Esto es lo que pasa cuando el campo de fútbol deja de ser el centro del patio del colegio
Un grupo de arquitectas ha comprobado cómo la medida afecta (positivamente) a quienes no practican el deporte rey
Muchos no nos damos cuenta hasta que nos hacemos adultos, pero, al final, casi todos coincidimos en señalar la importancia de haber aprovechado bien las clases que recibimos cuando somos niños. Sin embargo, hay un espacio tan relevante como el las aulas cuya relevancia pasa desapaercibida con mayor frecuencia, probablemente porque se asocia exclusivamente con momentos de ocio y de descanso: el patio.
Según el maestro de educación primaria, investigador y divulgador Gorka García, "los momentos que se pasan en el patio suponen aprendizajes tanto o más importantes que los propiamente académicos". Y podría serlo aún más porque, según algunos expertos, hay algo que falla en el lugar con mayor potencial emocional positivo y pedagógico para los niños: el diseño.
Concretamente, se refieren a una disposición que se ha perpetuado hasta nuestros días y que limita las posibilidades que el espacio ofrece. Además, supone una barrera que dificulta la relación entre los niños y las niñas, como vieron en un estudio llevado a cabo entre 2005 y 2007 por los investigadores de la Universidad de Viena. Los científicos analizaron 20 escuelas austríacas para sacar a la luz los problemas del diseño de los patios de recreo, y llegaron a la conclusión de que los niños ocupan el espacio central con juegos de pelota y las niñas se mantenían en los lugares periféricos.
No es que la niñas no jueguen al fútbol, ni que todos los niños lo hagan, pero parece que las diferencias entre los sexos sí están delimitadas en los planos de los patios. Al menos, es lo que defienden diversos grupos de arquitectos, que han puesto el ojo en esta cuestión y han propuesto nuevas organizaciones del espacio más inclusivas y con perspectiva de género.
El 'futbolcentrismo' es la norma de los colegios españoles
Es el caso de las arquitectas de Equal Saree Helena Cardona, Julia Goula y Dafne Saldaña. Las profesionales han observado que el 80% de nuestros patios son "futbolcéntricos", y que eso excluye numerosas actividades. También han elaborado una guía de diagnostico e intervención con perspectiva de género en los patios de las escuelas, en la que han plasmado su análisis del fenómeno.
"Cuando observamos un patio, generalmente vemos que hay un grupo dominante (mayoritariamente masculino) que ocupa el espacio central con modalidades de juego, expansivas e invasivas respecto a las otras actividades y a los espacios adyacentes. En el contexto español, la actividad por excelencia es el fútbol. El resto de personas, las niñas y los niños que no juegan a este deporte, se quedan en la periferia realizando actividades más estáticas y ocupando una proporción de espacio muy inferior", relata Cardona.
Este diseño no ayuda a disminuir las desigualdades, sino que generalmente las refuerza. Los patios están diseñados para dar protagonismo a una o unas pocas actividades, situando los deportes competitivos en una posición central y visible. El resto de actividades ni siquiera se tienen en cuenta y no se prioriza en el proyecto de diseño... y eso que cambiar esta disposición tenga resultados positivos para el alumnado.
Sin fútbol, la niñas se mueven más
El propósito de las arquitectas de Equal Saree es fomentar la reflexión sobre la necesidad de repensar los patios de las escuelas, una meta que ha inspirado un curioso experimento. "Cambiamos las dinámicas cotidianas del patio, instalando en el centro de la pista de fútbol unos elementos de juego modulables. Mediante un sistema de monitorización, pudimos comprobar cómo rompiendo el 'futbolcentrismo' se pueden conseguir dinámicas más igualitarias: las niñas aumentaron la actividad física y su movilidad por el espacio, hubo más interacciones entre niñas y niños, con un juego más compartido, y el patio fue ocupado de manera más equilibrada por todo el alumnado", explica Saldaña.
