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Por qué los osos polares son el ‘canario’ del Ártico

El primer estudio sobre las cien especies de mamíferos árticos alerta sobre su frágil situación en un entorno polar en el que las temperaturas pueden subir hasta ocho grados

Javier Salas
Hasta 180 osos polares acudieron a comer de esta ballena muerta en 2017.
Hasta 180 osos polares acudieron a comer de esta ballena muerta en 2017.Chris Collins/Heritage Expeditions

Todos los telediarios daban una noticia digna del arranque de una película de catástrofes. Hace un par de meses, unos cincuenta osos polares invadieron la localidad rusa de Belushya Guba y arrasaron con su hambre los vertederos humanos, un bufé libre irresistible para estos gigantes blancos y sus ansias de calorías. Más allá de la anécdota, este hecho puso el foco en la realidad que están viviendo los osos polares, porque son un animal clave en todo el ecosistema ártico. Son los canarios en la mina del Ártico para el ecólogo David Nogués Bravo, que responde por videoconferencia recién llegado de las frías tierras de Svalbard, el gigantesco archipiélago a medio camino entre Noruega y el polo norte. "El Ártico es un laboratorio natural del cambio global, porque allí está sucediendo más rápido que en otras partes del mundo, estamos viendo sus consecuencias años antes que en el resto", advierte. En Svalbard, las temperaturas han crecido hasta cinco grados, frente al grado de media global, y se teme que pueda llegar a los ocho o diez grados.

Está en lo alto de dos de esas pirámides alimenticias de los libros escolares, la terrestre y la marina, y por eso siente en sus carnes las amenazas de todo el ecosistema

Nogués está estudiando allí las amenazas para la biodiversidad y el oso polar es una pieza clave. "Es un mamífero marino y por eso simboliza la interacción del mundo terrestre y el acuático, porque sufre impactos desde los dos ámbitos. El futuro del oso polar está muy ligado al futuro de todo el ecosistema", resume el científico de la Universidad de Dinamarca. Según explica, el oso polar está en lo alto de dos de esas pirámides alimenticias de los libros escolares y, por tanto, "recibe los impactos de las especies que están debajo de él". Los osos tienen dos patas en el mundo marino y otras dos en tierra, por lo que sufren las amenazas de ambos lados. El trabajo de Nogués muestra que "el Ártico es una de las regiones en las que las especies dependen más unas de otras". Las redes que conectan a esta biodiversidad polar son sumamente y, por tanto, la fragilidad de un elemento es un peligro para todo el ecosistema.

"Dado que son especies altamente especializadas con vidas largas y lenta reproducción, la habilidad de los mamíferos árticos para adaptarse y responder con rapidez al veloz cambio climático y las amenazas es limitada", describe Louise Flensborg, que está realizando la tesina de su máster sobre la evolución de los cien mamíferos árticos con la supervisión de Nogués y la colaboración de la Universidad de Svalbard. Un documento que ayudará a tomar futuras decisiones al Consejo Ártico que rige los destinos de la región, sometida a importantes presiones por los intereses económicos y geoestratégicos de países como Rusia y EE UU. Esta misma semana, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha asegurado que le parece inquietante cómo va a afectar el cambio climático a la región ártica, mientras anunciaba que habrá rebajas fiscales para la extracción de recursos naturales en la región, en la que su país centra el 10% de todas sus inversiones. Las perspectivas, por tanto, no son muy buenas. 

Al oso no lo están cazando, explica Nogués, pero si los océanos están contaminados y las temperaturas cambian, habrá menos zooplancton para que lo coman especies más grandes, que a su vez alimentan unos crustáceos mayores y al final de esa cadena están las focas, el principal alimento de los osos marinos. "Si la foca no encuentra las condiciones para alimentarse y reproducirse bien, las poblaciones también decrecen y por tanto los osos tienen menos posibilidades para alimentarse. Van ligados", sentencia Nogués. "Si en tierra tenemos actividades humanas, minerías, extracción de hidrocarburos, sus nuevos asentamientos, etc. y en el mundo marino sufren estos impactos por la contaminación, el oso polar se convierte en un símbolo de amenazas variadas que son representativas de lo que le está pasando a todas las especies del ecosistema. El oso polar es el ejemplo máximo", resume.

