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Primer plano

Notre Dame y sus multitudes

Dmitry Kostyukov

LOS DEMONIOS que representan las gárgolas de la catedral de Notre Dame han encontrado quien les acompañe en su silente labor de vigías de la ciudad de París. Tras siglos en la soledad de las alturas, estas monstruosas figuras conviven hoy con diligentes enjambres de abejas: más de mil colmenas pueblan esta y otras azoteas de importantes edificaciones como la Ópera Garnier o la Escuela Militar. Hasta en los balcones de particulares, en parques y cementerios, hace tiempo que estos insectos se han convertido en vecinos y residentes habituales de la capital francesa. El preocupante descenso de la población global de abejas —que cumplen la imprescindible función de polinizar las flores— es la razón principal para impulsar esta iniciativa, que también se ha instalado en urbes como Londres o Nueva York. 

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