Cosas que los Gates no vieron venir
En su carta anual, Bill y Melinda Gates desgranan los retos del planeta: la educación de las niñas, el estudio de partos prematuros, la recopilación de datos no sexistas, la innovación en el cambio climático o el análisis de los jóvenes violentos
Bill y Melinda Gates escriben anualmente una extensa carta en la que hacen un balance de los retos del mundo durante el año que acaba de terminar y el que ya ha comenzado. Los mayores filántropos del mundo, a través de su fundación, repasan 11 asuntos que consideran cruciales.
¿Cómo describirían el año 2018?¿Fue como lo esperaban?
Probablemente diríamos que no. Desde las catástrofes naturales particularmente devastadoras, por un lado, hasta los números récord de mujeres que presentaron su candidatura para altos cargos políticos, por el otro, 2018 ha sido para nosotros una sucesión de sorpresas. Echando la vista atrás, vemos que el mundo de hoy es muy diferente del que nos imaginábamos hace un par de años.
Algo bueno que tienen las sorpresas es que, a menudo, nos dan el impulso para actuar. Las personas pueden sentirse frustradas cuando se dan cuenta de que las realidades del mundo no se ajustan a sus expectativas. Algunas sorpresas ayudan a las personas a ver que el orden establecido tiene que cambiar. Otras sorpresas nos permiten ver que las transformaciones ya se están realizando.
Hace 25 años, leímos un artículo en el que se decía que cientos de miles de niños de países pobres morían de diarrea. Esta información sorprendente nos ayudó a materializar los valores que tenemos. Creemos en un mundo en el que la innovación es para todos, en el que ningún niño muere de una enfermedad que es posible evitar. Sin embargo nos dimos cuenta de que el mundo estaba aún marcado por las desigualdades.
Este descubrimiento fue una de las etapas más transcendentales del viaje que nos llevó a la filantropía. Primero sentimos sorpresa, luego indignación y después nos pusimos manos a la obra.
Desde las catástrofes naturales particularmente devastadoras, por un lado, hasta los números record de mujeres que presentaron su candidatura para altos cargos políticos, por el otro, el año 2018 ha sido para nosotros una sucesión de sorpresas.
Ha habido buenas sorpresas, también. Cuando empezamos a estudiar sobre la malaria, pensamos que el mundo nunca podría avanzar verdaderamente en la lucha contra esta enfermedad hasta que alguien inventase una vacuna de acción prolongada. Sin embargo gracias a los mosquiteros y a otras medidas, los decesos por esta dolencia se han reducido un 42% desde el año 2000.
En esta carta anual, hacemos hincapié en otros nueve temas que nos han sorprendido a lo largo de este viaje. Algunos nos preocupan. Otros nos inspiran. Todos ellos nos impulsan a actuar. Esperamos que tengan el mismo impacto en ustedes, porque así es cómo el mundo se va volviendo un mundo mejor.
África es el continente más joven
BILL: El mundo sigue envejeciendo, pero África se mantiene (prácticamente) en la misma edad. Suena desconcertante, pero tiene sentido cuando se pormenoriza esta información.
La edad media en el mundo está incrementándose. En todo el planeta, la población vive más tiempo. A medida que un mayor número de niños sobreviven y llegan a la edad adulta, las mujeres tienen menos hijos que antes. El resultado es que la población mundial alcanza poco a poco la edad mediana.
Salvo en África, donde el promedio de edad es de tan solo 18 años. En Norteamérica es de 35. Y se calcula que el número de jóvenes africanos aumentará en las décadas venideras.
Hay muchas razones que explican este fenómeno. Una de ellas es que el número de nacimientos por año está aumentando en los lugares más pobres del África subsahariana, aunque se reduzca en otras partes del continente. Esto puede ser una baza o una fuente de inestabilidad. Melinda y yo pensamos que las inversiones adecuadas liberarán el inmenso potencial de este continente. Los jóvenes conformarán no solo el futuro de sus propias comunidades, sino también del mundo entero.
MELINDA: Cuando los economistas describen las condiciones en las que los países prosperan, uno de los que recalcan es el capital humano, que es otra forma de decir que el futuro depende del acceso que tienen los jóvenes a servicios de salud y educación de óptima calidad. La salud y la educación son el doble motor del crecimiento económico.
Si África subsahariana se compromete en invertir en los jóvenes, la región podría duplicar su participación en la mano de obra mundial de aquí a 2050, posibilitando así el acceso a una vida mejor para cientos de millones de personas.
Los jóvenes africanos conformarán no solo el futuro de sus propias comunidades, sino también del mundo entero
La educación de las niñas, en particular, representa una de las mayores fuerzas del planeta. Las niñas que han sido instruidas son más sanas y gozan de una mayor riqueza. Si todas recibiesen una instrucción de alta calidad durante 12 años, los ingresos de las mujeres durante sus vidas aumentarían 30 billones de dólares, superando así lo que representa toda la economía estadounidense. Sus familias se verían también beneficiadas. Cuanto más alto es el nivel de instrucción de una mujer, mejor preparada está para criar a sus hijos de forma saludable. De hecho, la Unesco calcula que si todas las mujeres de los países de bajos o medianos recursos terminasen la escolaridad secundaria, la mortalidad infantil en dichos países se reduciría casi a la mitad.
