Alexa Chung, la marca del éxito
Todo lo que toca en la industria de la moda se convierte en oro. Modelo e influencer antes de la eclosión de las influencers, a sus 35 años ha fundado su propia firma de ropa, lidera un imperio valorado en dos millones de euros y ahora ejerce como nueva embajadora de la firma de cabello L’Oréal Professionnel.
LA MODELO británica Alexa Chung (Hampshire, 1983) ha tenido el honor de que Mulberry bautizase uno de sus bolsos con su nombre —aunque sería más preciso decir que el honor fue de la marca de lujo británica: las ventas del Alexa fueron tan salvajes que les ayudó a remontar una complicada crisis económica—, ha diseñado su propia línea de moda, ha escrito un libro y ha sido imagen de enseñas tan variadas como New Look, Longchamp, Maje o Superga. En 2018 ha dado el salto al sector de la belleza como nueva embajadora de L’Oréal Professionnel.
El revuelo que se formó este año durante su primera aparición para la firma francesa es comparable al que provocan las grandes estrellas de cine. Aquel día, en el lujoso hotel Les Bains Paris, diseñado por Vincent Bastie, una multitud de personas —desde fans hasta periodistas— aguardaban impacientes la llegada de Alexa Chung. El alboroto acumulado tras dos horas de cócteles y canapés se paró en seco cuando ella entró en la sala. Una voz anónima exclamó: “Alexa, Alexa, ¿de dónde es el vestido?”. “¿Y los zapatos?”, le siguió una segunda voz. “El vestido es de Jacquemus y los zapatos de Manolo Blahnik”. Los periodistas apuntaron la información como oro en paño mientras esperaban su turno para una entrevista cara a cara. Una escena que se repite en cada aparición mediática de la modelo y presentadora desde hace casi dos décadas, cuando sus estilismos empezaron a captar la atención de todos en la industria de la moda.
“Mi vida no es perfecta. Casi todo lo que subo a las redes sociales es espontáneo, pero no me meto en líos”
Hoy, con 35 años, acumula tres millones de seguidores en su cuenta de Instagram y ejerce como diseñadora de éxito con su propia firma. “No ha sucedido de la noche a la mañana”, dice. “Comencé como modelo con 15 años y alcancé la fama antes de que se asentara el boom de los influencers. Para una marca es importante contar con perfiles de este tipo en su estrategia de comunicación, pero no creo que yo sea el caso”. Para una empresa como L’Oréal Professionnel, que facturó más de 3.000 millones de euros en 2017, sí es un dato relevante. “Buscamos portavoces con personalidad porque esta se suele traducir en influencia online. Es una forma de llegar a las generaciones más jóvenes”, apunta Marion Brunet, directora internacional de L’Oréal Professionnel.
Antes de que dé comienzo la entrevista, la publicista Liz Matthews, fundadora de la agencia que representa a Chung y a otros talentos como Julia Restoin-Roitfeld, advierte: “Son solo 10 minutos”. Las dos se conocieron en 2006, cuando Chung optaba a su primer trabajo como presentadora para el programa de televisión Popworld. Desde entonces, vigila cada uno de sus movimientos. El resto de su séquito se dispersa por la estancia. La modelo aguarda inmóvil y con la cara lavada, mostrando sus exóticos rasgos, herencia de los antepasados chinos de su rama paterna. “¿Me puedes comprar cigarrillos?”, implora a su agente, Sébastien Tardieu, mientras lamenta su intento frustrado por dejar el tabaco. “Fumo un cigarrillo tras otro… Creo que en eso y en la multitud de amantes que tengo me parezco a las parisienses”, bromea. El comentario no es gratuito. Forma parte de su trabajo de esa noche. Presenta Parisian Nudes, un nuevo sistema de coloración inspirado en las mujeres de la capital francesa. Sus tablas le permiten traer el tema de turno —en este caso, el nuevo producto de L’Oréal— con gracia y sutileza. “Británicas y parisienses tenemos mucho en común. Nos gusta llevar un tono natural de pelo y tenemos un estilo relajado, ecléctico y no tan sexy como el de las italianas”.
Derrocha seguridad en sí misma. Carismática y elegante. Insolente y libre. Cumple con los requisitos que anhelan las marcas en un personaje público: sinergia mediática, compromiso de imagen y una —en apariencia— impecable reputación. “Mi vida no es perfecta. Casi todo lo que subo en mis redes sociales es espontáneo, pero es cierto que no me meto en líos. No tomo drogas, me gusta tener una pareja estable y estoy muy unida a mi familia. Soy bastante cabal y equilibrada, aunque me gusta vivir un poco de rock and roll. Como a cualquier chica normal”.
Pero ella no es como la mayoría. Cuando publicó su diario It (Particular Books, 2013), estuvo entre los 10 libros más vendidos de ese año en Amazon UK. Y en 2017 creó su propia línea de ropa junto a Peter Dubens, cofundador de la inversora Oakley Capital. Esta nueva etapa como empresaria no ha mermado el interés masivo que generan su vida personal y sus estilismos. “Al comienzo de este proyecto, creía que tomaría otro rumbo, pero luego pensé: ‘A la mierda, hago lo que me gustaría llevar a mí y a mis amigos y punto”. Ya su primera colección reflejaba ese estilo relajado que luce en sus redes y al que aspiran sus seguidoras. Aunque su línea de moda resulta inaccesible para la mayoría de los bolsillos —los precios de los vestidos oscilan entre los 300 y los 800 euros—. “Producimos en Europa y somos un equipo pequeño que vende en más de 20 países. Si manufacturas en fábricas de tu país y no en lugares como India, los precios se disparan”.
Cuenta que puso en marcha el proyecto por una corazonada. Una similar a la que le instó en 2009 a dejar su carrera en la televisión británica para probar suerte en Estados Unidos. Su sueño americano no terminó de cuajar: el programa de la MTV It’s On With Alexa Chung se canceló tras nueve meses en antena. Y después de una breve incursión como copresentadora de Fuse News, decidió centrar su carrera en la moda, mudarse a Londres y tomar las riendas de su compañía, Alpha Charlie Ltd. “Ahora vivo en Chelsea y tengo la oficina a 10 minutos de casa. Mi rutina es mucho más estable. Sé cada día adónde debo ir o qué debo hacer. Eso es algo nuevo para mí”.
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