¿Qué pasa cuando sueltas a un grupo de arquitectos en la España vaciada? Solo Houses es la respuesta
La exposición 'Solo summer group show', que muestra estos días la Galería Solo en la localidad turolense de Matarraña, da prueba de cómo se puede llenar la España 'vacía' de arte y arquitectura y atraer turismo de calidad
Una exposición como Solo summer group show es una absoluta rareza. Por partida doble. En primer lugar, está el hecho de que en nuestro país no sean habituales las grandes manifestaciones de arte contemporáneo al aire libre, más cercanas en concepto (aunque a otra escala) al modelo de bienal que al de feria o exposición en galería. Y en segundo lugar, aquí el marco no es un núcleo urbano, como podría esperarse, sino una comarca rural del sureste de Aragón, que desde luego no figura en el mapa de los coleccionistas internacionales y cuyo nombre apenas sonará a unos pocos incluso dentro de nuestro país. Aunque algunos la llamen la Toscana española y los lectores de El País la hayan elegido como una de las áreas más bonitas de España.
Con una densidad de población de 9,5 habitantes por kilómetro cuadrado, Matarraña o el Matarraña —pero, atención, nunca la Matarraña— abarca unos 900 km² al este de la provincia de Teruel, con límites en Tarragona y Castellón. Fue en las inmediaciones de uno de sus pueblos, Cretas (unos seiscientos habitantes), donde en 2012 el matrimonio de galeristas formado por el francés Christian Bourdais y la española Eva Albarrán adquirieron una finca de 90 hectáreas para desarrollar sus Solo Houses: 10 casas que son sendas cartas blancas a arquitectos contemporáneos de vanguardia, y que materializan una tipología de proyectos que, por utópicos, generalmente no encuentran desarrollo más allá del papel.
Hasta el momento son dos las Solo Houses que se han hecho realidad: Solo Pezo, obra del estudio chileno Pezo Von Ellrichshausen, y Solo Office, del belga KGDVS. La primera es un imponente conjunto casi escultórico de volúmenes de cemento armado del que desciende una larga escalinata del mismo material y la segunda, una vivienda de planta anular que se ha comparado con un platillo volante, valió a sus autores una candidatura a los últimos premios Mies van der Rohe de arquitectura. Ambas casas son tan únicas en su especie que verlas en foto genera la impresión de encontrarnos ante unos renders u otras imágenes infográficas particularmente conseguidas. Pero lo mejor de todo es que en vivo la sensación no resulta muy distinta.
Son solo dos por el momento, pero hay más en la agenda inmediata. “Nuestro plan para la próxima etapa, que abarca los próximos dos años, es construir otras cinco casas y también un hotel”, explica Eva Albarrán a ICON Design. Los nuevos proyectos correrán a cargo de profesionales como Smiljan Radic, Bijoy Jain, Go Hasegawa, Barozzi / Veiga, Sou Fujimoto y Kuehn Malvezzi. Todos ellos son arquitectos o estudios más que renombrados que destacan por la modernidad de su trabajo.
Posiblemente no había sido factible reunir un plantel tan estelar si no fuera porque a cada uno de ellos se le ha ofrecido la posibilidad de poner en pie un proyecto a su imagen y semejanza, con el que puedan olvidarse de las restricciones prácticas a las que por lo general se ven sometidos. “Una oportunidad así resulta algo muy atractivo para cualquier arquitecto”, comenta Albarrán.
Llenar de arte y arquitectura un vacío demográfico
Surge en la conversación el concepto de la España vacía, acuñado por el escritor Sergio del Molino en el ensayo que con ese mismo título publicó en 2016. Las regiones del interior de nuestro país cuya población está diezmada por la emigración a las ciudades reivindican ahora su existencia y exige más atención de las Administraciones y mejores infraestructuras. Y podría decirse que, en cierto sentido, Albarrán y Bourdais han pretendido llenar de arte y arquitectura una porción prototípica de esa España vacía.
