Una mujer con 23 marineros a su servicio
Nelago Kwedhi es la primera capitana de buque de Namibia. Quiere que su historia inspire a las niñas para elegir su futuro
"Los jóvenes se han vuelto muy vagos y cada vez pasan más tiempo enganchados a las redes sociales. Y veo niñas que no son serias con los estudios; en vez de eso quieren casarse con un hombre rico del que luego van a depender totalmente". Sentada en una de las butacas de la sala de proyecciones del Instituto de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Madrid, Nelago Johanna Kwedhi (Onyeka, Namibia, 1978) da un repaso a las generaciones que vienen. "Las pequeñas deben apreciar lo que tienen, hacer algo. Si quieres todo para ya… La vida no es así, así que toca ser trabajadora; las chicas deben estudiar duro y ser fuertes".
Es categórica en sus afirmaciones porque es una voz autorizada. Nelago nació hace 41 años en Onyeka, una aldea pequeña y retirada del norte de Namibia, país situado en el sur de África, pegado al océano Atlántico. La que nació como niña campesina de origen humilde, hoy participa en rodajes sobre su vida y concede entrevistas. Como esta, realizada a principios de marzo con motivo de su visita a España para el estreno de La ciudad que nació del mar, un filme sobre la industria pesquera de su país con su vida como eje conductor. Y no es el primero, en 2010 su historia ya se dio a conocer por primera vez con el documental Trawler Girl. Nelago es la primera mujer de su país —y de momento, la única— que ha obtenido el título de capitana de barco. Su nombre, por cierto, significa "afortunada".
La historia de esta pionera no es llamativa porque Namibia sea especialmente machista. El país africano firmó los Objetivos de Desarrollo del Milenio en el año 2000 —y posteriormente se comprometió con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2015— con la idea de reducir su pobreza a la mitad, y de avanzar en otros aspectos, entre ellos la igualdad entre hombres y mujeres. En este sentido ha hecho un buen trabajo, pues en pocos años se ha situado entre los primeros países del mundo con menos brecha de género. De hecho, en 2018 fue incluido por primera vez dentro de los 10 que encabezan el Índice de Desigualdad de Género que elabora el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Es el segundo de todo África subsahariana que sube tan alto en la lista después de Ruanda, y ha cerrado casi el 79% de su brecha de género.
La educación es la manera en la que se está mejorando la mente de los hombres
El destino de esta capitana parece marcado desde su primera infancia. Cuando tenía un año, su madre la dejó al cuidado de su abuela, una mujer "muy fuerte" que le enseñó el valor del trabajo duro, la constancia, la paciencia y la valentía a la hora de luchar por sus sueños. "Es una gran trabajadora y cuando he estado cansada y me he querido rendir, ella me ha dicho: 'Esto no es lo mejor que puedes conseguir, sabes hacerlo mejor", relata la orgullosa nieta.
Que Nelago sea una precursora en su campo también se puede deber, quizá, sus ganas de no aburrirse. Explica que, en su aldea, las opciones que se suelen dar a las niñas para su futuro son escasas, o al menos lo eran cuando ella era pequeña. "Solo sabíamos que podías estudiar para ser profesora o enfermera, había muy poca información sobre las distintas carreras", comenta. "Trabajar en el mar me pareció mucho más atractivo".
Nelago estudió Educación Primaria en el colegio de su pueblo y cursó la Secundaria en el sur del país. En el momento de decidir cómo continuar, una poderosa razón la llevó a Walvis Bay, principal puerto y ciudad donde se encuentra el Instituto de Pesca Marítima de Namibia. "Mi padre trabajaba allí y yo quería estar con él, así que envié mi solicitud. Estudié navegación porque fue una oportunidad que se me presentó", reconoce sin problemas.
Cuando comenzó las clases tenía 12 compañeros y dos compañeras, algo normal dado que el de la pesca es un sector tradicionalmente frecuentado por hombres: ocho de cada diez empleados son varones. Pero para esta flamante capitana, nunca supuso un problema. "Yo soy la única chica de mi familia y siempre estaba con niños, así que eso contribuyó a mi vida. Trabajo con hombres y me gusta de verdad", cuenta. Estudió seis meses, hizo sus prácticas correspondientes y en todo ese tiempo vivió de prestado en una casa paupérrima sin electricidad, ni agua, ni baño. Pero no le importaba. "Hay que seguir, hay que ser fuerte, juntarse con personas buenas y no centrarse en los aspectos negativos de la vida. Si lo haces así, al final conseguirás algo bueno", dice en lo que parece un mantra.
