La fe con cine entra
Una iglesia de Los Ángeles proyecta películas de Hollywood para transmitir el mensaje del evangelio
Se acuerdan de aquel cura con campanilla que, en Cinema Paradiso, se ocupaba de “adecentar” las películas que se proyectaban en el único cine del pueblo, obligando a cortar cada escena en la que salía un beso? En la Iglesia Metodista Unida de Hollywood hacen exactamente lo contrario. Durante el verano, los servicios del domingo tienen película incluida. Y no son títulos tipo La última tentación de Cristo o La pasión de Cristo. En esta iglesia las películas son actuales y tocan todos los temas.
De la tradición del Día de los Muertos en la familiar Coco de Disney, a la violenta crítica social de Tres anuncios a las afueras, pasando por el capitalismo sin piedad de Todo el dinero del mundo. Puede que parezca difícil enlazar estas historias tan contemporáneas con las sagradas escrituras, pero las mujeres que dirigen esta congregación (una de las tres de toda la Conferencia Metodista del Pacífico que tiene sólo ministras mujeres) lo consiguen.
Este domingo la iglesia está a tope. Unas 200 personas llenan las filas de sillas plegables, entre las que están fieles de toda la vida y algunos que, como Mike DiToma y su novio, Doran Finneran, vienen atraídos por el tema de la película de hoy. La elegida es Con amor, Simon, cuyo protagonista, por primera vez en la historia de las comedias adolescentes para el gran público, es gay. Y el sermón transcurre entre himnos espirituales y el I wanna dance with somebody de Whitney Houston, cortesía del montaje más divertido de la película.
La pastora Denyse Barnes, una mujer afable con melena corta azul y lila, blusa rosa con alzacuellos, piernas tatuadas y numerosos pendientes en cada oreja, sabe mucho de este tema y su sermón está plagado de referencias personales. El pasaje del Nuevo Testamento elegido, Lucas 12:2-12, habla de la valentía de reconocerse seguidor de Cristo. Barnes explica cómo, para ella, “salir del armario” como lesbiana es a veces menos difícil que hacerlo como cristiana y pastora metodista.
“Me ha gustado esa conexión que ha hecho. Es verdad, en los círculos en los que nos movemos, está menos aceptado ser cristiano que ser gay”, reconocen Mike y Doran. “Cada iglesia es producto de la comunidad a la que sirven. Aquí la parroquia es mucho más diversa y liberal que en otras partes del país, y eso se nota. Se siente uno totalmente aceptado”.
La diversidad de la congregación refleja ese ambiente relajado tan típico de Los Ángeles. Señoras mayores con moño, señores con bolso y botas altas de tacón, familias con niños pequeños, grupos de amigos multirraciales y parejas del mismo sexo de distintas generaciones. ¿Qué mejor manera de acercar los pasajes de la Biblia a un público tan variopinto que con ese gran producto cultural de masas, el cine? Los clips elegidos de Con amor, Simon se reciben con carcajadas agradecidas. El domingo anterior, la reverenda Kathy consigue combinar la denuncia del racismo de Déjame salir con la Carta de San Pablo a los Efesios. El anterior, la historia de amor entre una mujer transexual y un hombre cis de Una mujer fantástica no escandaliza a nadie, menos aún cuando la pastora Vivian, también trans, la compara con la historia de Hannah, madre de Samuel, ridiculizada por ser estéril, hasta que Dios se apiadó de ella.
“Las películas dan una actualidad inmediata a nuestro mensaje”, explica la pastora Denyse. Este es el décimo año que organizan la serie veraniega. Sin duda, saben cómo atraer su público. La estrategia opuesta a la del cura de Cinema Paradiso, a quien se le habría caído la campanilla al suelo del soponcio.
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