la que confías en el criterio de tu pareja en la vida y en los negocios”, explica David Beckham, que asegura compartir muchas de sus decisiones empresariales. “Es importante que dos personas hablen del éxito y de lo que queremos hacer en el futuro”.
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