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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
Agendas Urbanas

Cuestionando el diseño de las agendas urbanas

Reflexiones sobre la relación ciudad y estado en un contexto de globalización

Dinamismo en las calles de Barcelona
Dinamismo en las calles de BarcelonaTom Mrazek (Flickr / Creative Commons)
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Cuando la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y el Ayuntamiento de Barcelona se juntan para reflexionar en torno a un seminario sobre Ciudades, Estados y Globalización, uno espera que predomine cierto espíritu crítico sobre la denominada Nueva Agenda Urbana. Sobre todo si es un seminario dirigido por Jordi Borja, urbanista y profesor emérito de la UOC, e invita a los fieles críticos del proceso de implementación Post-Hábitat III, como Fernando Carrión, de FLACSO-Ecuador, Michael Cohen, del Observatorio para América Latina o Boaventura de Sousa Santos, director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra.

"La Nueva Agenda Urbana ha sido un engaño", comenta Borja con su usual criticismo en la librería de la CIDOB, donde se lleva a cabo el seminario. "No reconoce ejes fundamentales de la ciudad; descafeinaron objetivos imprescindibles como el derecho a la ciudad, y minimiza aspectos importantes, como es la desigualdad o los índices de pobreza extrema".

Aunque las ideas que compartieron durante el seminario no parecen haber cambiado mucho de las que se propusieron en el Foro Hábitat 3 Alternativo que se llevó a cabo en 2016 en Quito, parte de lo que plantean no deja de ser menos cierto, ni en todo caso menos necesario.

En grandes rasgos, acusan a la NAU de no representar debidamente a la sociedad civil ni reconocer su creciente papel en la expansión del contrato social con los objetivos internacionales de desarrollo o garantizando servicios básicos a través de políticas públicas. Asimismo, critican que no integra debidamente aspectos imprescindibles como la seguridad, la inequidad de género o la desigualdad, aspecto que a pesar de su relevancia, solamente se menciona 4 veces a lo largo de los 175 párrafos y 54 páginas que forman la NAU.

Otra de las críticas favoritas sigue fundamentada en la incapacidad de tratar con la relevancia que se merece el concepto de derecho a la ciudad. Un concepto que según Borja "implica que los ciudadanos se apropien de la ciudad diseñando políticas integrales, no sectoriales, con el protagonismo de sus colectivos ciudadanos, integrando todo un compendio de derechos urbanos, como el derecho a la vivienda, el espacio público, los servicios básicos o la movilidad".

Tal y como fueron afirmando los ponentes, integrar dichos derechos ha de pasar necesariamente por dotar a las ciudades de herramientas para afrontar las causas de la especulación urbana; políticas públicas para facilitar el control del sistema financiero; o legislación para recuperar la gestión de los servicios públicos.

Dicho criticismo revela una crisis de legitimidad en la propia constitución de la agenda urbana, que tal y como explicó Fernando Carrión, ha sido diseñada y promovida por organismos internacionales que no representan a las ciudades: "Los organizaciones internacionales no representan a los pueblos, sino a los Gobiernos; por ello no asumen el papel que se les atribuyó cuando se crearon".

Mireia Belil, otra de las directoras del seminario, también incidió en la falta de representatividad de las ciudades en la constitución de la NAU: "es un ejemplo más del desajuste entre política y realidad; es una agencia para las ciudades, pero sin las ciudades".

La NAU en Barcelona

Si alguien ha seguido de cerca la concepción de la NAU y lidiado con las implicaciones que se podrían derivar de implementarla en una ciudad es Janet Sanz, teniente alcalde de Ecología, Urbanismo y Movilidad por el Ayuntamiento de Barcelona.

Presentación del Seminario Ciudades, estado y globalización en el MACBA, con Pastora Martínez Samper, Janet Sanz y Jordi Borja
Presentación del Seminario Ciudades, estado y globalización en el MACBA, con Pastora Martínez Samper, Janet Sanz y Jordi BorjaUniversitat Oberta de Catalunya

"Es evidente que en la articulación de la agenda urbana, los Estados no consideraban a las ciudades como actores imprescindibles", comenta también desde el CIDOB participando en el seminario. "Pretendían decirnos qué teníamos que hacer, aunque nunca dijeron como ni pusieron los recursos necesarios para hacerlo. Sin embargo, las ciudades tenemos muy claro cuales son nuestras agendas urbanas; y estas son marcadas a través de nuestra relación con la ciudadanía".

Y es que muchas de las carencias de la NAU se ponen en evidencia a la hora de promover su implementación en las ciudades. No solamente por esa falta de recursos tan acusada por representantes municipales, sino por la falta de estrategias que propongan resolver los complejos retos a los que se enfrentan.

Por ejemplo, Barcelona, ciudad tan admirada y deseada por urbanistas de todo el mundo, siempre en las cúspides de las clasificaciones de mejores ciudades para vivir, pero enfrentada a retos complicadísimos de gestión que amenazan seriamente su sostenibilidad y calidad de vida. Desde el turismo desorbitado, la saturación en movilidad, los efectos del cambio climático, los problemas de la vivienda o la gentrificación.

"A la hora de diseñar las agendas urbanas, uno ha de entender que los representantes municipales somos los que estamos en la trinchera entre la ciudadanía y la ciudad", comenta Sanz. "Somos las entidades con menos competencias, con menos recursos, las más fiscalizadas. Pero hemos de dar la cara por todos. El vecino no tiene porque conocer los diferentes niveles de representatividad política. Acude a nosotros con preguntas y somos quienes tenemos que darle respuestas. A través de ese diálogo, es cómo siempre se han diseñado las agendas urbanas".

Lo que nadie parece negar es que la relación ciudad-ciudadanía ha cambiado. Si uno de los grandes logros de la NAU fue integrar el objetivo ODS 11 dentro del marco de la agenda 2030, uno de sus mayores fracasos es que sigue siendo considerada como una agenda de estados por parte del municipalismo. Mientras tanto, las agendas urbanas se diseñan cada vez más desde la calle, donde la NAU, con todas sus sugerencias y carencias, sigue siendo una gran desconocida.

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