Un mundo donde conviven lo hermoso y lo turbio paisajes oníricos, basura industrial, osos polares que luchan por sobrevivir y oligarcas que compiten por hacerse más ricos.
Vista nocturna de la ciudad septentrional de Múrmansk, cuyo puerto permanece abierto todo el año y es el principal del Ártico ruso.Samuel SánchezDistintas formas y texturas de hielo encontradas durante el viaje.Samuel SánchezA bordo del buque 'Nadezhda' (esperanza), un carguero rompehielos de 169 metros de eslora propulsado por diésel.Samuel SánchezDistintas formas y texturas de hielo encontradas durante el viaje.Samuel SánchezDistintas formas y texturas de hielo encontradas durante el viaje.Samuel SánchezAl fondo, el rompehielos 'Arctic Express'.Samuel SánchezEdificios en la ciudad de Dudinka. Desde 2001, el Gobierno ruso exige a los extranjeros un permiso específico para visitarla.Samuel SánchezEdificios abandonados de estilo soviético.Samuel SánchezLa avenida central de la ciudad.Samuel SánchezNave de fundición y vertido de sulfuro de níquel en las dependencias de la fábrica metalúrgica de Nadezhda, perteneciente al conglomerado minero industrial Norilsk Nickel.Samuel SánchezNatalia Fediánina, directora del Museo de Norilsk.Samuel SánchezMiembros de una comunidad nativa en la fiesta de pastores de renos en Dudinka.Samuel SánchezLa activista Valeria Bólgova.Samuel SánchezEl público de la fiesta de los pastores de renos de Dudinka, caminando a lo largo de un río cubierto de nieve.Samuel SánchezUn club nocturno que aspira a ser el punto de encuentro del “público exigente” local.Samuel Sánchez
