El capital político de Sánchez

Pedro Sánchez tiene un capital político que va más allá de la épica del héroe de la resiliencia a cuya mayor gloria publicó su libro Manual de resistencia. Tampoco tiene que ver con su mucha o poca formación o su aspecto de yerno ideal. Se desconoce todavía si puede hacer propuestas políticas muy innovadoras o si tendrá mucha capacidad negociadora en un clima tan polarizado. No ha destacado hasta el momento por una oratoria arrolladora y es más bien frío en las relaciones personales-profesionales. Habla idiomas, sí, pero eso solo computa a partir de cierta edad y en España, donde por lo demás todos hablamos español.

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No, el capital político de Pedro Sánchez tiene que ver con algo más sutil y muy contemporáneo. Pedro Sánchez ha sido percibido como un político con autonomía de decisión. Dentro y fuera de su partido. Como Trump, pero en racional. Y ese es un atributo de valor incalculable en un mundo interdependiente, con los partidos políticos bajo sospecha, con la política a merced de la economía, con los algoritmos decidiendo nuestra pareja y nuestro menú. Y sobre todo, en un mundo enfermo de una conspiranoia que convierte a cada personaje público en esbirro del Ibex, o de Bruselas, o del Comité Central o de sus prejuicios, que no se sabe qué dependencia aprisiona más.

A base de criticar al viejo testamento del PSOE, Podemos le ha regalado a Pedro Sánchez la bandera más preciada de los morados: la del “nosotros no le debemos nada a nadie”. Bueno, pues el líder socialista ha conseguido que cale la imagen de que él, tampoco. Ese capital, ese relato (más literario que real en un presidente del Gobierno, como es obvio), se complementa ahora con el carril central de la política que le ha regalado Albert Rivera al rebelarse contra el destino que le diseñaron sus fundadores a Ciudadanos. Dos regalos poderosos y una distancia en votos con el segundo partido en las elecciones generales, el PP, que puede crear la ficción de que Sánchez lo tiene hecho y de que tenemos por delante una legislatura tranquila, sin más tarea que poner en marcha las grandes reformas pendientes.

Hemos cerrado un ciclo político. Pero es ahora, desde el poder y con cuatro años por delante, cuando Sánchez tiene que empezar a gastar su capital político. @PepaBueno