El auge de una juventud africana sana, educada y empoderada que potencie a las mujeres en lugar de dejarlas de lado sería el mejor indicador de progreso que puedo imaginar.
Las pruebas de ADN a domicilio
BILL: Cuando la policía utilizó los resultados de pruebas genéticas para capturar el año pasado al Golden State Killer (el asesino del Golden State), la historia acaparó los titulares en el mundo entero. Sin embargo, no es el único caso que haya sido resuelto gracias a las pruebas de ADN a domicilio. Estudiando más de 40.000 muestras enviadas voluntariamente por usuarios que participaron en el estudio 23andMe, los científicos descubrieron un potencial vínculo entre el parto prematuro y seis genes, uno de los cuales regula el uso por el organismo de un elemento llamado selenio.
Algunas personas tienen un gen que les impide procesar correctamente el selenio. El estudio 23andMe (que nuestra fundación ayudó a financiar) reveló que las mujeres embarazadas que tienen este gen activado son más susceptibles de dar a luz a un hijo prematuro. Esto induce a pensar que este mineral desempeña un papel en la activación del parto.
Comprender cuáles son las causas de los nacimientos prematuros es trascendental. 15 millones de bebés tienen esta condición cada año, y es la principal causa de mortalidad de los menores de cinco años. Los nacimientos prematuros afectan a las madres en todos los países del mundo, aunque algunos grupos los experimentan en mayor medida (esto lo comentará Melinda) y los niños prematuros en los países de bajos recursos corren más riesgo de morir que los de los países más acomodados.
Los investigadores no sabrán hasta bien entrado el año cómo este elemento influye exactamente. Sin embargo, de confirmarse este vínculo, el selenio podría llegar a ser un día una solución barata y fácil de aplicar que ayudaría a las mujeres a llevar su embarazo a término. Este es uno de los principales hallazgos realizados estos últimos años. Con mejores herramientas y un mayor número de datos compartidos podremos por fin empezar a comprender lo que causa el nacimiento prematuro de bebés y qué se puede hacer para mantenerlos más tiempo en el útero. Me entusiasma en particular la simple prueba de sangre que está desarrollando un equipo de científicos en Stanford para identificar la prematuridad. Gracias a esta prueba una mujer puede saber dentro de cuánto tiempo dará a luz, de tal forma que pueda ver con su médico cómo minimizar los riesgos.
MELINDA: A pesar de todos los descubrimientos prometedores que acaba de describir Bill, lo que para mí es sencillamente igual de sorprendente es lo poco que sabemos sobre la prematuridad. No se me ocurre ningún problema que afecte al 10% de la población de todo el planeta al que se le dedique tan poca atención.
Los científicos descubrieron un potencial vínculo entre el parto prematuro y seis genes
En la mayoría de nacimientos antes de término, somos incapaces de identificar la causa y tampoco conocemos el motivo por el que algunos grupos de mujeres son más propensos que otros a dar a luz antes de las 40 semanas. Por ejemplo, es un misterio por qué las mujeres más altas tienen embarazos más largos. Y en Estados Unidos, no se sabe por qué las mujeres afroamericanas tienen partos prematuros con mayor frecuencia que las mujeres que emigran desde países africanos. Una de las teorías es sociocultural: el racismo y la discriminación que han sufrido las mujeres afroamericanas durante toda su vida les provocan estrés, lo que perjudica su salud. Otra hipótesis es que las mujeres que han sido criadas aquí tienen una microbiota diferente de las que vienen de África. Sencillamente, no lo sabemos.
Sin embargo, lo que sí sabemos es que la prematuridad no es binaria. Es muy importante saber con qué antelación ha nacido un bebé; es mejor nacer a las 36 semanas que a las 34. Nuestro objetivo no tendría que consistir en evitar sistemáticamente los partos antes de las 40 semanas, algo que, de todas formas, es imposible. Sin embargo sí que deberíamos prolongar los embarazos para acercarlos al máximo al término para todas las mujeres. Y por fin estamos logrando entender cómo hacerlo.
El mundo construirá una Nueva York cada mes durante 40 años
BILL: Me gustaría que un mayor número de personas entendiesen lo que implica poner fin al cambio climático.
Probablemente habrán leído sobre los avances logrados en el consumo de electricidad, gracias al abaratamiento cada vez mayor de los costes de las renovables. Sin embargo la energía eléctrica representa tan solo una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo.
El sector manufacturero no está muy lejos, con un 21%. Cuando la mayor parte de las personas piensa en este sector, se imagina artilugios en las líneas de montaje, sin embargo hay que incluir también los materiales que se utilizan para la fabricación de las instalaciones. La fabricación de cemento y acero requiere una gran cantidad de energía procedente de combustibles fósiles, y los procesos de fabricación involucrados generan emisiones de carbono como subproducto.
