Armas descontroladas en la manifa
Este sigue siendo un insólito agujero negro en la seguridad pública de esos días
Había armas en un coche vandalizado de la Guardia Civil aparcado ante la Conselleria de Economía, el 20-S de 2017. Armas abandonadas.
No pistolitas de agua, ni flechitas de pub irlandés. Sino armas largas, de acometer, de reprimir. Armas descontroladas.
Este sigue siendo un insólito agujero negro en la seguridad pública de esos días.
“Me contaron algo, que ni me he recuperado del susto: que habían dejado un coche con armas dentro”, recordó este lunes el entonces alcalde de Barcelona, Xavier Trias. “Eso es una barbaridad, a cualquiera le cae un paquete por eso”, añadió.
Una barbaridad. Tanto si la concentración contra los registros judiciales era tan impenetrable que “ni siquiera el Séptimo de Caballería” la hubiese cruzado, como dijo el jefe de la Brigada Móvil (Brimo), mosso número 5422. Como si fue tan ordenada, según versión de sus patrocinadores.
“A las dos de la tarde me dan una novedad importante: dentro de los vehículos hay armas”, explicaba 5422. Y para controlarlas se arbitraron dos medidas, eficaces porque Dios no quiso lo contrario.
Una, el vuelo permanente de vigilancia de un helicóptero “enfocando” el coche “durante buena parte del día”, explicó el segundo de la Brimo, el subinspector 34104.
Otra, “crear una zona de seguridad en torno a los vehículos”, lo que se decidió a las 14.30. Y se puso en práctica después.
“Por la tarde, Jordi Sànchez”, el presidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), “nos indicó que el pasillo que habíamos hecho los voluntarios se ensanchase y abarcase también los vehículos”, explicó el segurata máximo de la ANC, Pere Miralles.
Lo hicieron pidiendo a la gente que se apartase, o sea que el Séptimo de Caballería no habría podido, pero el segurata, sí.
Claro que esa no era la solución ideal, pues el propio cordón de voluntarios se “venció” esa tarde un rato por presión de los congregados. Y menos para los beneméritos que desencocharon ante la conselleria. “A ver si sacamos los vehículos [con armas] de ahí y los llevamos a un parking”, nos pedían, detalló el subinspector.
“Pero eran tantos miles de personas que había que apartar, que lo descartamos, ojalá hubiéramos podido sacarlos, pero era temerario”, concluyó.
Los testimonios de los dos mandos de la Brimo difirieron en énfasis: uno fue acerbo con Sánchez; el otro, positivo. Y ambos favorecieron al exconseller de Interior Joaquim Forn, pues en su relato ni apareció, los mossos se lo cocinaron solos.
“A las 3.00-3.15 recuperan los coches “y los guardias civiles comprueban con nosotros que están las armas”, especificó 5422. Se rozó y salvó un desastre. Queda la incógnita. ¿Por qué se abandonan las armas? El secretario de Estado, José Antonio Nieto, dio una pista (escasa) en su declaración del 4 de marzo en este palacio.
Fue el único. Lo hizo al responder a la cuestión de por qué no conoció antes de mediodía el descontrol de las armas: “Cuando se actúa por mandato judicial”, [mi cargo] “tiene dependencia orgánica: a mí no me tenían que informar”. ¿A nadie?
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