Una idea remota de lo que significa amar
“¿Dónde te habías metido?”, le pregunta el autor a su hijo de nueve años. Antes creía saber lo que significaba querer, pero todo cambió con su llegada al mundo. Ahora conoce su verdadero significado
QUERIDO LEO. YA has cumplido nueve años y a mí me parece una muy buena edad. Por supuesto que todas las edades son saludables, porque significan que uno sigue vivo, y eso es casi más de lo que se puede pedir, pero tus nueve años son especialmente buenos, y no solo para ti: también para mí. Como ya sabes un montón de cosas, puedo aprender de ti, divertirme contigo, hablar contigo; y me refiero a hablar de verdad. Vivimos muchas aventuras y luego podemos quedarnos dormidos juntos en el sofá. Cuando luchamos, ¡y lo hacemos muy a menudo!, a mí me cuesta cada vez más que te rindas; aún lo consigo, pero solo si utilizo todo mi peso y unos cuantos trucos (la palabra clave es “bloqueo de piernas”, tú ya me entiendes). Es que te has vuelto muy fuerte, y no me refiero solo a los músculos: eres fuerte porque estás en el mundo, porque has conseguido llegar a los nueve años, y eso no lo consiguen tantos como cabría pensar. Eres fuerte porque eres valiente; eres valiente porque eres capaz de dominar el miedo; conoces el miedo porque eres listo. Has entendido que hay límites y procuras tantearlos, ampliarlos y, si es necesario, superarlos. Aunque a mí, como padre, no siempre me resulte fácil, ¡ese es tu trabajo como niño de nueve años! Estoy orgulloso de ti, me pareces genial. Me gustaría decirte: “¡Quédate como estás!”, pero eso sería una lástima, claro. Está bien tener nueve años, pero no quedarse ahí. Seguirás creciendo, seguirás avanzando. El mundo es magnífico, ¡ve a verlo! Hay mucho por descubrir y por hacer. Mientras pueda, y mientras tú quieras, yo te ayudaré. Luego, sé que lo harás solo y lo harás bien.
Una última cosa. Antes de que llegaras tú, hace nueve años (pero ¿dónde te habías metido?), tenía una remota idea de lo que era amor, ahora sé lo que es y cómo se siente: lo he conocido de arriba abajo. Te doy las gracias por ello, querido hijo, y por todo lo demás.
PD: De los caramelos que me has robado ya hablaremos cuando cumplas 10 años.
Robert Seethaler es autor de Toda una vida (Salamandra).
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