Con el continuo crecimiento demográfico que seguirá habiendo en las ciudades en las próximas décadas, se calcula que el stock de edificios se duplicará de aquí al 2060, lo que equivale a construir, hasta entonces, otra Nueva York cada mes, con la ingente cantidad de acero y cemento que esto representa. Hemos de encontrar la forma de hacer todo esto sin desajustar aún más el cambio climático.
El sector manufacturero no es el único gran emisor de gases de efecto invernadero. La agricultura representa el 24% de dichas emisiones. Este sector incluye al ganado que emite metano al eructar y evacuar los gases. (Personalmente, me ha sorprendido esta información: nunca pensé que escribiría en serio sobre la flatulencia bovina).
Lo más importante es que si vamos a resolver el problema, tenemos que llegar a generar unas emisiones prácticamente nulas desde todas las fuentes que las generan: la agricultura, la electricidad, el sector manufacturero, el transporte y los edificios. Estos cinco sectores son los que llamo los grandes desafíos del cambio climático.
No es realista pensar que la gente sencillamente va a dejar de utilizar fertilizantes, dirigir buques de carga, construir oficinas o pilotar aviones. Tampoco es justo pedir a los países en desarrollo que restrinjan su crecimiento por el bien de los demás países. Para muchas personas de zonas de bajos y medianos recursos, por ejemplo, el ganado es una fuente esencial de ingresos y nutrientes.
Una parte de la solución reside en invertir en innovaciones en esos cinco sectores para que podamos obrar sin perjudicar el clima. Necesitamos invenciones vanguardistas en cada uno de estos ámbitos de desafío.
Puedo comunicarles algunos progresos realizados. La Comisión Europea se comprometió recientemente a invertir en investigación y desarrollo en las cinco áreas mencionadas. El fondo privado de mil millones de dólares en el que participo, Breakthrough Energy Ventures, se vale de estos cinco grandes desafíos para orientar todas nuestras inversiones en empresas de energía limpia. (El trabajo que desempeño dentro de BEV no tiene nada que ver con lo que nuestra fundación realiza para ayudar a los agricultores a adaptarse a los efectos del cambio climático).
Sin embargo necesitamos informar mejor a la gente sobre estos desafíos. Sería oportuno que la cobertura mediática estuviera a la altura de la amplitud del problema. Los paneles fotovoltaicos están muy bien, pero se nos tendría que hablar de los camiones, del cemento así como de las flatulencias bovinas.
Los datos pueden ser sexistas
BILL: Dedico gran parte del día al estudio de datos sobre la salud y el desarrollo, y me parece increíble que tengamos tan pocos sobre las mujeres y las niñas. Creo que el principal motivo de esta carencia se debe a la separación artificial que hacemos entre problemas de mujeres y los demás problemas, así como al hecho de que no se estudien esos asuntos de forma tan pormenorizada como los demás. Esto bloquea el progreso para todos. No podemos mejorar la situación si no sabemos qué ocurre con la mitad de la población. No hay ningún motivo para no hacer esto, ahora que la tecnología facilita tanto el acopio de datos.
MELINDA: ¿Cuántos ingresos generaron las mujeres el año pasado en los países en desarrollo? ¿Cuánta propiedad poseen? ¿Cuántas horas más que los niños dedican las niñas a las tareas domésticas?
No lo sé. Ni lo sabe nadie. No existen datos al respecto.
Bill y yo podríamos dedicar toda esta carta anual al papel que desempeñan los datos para impulsar el progreso de los más pobres. Los datos permiten tomar decisiones más acertadas y diseñar mejores políticas. Nos ayudan a fijar objetivos y a medir los avances realizados. Permiten desempeñar la labor de defensa y la rendición de cuentas.
De ahí que la falta de datos sobre la vida de las mujeres y niñas sea tan perjudicial. Obstaculiza el apoyo que se les podría brindar para mejorar sus vidas.
El problema no reside únicamente en el hecho de que algunas no aparezcan tan siquiera en la documentación que se tiene. Se trata también de que los datos de los que sí se dispone —y en los que se basan los políticos que toman las decisiones— son además de mala calidad. Se les podría calificar incluso de sexistas. Nos gustaría pensar que los datos son objetivos; sin embargo, las respuestas que se nos dan vienen a menudo determinadas por las preguntas que hacemos. Cuando las preguntas están sesgadas, los datos también.
Por ejemplo, las pocas estadísticas que tenemos sobre las mujeres en los países en vías de desarrollo se centran principalmente en su salud reproductiva, porque en los lugares donde el papel principal de las mujeres en la sociedad es ser esposa y madre, eso es en lo que los investigadores tienden a centrarse. Pero no tenemos idea de cuánto gana la mayoría de estas mujeres o de lo que poseen, porque, en muchos países, los ingresos y los activos son contados por hogar. Dado que el marido es considerado el jefe de la casa, todo lo que una casada contribuye se le atribuye a él.