“Es verdad que no queríamos hacer esto en un sitio muy densificado”, cuenta Eva. ”Pero en realidad la elección del lugar se produjo por lo increíble del paisaje, que es un parque natural, y por la implicación que recibimos del Ayuntamiento de Cretas: ese apoyo ha sido fundamental. Y la idea ahora es convertir el Matarraña en un punto de turismo cultural”. Y llevar hasta allí a los coleccionistas y aficionados al arte contemporáneo.
Un espacio poco convencional para exponer arte
En pleno Madrid, Eva y Christian abrieron hace año y medio la Galería Solo, una sala donde exponen obra de artistas internacionales como Christian Boltanski, Angelika Markul o Carlos Amorales (la muestra actual). Pero desde el principio se plantearon que querían ir más allá de las habituales exposiciones de “cubo blanco” y que las Solo Houses eran el entorno perfecto para cumplir ese objetivo. Por eso acaban de inaugurar allí su primer Solo summer group show, con piezas de nueve artistas contemporáneos.
No es casual que dos de ellos (Barozzi / Veiga y Pezo Von Ellrichshausen) sean asimismo estudios de arquitectura que han participado en las Solo Houses. La obra de Barozzi / Veiga fue seleccionada para la bienal de arquitectura de Venecia de 2016, y la de Pezo estuvo instalada en el jardín de las Tullerías de París bajo el programa Hors les murs de la feria de arte contemporáneo FIAC de ese mismo año. Como resume Eva, “la exposición nos permite mostrar obras de grandes dimensiones. Para los artistas es muy interesante porque no suelen tener muchas ocasiones para presentar obra de gran escala en el mercado. Y los coleccionistas encuentran la ocasión de adquirir obras para el exterior”.
Nueve piezas de monumental delicadeza
La muestra se configura como un recorrido que une y rodea las dos casas actualmente construidas y que se inspira en la “carte de Tendre”, el plano de un país imaginario realizado por varios autores en el siglo XVII. A lo largo de este recorrido emocional y sensorialmente impactante nos detenemos, a modo de etapas, ante las nueve piezas de la exposición, donde la monumentalidad no está reñida con la delicadeza. En este sentido, destaca por ejemplo Kissing the void, la instalación de 39 toneladas de balasto (las piedras que suelen emplearse en las vías del ferrocarril) pintado de rosa fluorescente de Ugo Rondinone, que sorprende por su tensión entre lo natural y lo deliberadamente artificial.
O Truth always appears as something veiled, el gran laberinto de planta circular de Héctor Zamora con muros semiabiertos, que nos hace pensar en ruinas clásicas como el laberinto de Cnido en Turquía. O Animitas, el campo “sembrado” por Christian Boltanski con doscientas campanillas japonesas que tintinean exquisitamente con el soplido del viento mientras unas placas transparentes reflejan la luz solar, réplica de la instalación original que el artista francés ubicó en 2014 en el desierto de Atacama.
Hay también referencias a la historia de nuestro país (las barricadas de Sánchez Castillo), magnético colosalismo minimal (Cimaise de Olivier Mosset), reflexiones metalingüísticas (Melting bodies de Iván Argote) y diversas variaciones sobre la configuración del espacio arquitectónico y sus implicaciones (a cargo de Pezo Von Ellrichshausen, Barozzi / Veiga o Peter Downsbrough). Por el calibre de los artistas y las piezas elegidas y el modo en que se integran en el paisaje natural, es fácil quedar abrumado a lo largo del recorrido.
Aún quedan unos meses para poder comprobarlo. La exposición finalizará cuando lo haga el verano, pero la idea es que no se quede en una experiencia aislada, de forma que cada año por estas fechas se inaugure un nuevo Solo summer group show. Como en cualquier galería de arte, las obras están a la venta. No así las casas, que solo pueden alquilarse. “La idea es mantenerlas como una colección de arquitectura y no ir vendiéndolas una por una”, explica Eva Albarrán. “Lo que sí contemplamos es añadir otros socios que participen económicamente del proyecto. Pero nosotros mantendremos siempre el control artístico”.
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