¿Pero puede una redistribución del espacio superar la pasión que despierta el deporte rey -y tiene sus motivos para serlo-? "Creemos que perder privilegios no es fácil y al principio puede generar algunas incomodidades", afirman Julia Goula. Y añade: "Habitualmente, mediante estos procesos participativos llegaremos a la conclusión de que un patio más igualitario aporta beneficios para todo el alumnado. La incapacidad para encontrar la motivación y el disfrute con otros juegos, más allá del fútbol, también es una situación limitante para algunos niños y se debe superar. No se trata de prohibir el fútbol, sino de ampliar las opciones juego y de dar el mismo valor a las diferentes preferencias".
Para los arquitectos especialistas en urbanismo inclusivo de Projekta Patxi Galarraga y Miren Vives, la perspectiva de género aplicada a los patios de las escuelas es "importantísima" porque "te da esas gafas que te muestran cosas que ocurren y que nadie ve". Por ejemplo, se vislumbra la idea de que la dominancia del fútbol en los patios encuentra sus orígenes en la diferenciación histórica entre lo público y lo privado. "No es casual que el ámbito de lo publico haya sido ocupado por lo masculino, relegando a la feminidad el ámbito de lo privado, como la casa y los cuidados. De ahí que, el patio de una escuela, como la calle en general, sea un espacio eminentemente masculino", dice el educador social y antropólogo, miembro del grupo de Investigación y Control Social de la Universidad de Barcelona, Jofre Padullés.
"Si piensas en los 'juegos de chicos' y 'los de chicas' que se pueden observar en el patio de un colegio, verás que los protagonizados por chicas tienden a ocupar una parte no muy extensa y claramente delimitada, un ejemplo muy gráfico es el juego de la goma. Por lo contrario, los juegos de chicos son muy expansivos y tienden a invadir espacios utilizados por otros", dice Padullés.
El profesor Gorka García habla desde su propia experiencia en la escuela. Coincide con el antropólogo en que, "en los primeros años de educación primaria, las niñas y los niños juegan indistintamente juntos y separados, aunque es verdad que hay actividades, como el fútbol, por ejemplo, que favorecen la separación. Cada vez son más las niñas que participan en este juego, pero no es una proporción equitativa. El campo de fútbol es el que ocupa la mayor parte del patio y además acostumbra a ocupar la zona central, que marca de una manera subliminal qué es lo importante y respetable. Si los que ocupan esta zona habitualmente, porque juegan a fútbol, son los chicos, entonces está claro que el mensaje es machista. Además, se crea un concepto erróneo de popularidad que afecta también a las relaciones sociales del alumnado", opina.
Construcción social a través del reparto de espacio
¿Pero qué hace falta para corregir el rumbo de los patios "futbolcéntricos" hacia uno con perspectiva de género? Los profesionales de Projekta detectan como factor limitante para cambiar las construcciones urbanísticas educativas, además del presupuestario, la aversión al riesgo. Una cancha de cemento central y pequeños rinconcitos para juegos más creativos supone un riesgo bajo, y menos problemático, piensan.
Y modificarían las dinámicas y los roles que se establecen en la infancia, que determinan cómo nos comportaremos en la edad adulta. "En la vida las cosas más importantes, es decir aquellas que más nos determinan como personas, las aprendemos sin darnos cuenta", dice el antropólogo Jofre Padullés. La hora de jugar, un derecho fundamental, es un momento de gran aprendizaje. "La distribución del espacio de juego en las escuelas es una importante arma pedagógica al servicio de la lógica patriarcal. Niños y niñas, sin darse cuenta, aprenden cual es su lugar", añade.
Así, la mirada con la que se han construido los patios es la misma con la que se han asfaltado nuestras calles. "Pensar los espacios con criterios de género quiere decir justamente reconocer la interrelación entre su estructura y la de la sociedad, entendiendo que condicionan nuestra forma de vivir y de relacionarnos. Significa reconocer que si los diseñamos en términos 'neutros' estamos dando prioridad a las experiencias y criterios de una minoría y, por tanto, excluyendo al resto de personas. Cuando diseñamos con criterios de género buscamos conseguir la igualdad respetando las diferencias, recuperar los valores orientados al bienestar, a los cuidados y a la gestión de la vida cotidiana. En definitiva, garantizar el acceso, uso y disfrute de la ciudad para todas las personas en igualdad de oportunidades" , concluye la arquitecta Julia Goula.
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