Si con lo único que se cuenta es con estos datos viciados, fácilmente puede infravalorarse la actividad económica realizada por las mujeres y difícilmente puede uno medir si se está mejorando o no la condición económica de las mismas.
Hace tres años, nuestra fundación realizó una gran inversión para empezar a suplir esta carencia de datos. Formamos parte de una red de organizaciones que trabajan para acelerar una revolución de datos desglosados por género, empoderando a los recolectores de datos dotándoles con nuevas herramientas y formaciones, desglosando por género los conjuntos de datos existentes para obtener valiosa información, entre otras acciones.
Este trabajo de recolección y análisis de datos puede parecer —admitámoslo— aburrido. Lo que no es aburrido, no obstante, es utilizar datos para empoderar a millones de mujeres y niñas.
Cuando estuve en Kenia hace unos años, una recolectora de datos llamada Christine me dejó acompañarla mientras iba de casa en casa haciendo encuestas en una de las zonas más pobres de Nairobi. Me dijo que a muchas de las mujeres que visita en el marco de su trabajo no se les había preguntado nunca sobre sus vidas. Christine dice que cuando va a ver a una mujer y llama a la puerta de su casa, le explica que está ahí para conocerla mejor. El mensaje que esta mujer recibe es que es importante: que alguien se preocupa por ella.
Me parece que es muy poderoso lo que dice. Lo que elegimos medir es un reflejo de lo que la sociedad valora. Por ello, cuando se trata de comprender cómo viven las mujeres y las niñas, el mundo no puede conformarse con responder: “no sé”.
Se puede aprender mucho de los adolescentes varones sobre cómo manejar su rabia
MELINDA: Hace dos otoños, Bill y yo pasamos una tarde en una cárcel estatal de Georgia. Fuimos allí para aprender más acerca del vínculo que hay entre la pobreza y el encarcelamiento masivo. (Como hablamos de este tema en nuestra carta del año pasado, nuestra fundación está empezando a ampliar nuestro trabajo en EE UU al margen de las inversiones que realizamos en la educación pública, así que venimos estudiando la pobreza en este país desde muchas perspectivas).
La parte más memorable del día fue la conversación que tuvimos con un grupo pequeño de presos. Si teníamos una idea preconcebida de cómo sería un delincuente violento, los hombres que conocimos nos rompieron los esquemas. Mientras estuvimos con ellos, fueron graciosos, amables y reflexivos.
Hablamos de los planes de vida que tenían una vez que fueran liberados, así como de las circunstancias que los llevaron a ser condenados. No entramos en los pormenores de sus delitos (graves y violentos en algunos casos), pero la mayor parte de ellos comentaron que se consideraban buenas personas, en general, que se rodearon en su momento de malas compañías y que en una circunstancia en la que perdieron los estribos cometieron algo terrible. Asumen la responsabilidad de lo que hicieron y si pudieran volver atrás, actuarían de otra forma. Pero en aquel momento, la decisión que tomaron no fue la correcta.
Todos los días hay hombres jóvenes en todo el país que se encuentran en situaciones similares; interacciones en las que hay mucho en juego y que podrían volverse violentas o mortales. Un cuerpo de investigación cada vez mayor indica que las intervenciones que se realizan con jóvenes para ayudarles a controlar mejor sus impulsos puede ayudarles a manejar estas situaciones de forma más segura, manteniéndolos en la escuela y fuera de peligro. Ahí es donde intervienen programas como Becoming a Man (llegar a ser un hombre), BAM.
Si bien las circunstancias de unos y otros eran muy diferentes, aprender a manejar las emociones era algo con lo que todos nos identificábamos
En los barrios donde hay mucha delincuencia y actuaciones de bandas, BAM ayuda a los varones jóvenesa explorar sus emociones y perfeccionar sus aptitudes a la hora de tomar decisiones. Este trabajo ha llamado mucho la atención por el éxito logrado: un estudio realizado por la Universidad de Chicago reveló que BAM reduce en casi un 50% las detenciones por delitos violentos.
El año pasado, Bill pasó tiempo con los miembros de este programa y se unió a un pequeño grupo de estudiantes de secundaria en el marco de una reunión. Cuando volvió a casa, me di cuenta de lo mucho que lo había conmovido esa experiencia. “No solo vi un círculo de BAM” me dijo, “sino que participé en él”.
BILL: Oí hablar de este proyecto porque nuestra fundación está empezando a invertir en programas que ayudan a los niños con su crecimiento social y emocional. Me sorprendió que su enfoque pudiera ser tan efectivo y quise verla en acción. No tenía la menor idea de lo emotivo que sería.
