_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El fin de la crispación como hipótesis

La política de la ira y el insulto permanente ha perdido su fuerza performativa

Cristina Monge
El presidente de VOX, Santiago Abascal, durante su intervención en la concentración del domingo en la plaza de Colón de Madrid.
El presidente de VOX, Santiago Abascal, durante su intervención en la concentración del domingo en la plaza de Colón de Madrid.Fernando Alvarado (EFE)

En La política y el idioma inglés Orwell afirma: “Nuestra civilización está en decadencia y nuestro lenguaje debe compartir de forma inevitable el declive general”. Cualquiera que escuche el fondo y la forma de los discursos que han colmado el debate político en España los últimos días llegará a la conclusión de que Orwell, una vez más, captaba como nadie el significado político del lenguaje.

Más información
Sánchez convocará elecciones generales tras rechazar el Congreso sus Presupuestos
Tres días frenéticos que dinamitaron meses de diálogo
Los no Presupuestos y la no política; por Claudi Pérez

Sin embargo, quizá las élites políticas estén jugando en un escenario que empieza a ser superado.Quizá la sociedad española ya haya pasado pantalla y esté iniciando una nueva fase. La política de la ira, la crispación y el insulto permanente, a fuerza de instalarse en el debate público, ha perdido, si es que alguna vez la tuvo, su fuerza performativa. No sólo eso, también ha evidenciado que es incapaz de dar soluciones a los problemas reales. ¿Qué propuesta tienen los partidos que se manifestaron el pasado domingo en Colón para solucionar el complejísimo conflicto en y con Cataluña? ¿Cuál es la apuesta de los independentistas para hacer posible la salida dialogada? ¿Qué proponen desde la extrema derecha para acabar con la desigualdad de la que tanto se sirven, para proteger a una ciudadanía que se siente desamparada o para acabar con la violencia machista? Lo peor de los discursos llenos de ira que estamos escuchando es que, además de incendiar el espacio público, no ofrecen ninguna solución. Y la política ha de ser, por encima de todo, práctica.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Así las cosas, convendría barajar la hipótesis de que tal vez ese tipo de discursos vayan dejando de ser rentables en las urnas. Diferentes sondeos nos dicen que en Cataluña, desde las dos posiciones en conflicto, empiezan a obtener mayores apoyos aquellos partidos que más disposición muestran al acuerdo. Por otro lado, la respuesta, para nada brillante ni multitudinaria, que tuvo la convocatoria de PP y Ciudadanos con el apoyo de Vox a la llamada a echar al Gobierno, puede que nos esté señalando el mismo camino.

El asunto tiene especial importancia en un momento en el que el día siguiente de las elecciones generales será el primero de la campaña para elegir ayuntamientos, buena parte de Parlamentos autonómicos y nada menos que nuestros representantes en el Parlamento Europeo. Si aquella hipótesis fuera cierta, significaría que saldrían beneficiados los partidos que, además de tener respuestas reales y concretas a los problemas de los españoles, fueran capaces de hacerlas realidad. Esto, en un escenario multipartidista como el que viene, pasa por ser capaz de llegar a acuerdos.

La ciudadanía tendrá la palabra en cada una de las citas electorales, y ojalá se manifieste en ese sentido. Para ello, deberíamos estar preparados para leer los signos que nos lleguen en esta clave, y los partidos deberían tomarlo en consideración a la hora de preparar su estrategia electoral. Contemplemos, al menos como hipótesis, que la crispación y el lenguaje incendiario pueden haber dejado de ser rentables.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Cristina Monge
Imparte clases de sociología en la Universidad de Zaragoza e investiga los retos de la calidad de la democracia y la gobernanza para la transición ecológica. Analista política en EL PAÍS, es autora, entre otros, de 15M: Un movimiento político para democratizar la sociedad y co-editora de la colección “Más cultura política, más democracia”.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_