Cuando acabó sus estudios, la recién graduada se trasladó a la ciudad costera de Lüderitz, cuyo motor de desarrollo es la pesca. Allí comenzó a trabajar con Novanam, la filial de Pescanova en Namibia. En pocos años pasó de oficial a capitana y, desde entonces, ella es la voz de mando en un buque con 23 personas a su cargo, todos hombres, que sale a faenar casi todos los días del año.
Algunos hombres aún tratan de decirme que no, pero acaban dando un paso atrás”
Namibia ha visto avances significativos en la participación de las mujeres en los escaños parlamentarios, donde ocupa el quinto lugar en el mundo. Además, su brecha de género en salud y supervivencia ha permanecido totalmente cerrada desde 2013. Pero, de puertas adentro, cree que la situación de desigualdad en el reparto de tareas domésticas y asunción de responsabilidades no ha mejorado tanto. "Los hombres siempre ha sido los cabeza de familia y es muy difícil para ellos entender que las mujeres también pueden estar a cargo", reflexiona. "Para una mujer, ser independiente es difícil salvo que el hombre esté sensibilizado; la mayoría de las veces, ellas deben obedecer". Pero la diferencia es la educación. "Antes no había universidades, pero ahora tenemos seis o más en todo Namibia; la educación es la manera en la que se está mejorando la mente de los hombres para que entiendan que las mujeres necesitamos que nos respeten".
Para ella esto no ha sido un problema porque Nelago es soltera y madre de un niño de 10 años, Innocent, a quien ha criado con ayuda de una familia en la que ella es quien toma las riendas. En su casa de Lüderitz viven sus primos con sus hijos, que son quienes se encargan de Innocent cuando Nelago tiene que pasar la noche fuera. "Así es mucho más fácil, ellos viven conmigo porque necesito tener a alguien 24 horas, yo solo duermo un día al mes en casa", alega.
En el ámbito laboral, insiste en que siempre se ha sentido muy bien tratada y que su tripulación no suele darle problemas por ser mujer. "Algunos hombres aún tratan de decirme que no, que quién me creo que soy. Pero acaban dando un paso atrás porque yo sé cómo tratar con estas situaciones".
Cuando Nelago tiene tiempo libre le gusta pasar tiempo con su hijo Innocent, dar paseos por la playa y visitar en vacaciones a sus parientes en el pueblo. Incluida su abuela, su ejemplo a seguir, que tiene más de cien años y sigue haciendo la cosecha cada año y bailando. Pero ve a su hijo mucho menos de lo que querría y siente que nunca puede parar. "Es muy, muy, duro: cuándo estás en el pesquero tienes muchas responsabilidades: encargarte de los pedidos, trasladar cosas al muelle y viceversa, controlar que todo está bien... Cuando llegas a casa tienes que encargarte de que haya comida suficiente, de pagar la electricidad y el agua... Todo está en tus manos".
Pese a todo, le merece la pena este ritmo, asegura, pues ella es la primera persona de su familia que ha logrado tener un buen trabajo. "En el pueblo ya no tenemos casas tradicionales de adobe, sino hechas con ladrillos, y lo he pagado yo todo. Son un poco más caras, pero es que el clima ha cambiado. Ahora es la temporada de lluvias y a veces hay un viento y unas tormentas que destruyen las viviendas más frágiles. Si no estuviera trabajando, no podríamos permitirnos esta mejora". Su sonrisa de oreja a oreja cuando relata los logros obtenidos delata orgullo; su mirada cansada y los efectos del sol marino en su piel curtida dan fe de que está en lo cierto cuando reconoce que también siente mucha presión sobre los hombros.
Dice Nelago que cuando se retire le gustaría volver a su pueblo, a sus orígenes, y convertirse en granjera. "Quiero mantener viva mi cultura y enseñar a mi hijo de dónde viene su madre. Además, la vida en la ciudad es agradable, pero cuando te haces mayor necesitas la naturaleza".
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