Me senté con los estudiantes del programa durante una de las pequeñas reuniones que celebran dos veces por semana con un orientador. Los estudiantes me pidieron que me integrase en el grupo —uno tiene que ser invitado formalmente— y me senté en el círculo con cinco chicos: unos eran de segundo año y otros de primero. Fueron tomando la palabra por turnos, alrededor del círculo, y cada uno contó algo sobre el tema del día. ¿Cuándo fue la última vez que sentiste ira? ¿Cómo manejaste la situación y qué hubieras podido hacer de otra manera?
Si bien algunos chicos hablaron de frustraciones propias de los adolescentes —un profesor los trató de forma injusta, o no paraban de perder vidas en un videojuego— otros hablaron de historias trágicas. Uno de ellos acababa de ver cómo metían en la cárcel a un miembro de su familia. Otro habló de un amigo al que habían matado. (No menciono todos los detalles de la visita por respeto a la confidencialidad de los participantes).
Cuando llegó mi turno, mi respuesta fue diferente a las de ellos. Hablé de cómo perdí los papeles cuando en una reunión me enteré de que el número de casos de polio había aumentado. Tengo la suerte de poder preocuparme por problemas de este tipo. Las cosas que preocupaban a los jóvenes del círculo aquel día eran mucho más cercanas. La polio apenas formaba parte de su lista de grandes preocupaciones y entiendo por qué.
Si bien las circunstancias de unos y otros eran muy diferentes, aprender a manejar las emociones era algo con lo que todos nos identificábamos. Es una habilidad importante en la vida, que nos ayuda a convertirnos en adultos maduros. Cuando yo era joven, si consideraba que mis padres eran injustos conmigo podía ser muy duro con ellos. Cuando estaba en Microsoft, también lo fui con la gente con la que trabajaba. Esta actitud nos ayudó, en parte, a tener éxito, pero estoy seguro de que en algunas ocasiones fui excesivo.
Todo esto es para decir que me inspiró ver a estos jóvenes, en situaciones tan duras, trabajar esta habilidad mucho antes que yo. Seguían atentamente la conversación, se hacían preguntas complementarias y bien planteadas. Se enfrentaban a grandes desafíos con una increíble resiliencia.
Al final de la sesión, me quedé por ahí para charlar un rato. Nos hicimos unos cuantos selfis y bromeamos sobre el debate de la Xbox frente a la PlayStation. (Dije que somos una familia Xbox, lo que no sorprendió a nadie).
Este grupo BAM en particular llevaba un año reuniéndose, y se notaba. Me conmovió el respeto con el que se trataban unos a otros y el grado de intimidad que se permitían tener entre ellos. Me marché pensando: así es como se tendría que sentirse uno en cualquier aula de cualquier lugar del mundo.
Un argumento nacionalista a favor del globalismo
MELINDA: Últimamente venimos escuchando la palabra nacionalismo con mayor frecuencia. También es una de las palabras con mayor carga semántica que se utiliza en la política del siglo XXI. Si bien ha llegado a tomar significados diferentes para diferentes personas (y tiene diferentes connotaciones e insinuaciones), en esencia el nacionalismo es la creencia según la cual la principal obligación de un país es consigo mismo. Pienso que aquí hay un elemento con el que muchos de nosotros podríamos estar de acuerdo.
Bill y yo amamos nuestro país. Creemos en lo que propugna. Estamos de acuerdo en que nuestros dirigentes tienen la obligación de protegerlo. Por todos estos motivos, consideramos que comprometernos con el mundo es nuestro deber patriótico.
No somos los únicos en pensarlo. Recordarán ustedes que las dos ocasiones en las que la Casa Blanca amenazó con recortar drásticamente el presupuesto de Estados Unidos para la ayuda exterior, algunas de las voces de protesta más fuertes provinieron de miembros del Congreso y de líderes militares estadounidenses, que afirmaron que estas inversiones eran cruciales para proteger los intereses de Estados Unidos.
El motivo por el cual países como EE UU invierten en la ayuda exterior es porque esta permite aumentar la estabilidad en el extranjero y la seguridad en el país. El hecho de reforzar los sistemas de salud en el extranjero reduce la probabilidad de que patógenos mortales como el ébola provoquen epidemias mundiales. Además, garantizar que todos los padres de todo el mundo puedan criar, en un lugar seguro, a hijos sanos e instruidos reduce la probabilidad de que estos se embarquen en viajes desesperados para buscar una vida mejor en otro lugar.
No porque uno anteponga a su país a todo lo demás tiene que dar la espalda al resto del mundo, sino más bien al contrario.
BILL: Vamos a seguir planteando este argumento sin parar en los dos o tres años venideros, porque estamos viviendo un momento crucial en materia de salud a nivel mundial y el tipo de enfoque egoísta que ha descrito Melinda podría causar un gran retroceso.
En 2019, los Gobiernos tendrán que comprometerse de nuevo en la financiación del Fondo Mundial, que representa uno de los mayores esfuerzos sanitarios globales. Y Gavi, la alianza mundial para el fomento de la vacunación, necesitará recaudar fondos en el 2020.
