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Alexa Chung se reinventa

“Me estoy haciendo mayor, y también mi gusto, así que quiero crear ropa para mujeres que se quieren sentir seguras, sexis, con personalidad", dice la ‘it girl’, modelo y presentadora

Alexa Chung, en una de las imágenes de la campaña de su colección para Superga.
Alexa Chung, en una de las imágenes de la campaña de su colección para Superga.
Elisabet Sans

El nombre de Alexa Chung lleva años asociado al de grandes marcas. Ha trabajado con Tommy Hilfiger, J. Crew, AG Jeans, Marks&Spencer o Ugg. Incluso en 2009 Mulberry bautizó un bolso en su honor, complemento que llegó a tener lista de espera para compararlo. La todopoderosa directora de Vogue Ana Wintour ha dicho de la británica que es un “fenómeno” y Teen Vogue la describió en 2010 como “la Kate Moss de la nueva generación”. “No soy alguien realmente famoso, pero sí soy una persona famosa en la industria de la moda”, dice ella sentada en la habitación de un hotel de Los Ángeles.

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Su carrera es vertiginosa. Empezó a trabajar como modelo a los 15 años al ser descubierta en el festival de música de Reading, cumplidos los 20 pasó a ser catalogada, según cuenta a su pesar, como una it girl y a presentar programas de televisión y ahora, con 34 años, dirige su propia marca de moda, Alexachung. Una nueva faceta que no le impide seguir firmando contratos con reconocidas firmas. “Lo principal que busco cuando se me ofrece algo así es simplemente si me gusta o no. El hecho de que una mi nombre a otras marcas se basa solo en si creo en el producto y si tengo algo que ofrecerles. Ha descartado a marcas para no rehacer algo que ya me parecía genial”, cuenta.

Su última alianza ha sido con Superga, una unión que ya se produjo en 2011 cuando se convirtió en imagen de la centenaria firma italiana de calzado y que ahora ha evolucionado. “Esta colaboración es especial porque es la primera que hago a través de mi firma. Así que ahora me acerco a ello de manera diferente, porque lo que haga tiene que funcionar con todo el equipo y la estrategia de la marca... Aunque con esto era fácil, porque encaja con la colección Virginia, que es muy femenina, primaveral, con un precioso panel de colores que era perfecto con la colección de zapatillas que hemos hecho”, dice sobre la línea que ha presentado en la ciudad californiana y en la que ha rediseñado con nuevos colores, siluetas y tejidos las clásicas Superga 2750, el modelo nacido en 1925 y convertido en el más exitoso de la enseña.

Alexa Chung (1983, Privett) empezó a idear su firma en 2016. Entonces eran solo ella, su consejero delegado “y la mesa de su cocina”, bromea quien ahora dirige un equipo de unas 20 personas. Acaba de lanzar su cuarta colección y asegura haber dejado atrás el “síndrome del impostor” que, como le confesó a la edición británica de Vogue, sufría hace solo un año cuando presentaba su primera propuesta. “Encontrar tu voz y tu sitio es difícil cuando eres la jefa y a la vez recién llegada en la industria. Pero estoy encantada de que ese sentimiento haya desaparecido a través de la experiencia. Obviamente aún somos nuevos, pero ahora trabajando me siento más legitimada”, afirma.

Chung diseña pensando en su musa imaginaria. “Con las dos primeras colecciones hacía la ropa para la Alexa que solía ser, ahora lo hago para la mujer que espero ser. Me estoy haciendo mayor, y también mi gusto, así que quiero crear ropa para mujeres que se quieren sentir seguras, sexis, con personalidad”, sentencia. Y como muestra, su inspiración para la línea Virginia: los intelectuales del círculo de Bloomsbury y, en concreto, Virginia Woolf.

Su estilo entre el chic parisino fusionado con naturalidad con un toque de rebeldía neoyorquina la lanzaron a la fama cuando aún no existían ni las influencers ni las llamadas instamodelos nacidas al calor de su éxito en las redes sociales. Chung ha sido incluso reconocida por ello: en 2010 ganó el premio British Style Award concedido por el consejo de la moda británico. “Antes solía odiar el término it girl, porque para mí se trataba de chicas de alta sociedad que tenían el privilegio de no tener que trabajar. Pero ese no era mi caso. Así que no me asociaba con ello”, recuerda. Su animadversión a cómo la calificaban profesionales y medios de comunicación especializados en moda le llevó a titular su primer libro, publicado en 2013, It. “Era una broma y también una manera de reclamar la propiedad de algo que estaba fuera de mi control. Cuando te etiquetan de cualquier manera la gente te está diciendo lo que eres. Y yo estaba incómoda con eso, así que fue mi modo de apropiarme de ello y si era una it girl, ese it [cosa, en castellano] iba a ser como yo decía”, sentencia hoy.

Alexa Chung en una de las imágenes de la campaña de Superga realizada en Los Ángeles.
Alexa Chung en una de las imágenes de la campaña de Superga realizada en Los Ángeles.

Alexa Chung parece haberse reconciliado ya con esa definición. “Tenían que categorizar lo que estaba haciendo, y significaba que estabas de moda. Pero si lo sigues estando a lo largo de los años, es guay. Y entonces ya no eres más una it girl, sino una mujer”, reflexiona quien en su discurso apela a los consumidores a comprar con más conciencia sostenible. Su evolución también tiene su reflejo en la propia industria. Sin ir más lejos, para protagonizar la nueva campaña de Superga ha tenido que presentar un certificado médico después de que Kering y LVMH, los dos imperios del lujo, se comprometieran el pasado septiembre a mostrar a modelos sanas tanto sobre las pasarelas como en las campañas. Ya lo decía sobre ella el diseñador Karl Lagerfeld: “Si alguien me preguntara quién es una mujer moderna, Alexa sería mi elección. Por cómo se ve, habla y actúa. Hace muchas cosas al mismo tiempo, y tiene mucho talento y lo hace a la perfección. Es bella y lista”. Palabra del llamado káiser de la moda.

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Sobre la firma

Elisabet Sans
Responsable del suplemento El Viajero, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en secciones como El País Semanal, el suplemento Revista Sábado y en Gente y Estilo. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Ramón Llull de Barcelona y máster de Periodismo EL PAÍS.

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