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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Cien días de gobierno para los ODS

Cuando ya ha transcurrido una quinta parte del período de implementación de la Agenda 2030, el Gobierno debe empezar a mostrar resultados

Gonzalo Fanjul
Acto de presentación del Índice ODS de SDSN-REDS.
Acto de presentación del Índice ODS de SDSN-REDS.G. Fanjul

Para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) también han pasado cien días de gobierno. Durante este tiempo hemos visto incorporar la agenda de la equidad y sostenibilidad a la nueva estructura de la Administración, a través de ministerios y de oficinas como los altos comisionados para la pobreza infantil y el de la propia Agenda 2030. Sobre todo, hemos escuchado intenciones prometedoras acerca de las políticas y presupuestos que van a protagonizar este camino. Algunas de ellas, como la recuperación del derecho universal a la salud, son ya una realidad.

La pregunta es cuánto de todo esto ha ocurrido –u ocurrirá– gracias a la existencia de la Agenda 2030. Es decir, en qué medida los ODS son agentes reales de transformación o una melodía agradable bajo la que desarrollar un programa que en todo caso iba a tener lugar. Ayer, durante la presentación del Índice ODS del SDSN-REDS, tuvimos una buena oportunidad para escuchar una contestación a esta pregunta. Me temo que algunos salimos de la sala igual que entramos.

Abrieron fuego los representantes de administraciones locales (Diputación de Córdoba) y regionales (comunidad de Castilla y León), que hicieron una descripción conocida pero interesante del modo en que la Agenda 2030 se está imbricando en el día a día de muchos ayuntamientos y algunas comunidades autónomas. Esto es algo que comenzó hace casi dos años –cuando Mariano Rajoy pensaba todavía que ‘ODS’ era un equipo ciclista– y constituye cara más esperanzadora de la Agenda 2030 en nuestro país.

El problema vino después, cuando llegó el turno del Parlamento y del gobierno nacional. La representante de Podemos –vicepresidenta de la Comisión de Cooperación del Congreso– se limitó a recitar lugares comunes, con una vaga referencia a una comisión mixta de seguimiento de los ODS de la que no supimos ningún detalle más. Tampoco ofreció propuestas claras para el período que tenemos por delante. Después de haberlo exigido durante mucho tiempo, es como si los grupos parlamentarios no se hubiesen dado cuenta de que el momento de los ODS ha llegado y que su papel es matizar, auditar y optimizar las acciones del ejecutivo.

En cuanto a Cristina Gallach –Alta Comisionada del Gobierno Sánchez para los ODS–, su experiencia y sus formas demuestran que se trata de la persona adecuada para el puesto. Mucho más cuando ha reforzado su equipo con expertos tan capaces y comprometidos como el exresponsable de esta agenda en Valencia, Federico Buyolo.

Ahora solo queda que nos demuestre el valor añadido de la oficina que dirige.

En su presentación de ayer, Gallach hizo referencia al (demasiado genérico) plan de acción presentado ante la comunidad internacional en julio de este año y nos prometió un paquete homologable de indicadores del Instituto Nacional de Estadística. También habló de recuperar el Grupo de Alto Nivel de la Administración –previsiblemente presidido por la vicepresidenta–, de la coordinación dentro de la UE y de la creación de un consejo consultivo formado por actores no gubernamentales de todo pelaje. Más allá de eso, referencias a la “armonización” de las políticas del gobierno y –contestando a una pregunta muy concreta de este blog sobre sus aspiraciones al final de la legislatura– al deseo de que los ODS sean más conocidos de lo que son ahora.

Todo esto estaría muy bien si nos teletransportásemos al verano de 2015, cuando gobiernos como el alemán o el colombiano estaban haciendo cosas parecidas. Pero este mes de septiembre se habrá cumplido ya una quinta parte del período de aplicación de la Agenda 2030. Los propios indicadores del SDSN demuestran el importantísimo camino que España tiene por recorrer: ocupando un lugar modesto cuando se le compara con sus pares y con las alarmas disparadas en ámbitos como la pobreza, la calidad de los mares, la desigualdad o el compromiso con el desarrollo internacional. Si quieren que los ODS realmente signifiquen algo para la gente, van a tener que demostrarles la utilidad directa de sus acciones en este ámbito, empezando por definir con urgencia las prioridades temáticas para este período de gobierno y continuando por las acciones legislativas y los presupuestos para llevarlas adelante. Y contárnoslas, claro está. La Agenda 2030 necesita cara y ojos, además de apelaciones constantes a la camaradería.

Índice ODS para España (Fuente: SDSN-REDS).
Índice ODS para España (Fuente: SDSN-REDS).

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