Es difícil exagerar cuando se menciona todo lo bueno que estos proyectos han aportado al mundo. Desde 2002, año en el que se creó para luchar contra el sida, la tuberculosis y la malaria, el Fondo Mundial y sus socios han salvado 27 millones de vidas. Desde el año 2000, Gavi ha ofrecido vacunas gratuitamente a más de 690 millones de niños, lo que equivale a haber vacunado a prácticamente cada habitante de Europa.
Personalmente considero que estos resultados son asombrosos. Demuestran lo que es posible hacer cuando actuamos desde la idea de que la salud y el bienestar de los más desfavorecidos nos importan a todos. Además, con una relación coste-beneficio increíblemente favorable: los países ricos gastan un 0,1% de sus presupuestos en ayuda sanitaria.
Sin embargo me preocupa que los países ricos se retraigan y adopten una visión tan limitada de sus propios intereses que decidan que no merece la pena hacer estos esfuerzos. O que incluso cuando todo el mundo acuerda, en principio, que la ayuda es importante, estén tan polarizados que sus filiaciones políticas les impidan tomar cartas en el asunto.
Sería catastrófico. Actualmente, más de 17 millones de personas que viven con el VIH obtienen medicamentos del Fondo Mundial. Sin él, morirían.
Por este motivo, Melinda y yo relatamos constantemente historias de éxito. En una época en la que los titulares de los periódicos parecen llenarse de nuevas atrocidades día tras día, queremos seguir recordando a la gente que la vida de millones de personas en los países más desfavorecidos va mejorando, gracias, en parte, a las inversiones inteligentes en el sector de la salud. Aunque uno se preocupe únicamente por el bienestar de sus conciudadanos, estas inversiones son actuaciones sumamente inteligentes que hay que realizar. El progreso beneficia a todos.
Los inodoros siguen iguales un siglo después
BILL: Hace prácticamente ocho años, Melinda y yo retamos a ingenieros y científicos de todo el mundo a que reinventasen el inodoro. Más de 2.000 millones de personas de todo el mundo carecen de acceso a uno decente. Sus desechos acaban en el entorno, sin haber sido procesados, provocando la muerte de 800 niños al día. Y exportar soluciones de saneamiento del mundo rico no es una opción, ya que requieren un sistema de alcantarillado que es demasiado caro construir y que consume grandes cantidades de agua.
El año pasado organizamos una feria de inodoros en Pekín donde tuve la ocasión de ver personalmente algunos de próxima generación y donde incluso compartí escenario con un recipiente que contenía heces humanas.
Algunas empresas tienen modelos comercialmente maduros. Sus invenciones cumplen prácticamente con todos los criterios: matan patógenos, se ajustan al ritmo de las necesidades que hay en las zonas urbanas de rápido crecimiento y no requieren infraestructuras de alcantarillado ni fuentes externas de agua o electricidad continua para funcionar. El único ámbito en el que no cumplen con los requisitos es el coste, motivo por el cual nuestra fundación está invirtiendo en más I+D para ayudar a que estas soluciones sean asequibles para la gente pobre.
Entonces ¿cómo son los inodoros de la próxima generación? A primera vista, no son tan diferentes de los que conocemos. No se puede decir exactamente que parezcan salidos de una novela de ciencia ficción.
La verdadera magia se produce fuera de la vista. A diferencia de los inodoros actuales, los del futuro son independientes. Básicamente son unas diminutas plantas de depuración capaces por sí solas de matar a los patógenos y hacer los residuos inocuos. Muchos de ellos incluso transforman las heces y la orina humanas en productos derivados útiles, como fertilizantes para los cultivos y agua para lavarse las manos.
Puede que no sean las innovaciones más sexis del mundo; sin embargo, los inodoros del futuro salvarán millones de vidas.
MELINDA: También mejorarán vidas, en particular las de las mujeres y niñas. Vivir sin un inodoro es difícil para cualquiera, pero las mujeres y las niñas son las que más padecen su ausencia.
Bill y yo hemos conocido a mujeres que han sufrido daños renales por haber retenido su orina durante toda la noche para no tener que ir a baños públicos peligrosos. Conocimos a otras que tenían como único lugar para defecar un campo abierto, con lo cual restringían su consumo de alimentos durante todo el día y esperaban a que se hiciera de noche para poder hacer sus necesidades en relativa privacidad. Existen también pruebas cualitativas que demuestran que las niñas son más susceptibles de perder días de escuela cuando tienen el periodo si su colegio no dispone de un retrete decente. Y cuando se entera una de cuán arraigada está la estigmatización del periodo en muchos lugares, empieza a entender por qué se prefiere retrasarse en los estudios o perder parte del salario antes de correr el riesgo de ser humillada.
Si usted es como yo, seguro que hablar de inodoros no es su tema de conversación predilecto. Pero si les importa mantener escolarizadas a las niñas, ampliar la participación económica de las mujeres, y protegerlas contra la violencia, tenemos que estar dispuestos a hablar de ellos.