Se espera un calentamiento de ocho grados para Svalbard, una temperatura que no se había visto en esa zona en los últimos dos o tres millones de años

A esto, lógicamente, hay que sumar el efecto directo del calentamiento en la vida de los osos marinos: el hielo del que viven se derrite. "Se están encontrando con más y más dificultades para llevar su ciclo vital de forma natural: usan el hielo en el mar para cazar y ahora tienen mucho menos que hace cien años y eso trae consecuencias. Primero, su hábitat natural es menor, con lo cual también son menores sus probabilidades de caza. No se puede nadar y cazar a la vez: necesitan la plataforma del hielo para atrapar a las focas", lamenta el ecólogo. Por eso, acuden en masa a comer una ballena varada, empiezan alimentarse con delfines y huevos o asaltan asentamientos humanos en Rusia o Canadá.

Eso tiene también consecuencias sobre la propia especie, porque se ha visto en el pasado: que osos polares y osos pardos se han cruzado. "En los últimos cientos de años se han separado, pero con el calentamiento global tenemos a osos polares intentando vivir en áreas donde no estaban antes y posiblemente se van a encontrar con osos pardos en Norteamérica. Entraran en dinámicas de reproducción, hay evidencias en el pasado, de intercambio genético entre ellos, generando subespecies", explica Nogués. Y avisa: "Es posible que si esto sigue así durante cientos de años, el oso polar podría desaparecer de esta forma".

"El hábitat está cambiando rápidamente y áreas importantes como el hielo marino están desapareciendo. En el futuro, este cambio del hábitat y en el incremento de las amenazas no hará más que crecer", advierte Flensborg. En su trabajo, el primero que analiza las tendencias vitales del centenar de mamíferos árticos, se muestra que del 29% de especies marinas amenazadas de 1996 han pasado al 31%, como los osos, las morsas, la foca capuchina y la nutria marina. "Eso hace pensar si estamos fallando en medidas de conservación; si la inversión y el interés político hubiera sido mayor, las especies estarían mejor que hace 20 años", denuncia Nogués. El estudio en el que están trabajando muestra que hay muchas especies que no están amenazadas hoy, pero comparten patrones, amenazas y características con otras que sí lo están, como el caribú, lo que las hacen proclives a moverse en esa dirección en el futuro.

"El Ártico es un laboratorio natural del cambio global, porque está sucediendo más rápido que en otras partes del mundo, viendo sus consecuencias años antes que en el resto", advierte Nogués

"El último informe da un posible calentamiento de ocho grados para Svalbard, una temperatura que no se había visto en esa zona del planeta en los últimos dos o tres millones de años", advierte este experto en macroecología del Museo de Historia Natural de Dinamarca. El Ártico se está calentando el doble de rápido que el resto del planeta. "Vamos hacia escenarios que desconocemos y no podemos saber cuál va a ser la reacción de la biodiversidad y los ecosistemas: vamos hacia un ártico más verde y menos blanco. Va a haber más calor, más producción vegetal, más especies de plantas llegando allí y quién sabe si dentro de 50 años empezaremos a ver árboles recolonizando el polo norte", aventura.

Este experto español no tiene dudas, la solución pasa por medidas legales directas en la región y también por un cambio global: "Hay que reducir el impacto de los humanos en el Ártico. Eso pasa por reducir las grandes inversiones en la extracción de recursos, pero también en reducir la llegada masiva de turistas: en Svalbard había un crucero de 3.500 personas que fondea allí un par de días". Y añade: "Pero las emisiones de CO2 o la contaminación de los océanos no se producen allí, su origen va más allá".

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Sobre la firma

Javier Salas
Jefe de sección de Ciencia, Tecnología y Salud y Bienestar. Cofundador de MATERIA, sección de ciencia de EL PAÍS, ejerce como periodista desde 2006. Antes, trabajó en Informativos Telecinco y el diario Público. En 2021 recibió el Premio Ortega y Gasset.

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