Los libros de texto se están volviendo obsoletos
BILL: Leo más libros de texto de la cuenta. Presentan, sin embargo, limitaciones al aprendizaje. Incluso el mejor texto no puede determinar qué conceptos ha aprendido uno y cuáles son los que necesitarían más explicaciones. Cierto es que tampoco le pueden decir al profesor si uno entendió o no la lectura que este le pidió que hiciera anoche.
Pero ahora, gracias a software, el libro de texto autónomo se ha vuelto obsoleto. Imagínese que está aprendiendo álgebra en secundaria. En vez de limitarse a leer un capítulo sobre la resolución de ecuaciones, puede consultar el libro en línea, mirar un interesantísimo vídeo en el que se le muestra cómo se hace, y participar en un juego que le permite reforzar los conceptos. Luego resuelve unos cuantos problemas en línea y el programa crea nuevas preguntas centradas en los conceptos que aún no ha captado del todo.
Todo esto complementa el trabajo que hacen los profesores, no lo sustituye. La profesora recibe un informe en el que se le indica lo que ha leído y visto un alumno, qué problemas ha resuelto correctamente y cuáles no, así como las áreas en las que necesita más ayuda. Cuando este va a clase al día siguiente, la docente tendrá a su disposición una tonelada de informaciones específicas y de sugerencias para ayudarle a aprovechar al máximo el tiempo que dedique a su alumno.
Cuando les hablé de este tipo de software en cartas anteriores, estaba especulando. Ahora, sin embargo, puedo decirles que estas herramientas han sido adoptadas en miles de aulas estadounidenses, desde el jardín de infancia hasta la secundaria. Zearn, i-Ready y LearnZillion son ejemplos de programas digitales utilizados por estudiantes y profesores en EE UU. Más de 3.000 escuelas imparten un curso digital gratuito llamado Big History que financio. Utiliza un software para dar a los estudiantes una retroalimentación inmediata sobre sus trabajos de escritura.
En definitiva, disponemos ahora de las herramientas que nos permiten rediseñar la enseñanza superior para satisfacer las necesidades de los estudiantes de hoy
¿Y ahora? Pues se pasa por el mismo ciclo básico de cualquier software: hay que recibir mucha retroalimentación sobre los productos existentes, recolectar datos sobre lo que funciona y mejorarlos. Este ciclo está agilizándose a medida que un mayor número de Estados y distritos van confiando cada vez más en programas digitales y los utilizan en sus escuelas. Espero que este impulso cada vez mayor inspire a un mayor número de grandes editores de libros de texto, que están tardando en proponer este tipo de herramientas.
Mientras tanto, no he oído hablar de alguien que esté echando de menos sus caros y pesados libros de texto.
MELINDA: Además de adaptarse a las expectativas de los estudiantes, estas herramientas en línea facilitan también una nueva forma de enseñar y de aprender que se adapta a quiénes son estos estudiantes.
En el 2019, el típico estudiante universitario ya no es aquel que vive en una residencia universitaria y se gradúa en cuatro años tras haber pasado unas cuantas vacaciones de primavera en algún lugar cálido. La mayor parte de los estudiantes universitarios actuales tienen 25 años o más; más de la mitad tiene un trabajo; más de la cuarta parte ya tiene hijos.
Estos estudiantes no convencionales a menudo no tienen tiempo o recursos para navegar efectivamente en un entorno de aprendizaje ineficiente e inflexible, diseñado para satisfacer las necesidades de otras personas. Este es un importante motivo por el cual dos de cada cinco estudiantes que se matriculan en la universidad o bien dejan los estudios durante un tiempo o bien lo hacen definitivamente.
Las herramientas de aprendizaje digitales pueden ayudar a los estudiantes a superar estos desafíos, haciendo la universidad más asequible, cómoda y eficaz.
Un estudio reveló que el uso de software didáctico abierto permitió a los estudiantes ahorrar entre 66 y 121 dólares por curso. (En un año académico, esto puede llegar a representar un ahorro de hasta 1.000 dólares, que puede ser la diferencia entre quedarse en la universidad o tener que dejarla). Según otro estudio, los estudiantes que utilizaron herramientas didácticas digitales para las clases introductorias sacaron mejores notas que aquellos que aprendieron de forma tradicional. Y, obviamente, estos estudiantes gozaban de mayor flexibilidad. El hecho de no tener que acudir físicamente a una clase a una hora exacta supone una gran diferencia para los estudiantes que trabajan y crían a sus hijos al margen de sus estudios.
La combinación de todos estos factores hace que los estudiantes gasten menos dinero en clases que además son más cómodas y en las que sacan mejores resultados. En definitiva, disponemos ahora de las herramientas que nos permiten rediseñar la enseñanza superior para satisfacer las necesidades de los estudiantes de hoy en día.
Los teléfonos móviles son más potentes en manos de las mujeres más pobres del mundo
MELINDA: En los países ricos, los teléfonos móviles facilitan la realización de tareas que se venían haciendo antes: enviar un correo electrónico en vez de enviar un correo postal, navegar por el mundo sin tener que batallar con un mapa, llamar un taxi sin tener que esperar bajo la lluvia. Pero para las mujeres más marginalizadas del mundo, un teléfono móvil no es que les aporte hoy más comodidad en sus vidas, es que les puede permitir construirse una vida radicalmente nueva. Esto es así porque la conectividad es una solución contra la marginalización.
Para una mujer que nunca ha ido a un banco, la banca móvil le brinda un punto de apoyo en la economía formal y una posibilidad de lograr una independencia económica. Si tiene que encargarse de preparar la comida, limpiar la casa y criar a los niños, sus potenciales ingresos mejorarán sobremanera al ganar oportunidades de conectar con clientes, programas de formación y organizaciones profesionales, todo ello sin tener que salir de casa. Si le preocupa la estigmatización con la que se enfrentará al pedir un anticonceptivo en la clínica local, una plataforma digital de mensajería le puede ayudar a recuperar el control de su cuerpo y su futuro.
Dicho de otra forma, las mujeres no solo utilizan su teléfono móvil para acceder a servicios y oportunidades. Lo utilizan también para cambiar las normas sociales y desafiar las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad entre los sexos.
El problema es que sigue habiendo mucha desigualdad entre hombres y mujeres a la hora de poseer un teléfono móvil o de tener acceso a Internet desde el móvil. Un estudio reciente que se llevó a cabo en 10 países por toda África, Asia y Sudamérica reveló que —independientemente de la edad, el nivel de instrucción, la riqueza o la ubicación— las mujeres tienen casi un 40% de posibilidades menos que los hombres de haber utilizado Internet.
Hay un sinfín de motivos por los cuales existe esta brecha. El coste, la alfabetización (tanto digital como de otro tipo) y las normas sociales son tres de los principales. Para aportar una respuesta, las compañías de telefonía móvil deseosas de explotar este mercado están diseñando estrategias comerciales con las mujeres como clientes meta. En Kenia y Nigeria, programas relacionados con el desarrollo y las cuestiones de género se centran ahora en enseñar competencias informáticas a las mujeres. Participamos en una iniciativa que lleva a cabo la Harvard Kennedy School para poner a prueba soluciones contra las barreras que imponen las normas sociales.
Cuando pienso en el motivo por el cual es tan importante poner más teléfonos móviles a disposición de las mujeres, pienso en Nikmah, una mujer que conocí en Indonesia el pasado octubre. Nikmah me dijo que ha intentado durante años mantener a sus tres hijos vendiendo verduras, pero que nunca conseguía llegar a fin de mes. Su situación se volvió aún más insostenible cuando tuvo que huir de su marido, que la maltrataba.
Hoy en día, Nikmah es una del más de un millón de indonesios que se gana la vida mediante Go-Jek, una plataforma móvil popular que brinda servicios varios, como por ejemplo de transporte o de entrega de alimentos a domicilio. La aplicación la conecta con un flujo continuo de clientes e ingresos y recibe sus pagos en una cuenta bancaria móvil, lo que le permite tener un control total sobre sus ingresos. Ahora goza de los recursos necesarios para criar a sus hijos sin tener que depender de un hombre que la maltrata. Gracias a su teléfono ha formado una red con otras proveedoras de servicios, que ponen en común sus ahorros para ayudarse mutuamente en casos de accidentes o emergencias de salud.
Nikmah me dijo que la vida es como una rueda. "A veces estás abajo, a veces estás arriba”. Para mujeres como ella, que han pasado tantos años vida atrapadas en lo más bajo, la tecnología móvil crea nuevas oportunidades para luchar contra la desigualdad y para mejorar por sí mismas. Podemos ayudar a las mujeres a aprovechar estas oportunidades asegurándonos, ante todo, de que las desigualdades no les impidan tener acceso a la tecnología.
Una última sorpresa (quizás)
Se nos pregunta mucho últimamente si seguimos siendo optimistas en cuanto al futuro. Nuestra respuesta es: totalmente. Creemos en el poder de la innovación. Este es uno de los motivos. Pero un motivo mayor aún es porque hemos visto, en persona, que frente a cada desafío del que hemos hablado en esta carta, hay personas que están dedicando sus ideas, sus recursos e incluso sus vidas a aportar una solución.
Cuando nos sentimos abrumados por los titulares negativos, nos recordamos a nosotros mismos que ninguno de nosotros tiene derecho a recostarse y esperar a que el mundo vaya mejor. Tenemos la responsabilidad de hacer todo lo que obra en nuestro poder para ayudar a que se vaya en esa dirección.
Hemos descubierto así que el optimismo puede ser una potente llamada de atención, que además tiene efectos múltiples: cuanto mayor sea el número de optimistas que trabajen a favor de un futuro mejor, más motivos habrá para ser optimista.
P.D. ¿Qué sorpresas les han inspirado y dado el impulso para actuar? Nos encantaría que nos contasen.
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